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Magnicidio en la nación pacifista: el asesinato de Abe sacude a Japón hasta la médula
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El asesinato más inesperado

Magnicidio en la nación pacifista: el asesinato de Abe sacude a Japón hasta la médula

Este 2022, en una nación de más de 127 millones de habitantes, el único en morir por herida de bala ha sido el propio Abe, la figura más importante de la política japonesa de las últimas décadas

Foto: El presunto asesino de Shinzo Abe, Tetsuya Yamagami, es arrestado por las fuerzas de seguridad. (Reuters)
El presunto asesino de Shinzo Abe, Tetsuya Yamagami, es arrestado por las fuerzas de seguridad. (Reuters)
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No hubo ningún terremoto, pero la población japonesa experimentó este viernes una de las mayores sacudidas de su historia reciente. Las imágenes del ex primer ministro japonés Shinzo Abe tendido en el suelo, con la camisa blanca empapada en sangre tras recibir dos disparos por la espalda, están destinadas a permanecer grabadas a fuego en el imaginario colectivo de un país en el que la violencia, tras la Segunda Guerra Mundial, ha tendido a quedar relegada a las series de anime y las películas de terror.

Hasta el asesinato del exmandatario durante un mitin, el público había prestado poca atención a las elecciones parciales a la Cámara Alta de la Dieta (el parlamento de Japón) programadas para este domingo, en las que se espera, como de costumbre, que el oficialista Partido Liberal Democrático (PLD) obtenga una holgada victoria. Pero cinco segundos bastaron para cambiarlo todo. El veterano político llevaba apenas unos minutos de su discurso cuando, a las 11:30 hora local, dos estruendosos escopetazos a quemarropa lo tumbaron entre una nube de humo y ante una multitud confundida que no comprendía lo que estaba sucediendo. Vídeos de la escena muestran como, incluso mientras los servicios de inteligencia detenían al asesino y Abe se desangraba en el estrado, los asistentes se miraban entre ellos confundidos y sin gritar.

La confusión era de esperar, dado que los tiroteos son prácticamente inexistentes en la nación insular. El año pasado hubo 10 incidentes con armas de fuego, con un saldo de tan solo un muerto y cuatro heridos, según la Agencia de Policía Nacional. Este 2022, en una nación de más de 127 millones de habitantes, el único asesinado por una de estas armas ha sido el propio Abe, la figura más importante de la política japonesa de las últimas décadas.

Foto: Shinzo Abe tras ser disparado con una escopeta en un acto electoral. (Reuters/Kyodo)

En Japón hay en torno a 310.400 armas de fuego en manos de civiles, que equivalen a 0,25 por cada 100 personas, según las estadísticas oficiales. Se trata de la cifra más baja de los países del G7, según GunPolicy.org. En Estados Unidos, se estima la existencia de 393 millones de rifles y pistolas entre el público, o 120 por cada 100 personas; en Reino Unido habría unas 3,2 millones o 5 por cada 100; en España, serían casi 3,5 millones o 10 cada 100 personas.

La escasez de armas de fuego en Japón y la baja tasa de asesinatos relacionados con ellas (0.02 por cada 100.000 habitantes, la más baja del planeta) están íntimamente relacionadas con su historia. Después de la Segunda Guerra Mundial, el pacifismo surgió como una de las filosofías dominantes en el país. De hecho, una ley de posguerra de 1958 establece que "nadie poseerá un arma de fuego o armas de fuego o una espada o espadas" en el país.

Esta legislación fue ligeramente modificada a lo largo de las décadas, pero a día de hoy el procedimiento para lograr un arma en Japón es uno de los más estrictos del planeta. El camino está compuesto por 12 etapas distintas, entre las que se incluyen un exhaustivo proceso de revisión de antecedentes, una clase que dura un día entero, la aprobación de un examen escrito y de una prueba que requiere un 95% de precisión en un campo de tiro y una evaluación del estado de salud mental. Solo se pueden comprar escopetas y rifles de aire comprimido, no pistolas, y cada tres años es necesario volver a tomar la clase y realizar el examen inicial.

La ley nipona castiga con dureza a cualquiera que intente saltarse las estrictas normas sobre armamento. Poseer un arma como parte de un sindicato del crimen organizado puede conllevar hasta 15 años de prisión; tener más de un arma también supone la misma pena y disparar una de ellas en un espacio público puede resultar en una cadena perpetua.

Es probable que estas restricciones impidieran a Tetsuya Yamagami, el presunto asesino de Abe, acceder a un arma de fuego comercial. La escopeta con la que el ex primer ministro fue alcanzado es de fabricación casera. Según la policía japonesa, múltiples piezas de armamento de este tipo fueron confiscadas durante un registro en la casa del sospechoso. Según los informes, Yamagami, de 41 años de edad, afirmó que quería matar al exmandatario porque estaba "insatisfecho" con él por cuestiones no relacionadas con la política. Agregó que le guardaba rencor a una "organización específica" y que creía que el político era parte de ella, de acuerdo con las autoridades, que dicen desconocer si esta organización no identificada realmente existía.

Punto de inflexión

Fumio Kishida, actual primer ministro y en su momento delfín de Abe, regresó desde el norte de Japón, donde también estaba haciendo campaña, hasta Tokinada nada más escuchar la noticia. Tras calificar el asesinato como "un acto de barbarie cobarde", anunció que la elección seguiría teniendo lugar este domingo. Al respecto, ordenó al jefe de la Agencia de Seguridad Nacional que aumente su despliegue en los escasos dos días que restan para los comicios y durante la jornada de votación para garantizar que todo se desarrolle sin mayores incidentes

Foto: Mark Leonard. (EFE/Noushad Thekkayil)

El asesinato se produce en un momento crucial para Japón, cuyo Gobierno, tras décadas de pacifismo y sin apenas acción exterior, busca reforzar su ejército —el país no cuenta con fuerzas armadas convencionales debido a la constitución impuesta por EEUU tras la Segunda Guerra Mundial— y mostrar una mayor asertividad ante las crecientes amenazas de sus vecinos en China y Corea del Norte. A raíz de la invasión rusa de Ucrania, el PLD ha argumentado que el país debería aspirar a gastar el 2% de su PIB en defensa, lo que significaría duplicar su presupuesto actual. El Ejecutivo también está redefiniendo sus relaciones de seguridad con otros socios en la región, particularmente Australia, India, Filipinas, Singapur y Vietnam, incorporando estos cambios en una nueva estrategia de seguridad nacional que se publicará a finales de año.

Abe, precisamente, había sido el principal responsable de esta transformación de un Japón que no quería ni oír hablar de un ejército convencional a uno más consciente de la necesidad de defenderse de amenazas externas y colaborar militarmente con sus socios, especialmente Estados Unidos. Su violenta muerte supone un nuevo indicio para la nación de que, quieran o no sus habitantes, los tiempos han cambiado.

Poca seguridad

Pese a su pacifismo y extremadamente baja tasa de crímenes, Japón cuenta con sus propias leyendas negras de atentados públicos. El más famoso fue en 1960, cuando el líder del partido socialista de Japón, Inejiro Asanuma, fue apuñalado en el abdomen por un fanático ultraderechista que empuñaba una espada samurái. El propio abuelo materno de Abe, el también primer ministro Nobusuke Kishi, sobrevivió a un intento de magnicidio ese mismo año, cuando fue brutalmente apuñalado en su primer día en el cargo. Desde esa etapa turbulenta, el único asesinato político tuvo lugar en 2007, a escasos días de las elecciones locales, cuando el alcalde de Nagasaki fue abatido a tiros fuera de una estación por un miembro de la yakuza, la mafia japonesa.

Foto: Foto: EFE/Kimmasa Mayama.

Sin embargo, debido a la rareza de estos acontecimientos, la protección policial en eventos políticos es escasa y, durante la temporada de campaña, los votantes tienen muchas oportunidades de interactuar cara a cara con los principales líderes del país. El asesino de Abe pudo acercarse hasta escasos metros del político antes de disparar contra su espalda. "No es raro ver a ex primeros ministros u otros altos cargos haciendo campaña en las calles o frente a una estación de trenes sin que haya un equipo de seguridad visible", explicó Gearoid Reidy, editor senior de 'Bloomberg', en una columna de opinión.

La huella que dejarán los eventos de este viernes en Japón resulta imposible de exagerar. El país todavía se estremece al recordar los cinco ataques coordinados con gas sarín en el metro de Tokio hace casi tres décadas, perpetrados por el culto Aum Shinrikyo y en el que murieron 14 personas. El asesinato del primer ministro con más años de servicio de la historia japonesa, a vista de todos y a plena luz del día, resonará a lo largo de las décadas venideras con una intensidad todavía mayor.

No hubo ningún terremoto, pero la población japonesa experimentó este viernes una de las mayores sacudidas de su historia reciente. Las imágenes del ex primer ministro japonés Shinzo Abe tendido en el suelo, con la camisa blanca empapada en sangre tras recibir dos disparos por la espalda, están destinadas a permanecer grabadas a fuego en el imaginario colectivo de un país en el que la violencia, tras la Segunda Guerra Mundial, ha tendido a quedar relegada a las series de anime y las películas de terror.

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