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Japón y Corea del Sur: dos de los países más seguros para vivir, salvo si eres un político
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Japón y Corea del Sur: dos de los países más seguros para vivir, salvo si eres un político

La reciente ola de ataques a líderes políticos en Japón y Corea del Sur ha generado preocupación y cuestionamientos sobre la seguridad y las condiciones sociales en ambos países

Foto: El líder opositor surcoreano Lee Jae-myung, tras ser apuñalado en el cuello el pasado 2 de enero. (EFE/EPA/Yonhap)
El líder opositor surcoreano Lee Jae-myung, tras ser apuñalado en el cuello el pasado 2 de enero. (EFE/EPA/Yonhap)
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El reciente fenómeno de ataques a líderes políticos en las dos democracias asiáticas más consolidadas, Japón y Corea del Sur, ha desatado las alarmas en unos países acostumbrados a unas de las tasas de criminalidad más bajas del planeta. Después del magnicidio del ex primer ministro japonés Shinzo Abe, en 2022 y del ataque contra el actual mandatario nipón, Fumio Kishida, en 2023, Seúl experimentó nada más comenzar 2024 un intento de asesinado contra el líder opositor Lee Jae-myung.

Este último caso, como los precedentes, el atacante actuó a cara descubierta y en medio de la multitud, fingiendo pedir un autógrafo a Lee para posteriormente asestarle una puñalada en el cuello que, a pesar de la gravedad, en ningún momento amenazó la vida del veterano político socialdemócrata. El ataque ha conmocionado al país y, como pasó en Japón, ha puesto en tela de juicio las relajadas medidas de seguridad que acompañan a los políticos de alto perfil.

¿Por qué la violencia política vuelve a sacar la cabeza en dos de las economías más desarrolladas de Asia en las que el crimen apenas afecta a los ciudadanos de a pie? El economista y analista Yasuhiro Ueda explica a El Confidencial que “viendo la evolución en cuanto a desarrollo económico, características diplomáticas, tendencias políticas, polarización social e incluso psicología social, la avalancha de violencia política puede estar vinculada entre Japón y Corea del Sur”. “El alto grado de concentración de la riqueza entre las grandes corporaciones y la creciente brecha entre ricos y pobres, el extremismo de diferentes campos políticos y la historia de violencia política frecuente pueden explicar en parte este fenómeno”, afirma Ueda.

El experto japonés señala que, a pesar del éxito económico logrado por Japón y Corea del Sur, es obvio que ambos países enfrentan presiones políticas y económicas significativas en el este de Asia y a nivel mundial. “Podemos ver que cada año aumentan las tasas de suicidio, hay un número cada vez mayor de personas que sufren depresión, dificultades para que los grupos vulnerables sobrevivan y una alta frecuencia de eventos extremos en la sociedad”, afirma el analista.

Foto: Atienden al político después del ataque. (Reuters/Yonhap)

Haciendo un ejercicio de reflexión, Ueda considera que en el tejido social de las sociedades japonesa y coreana se ha observado un preocupante aumento en el número de individuos que experimentan un sentido de aislamiento social. “Y esta creciente tendencia se entrelaza con niveles significativos de estrés relacionado con el trabajo, generando un caldo de cultivo propicio para la aparición de problemas de salud mental, especialmente la depresión”, detalla el experto. “Este fenómeno, marcado por la soledad y las tensiones laborales, a menudo desemboca en comportamientos peligrosos que plantean desafíos significativos para la salud mental y el bienestar de las personas en ambas sociedades”, asegura. Para el economista, la necesidad de abordar estos problemas se vuelve cada vez más apremiante si se quieren evitar males mayores.

A pesar de todo ello, Ueda asegura que independientemente de la sociedad, eventos violentos extremos como el ataque a Lee Jae-myung y el asesinato del ex primer ministro japonés Shinzo Abe suponen fracasos inaceptables. "Más allá de la condena, hay mucho por hacer para prevenir la frecuente ocurrencia de eventos políticos violentos y eliminar las condiciones sociales que fomentan las tendencias violentas", afirma. El experto cree que ambos países deben abordar “los factores subyacentes que contribuyen a estos actos, ya sea a través de medidas de seguridad mejoradas, la promoción de un discurso público más constructivo y respetuoso o la implementación de programas de apoyo para abordar problemas de salud mental, así como atajar la raíz de la violencia y la polarización en el ámbito político”.

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Un historial preocupante

Pese a los episodios más recientes en Japón, es en Corea del Sur donde la violencia contra políticos es más común, con uno de los historiales más oscuros entre los países del G20. Song Young-gil, predecesor de Lee como líder del Partido Democrático, fue atacado en Seúl en 2022 por un hombre mayor vestido con una túnica tradicional. El agresor se acercó por detrás y golpeó la cabeza de Song con un martillo.

Song, quien también se desempeñaba como gerente de la campaña presidencial de Lee en ese momento, tuvo que someterse a una cirugía antes de regresar a la campaña electoral. El atacante, según informaron los medios coreanos, era un militante liberal con un canal de YouTube y durante el ataque gritó consignas críticas contra los ejercicios militares entre Corea del Sur y Estados Unidos.

Foto: El Presidente surcoreano Yoon Suk Yeol. (EFE / WILL OLIVER)

Otro caso relevante fue el intento de asesinato en 2015 del entonces embajador de Estados Unidos, Mark Lippert, quien fue atacado con un cuchillo de cocina durante un foro sobre la unificación coreana. Lippert, que necesitó 80 puntos de sutura, tuvo que pasar casi una semana en el hospital y ser sometido a cirugía por una herida de 11 centímetros en el lado derecho de su rostro, así como una herida de punción en la muñeca izquierda.

El ataque fue perpetrado por un nacionalista coreano que afirmó estar protestando contra los ejercicios militares anuales entre Estados Unidos y Corea del Sur. El incidente generó una gran conmoción en Seúl, mientras que los medios estatales norcoreanos calificaron el ataque contra Lippert como "un castigo merecido" por los ejercicios militares, llamando al asalto "el cuchillo de la justicia".

En 2006, la entonces líder del partido opositor conservador y futura presidenta del país, Park Geun-hye, fue apuñalada mientras asistía a un mitin político. Park sufrió una herida en su rostro que requirió 60 puntos de sutura y le impidió hablar normalmente durante semanas. Geun-hye, a su vez, es hija de quien fue presidente durante 16 años, Park Chung-hee, y que fue asesinado a tiros en 1979 por uno de sus responsables de seguridad en estado de ebriedad durante una cena privada. Con el reciente ataque contra Lee, Corea del Sur añade un nuevo episodio a este poco envidiable historial.

El reciente fenómeno de ataques a líderes políticos en las dos democracias asiáticas más consolidadas, Japón y Corea del Sur, ha desatado las alarmas en unos países acostumbrados a unas de las tasas de criminalidad más bajas del planeta. Después del magnicidio del ex primer ministro japonés Shinzo Abe, en 2022 y del ataque contra el actual mandatario nipón, Fumio Kishida, en 2023, Seúl experimentó nada más comenzar 2024 un intento de asesinado contra el líder opositor Lee Jae-myung.

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