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Massa o Milei: la peor Argentina ante sus peores elecciones
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Massa o Milei: la peor Argentina ante sus peores elecciones

Argentina celebra este domingo las elecciones más importantes de su historia reciente. En las urnas se enfrentan dos visiones antagónicas, mientras la pobreza crece entre una población cada vez más harta

Foto: Argentina elige nuevo presidente este domingo. (EFE/Juan Ignacio Roncoroni)
Argentina elige nuevo presidente este domingo. (EFE/Juan Ignacio Roncoroni)

"Estamos racionando la comida". Las palabras de Karina Galván pesan como una losa cuando las pronuncia. Lo dice de frente, a la cara, con más rabia que pena. "En mi familia, muchas veces comemos al mediodía o comemos a la noche. Por supuesto nos privamos de la carne".

El aire se hace denso a su alrededor mientras habla, sosteniendo un tupper abierto, en el mostrador de Los Niños Primero, un comedor social del barrio porteño de Barrancas que apoya a personas de la zona y de la humilde La Boca y que ha visto cómo se han multiplicado los que llegan a su puerta en busca de ayuda.

Karina espera a que viertan sobre su recipiente un poco de arroz. Hoy ha habido suerte y una empresa ha donado unos bizcochos porque una máquina falló al empaquetarlos y no tienen salida comercial. Tendrá la oportunidad de llevarle algo especial a su familia. Si no consiguiera alimentos en el comedor, no podría dar de comer a sus dos hijos y a su madre, enferma de cáncer.

Karina tiene un trabajo, limpiando y realizando diversos mantenimientos en una escuela de la zona. Se desloma ocho horas, de lunes a viernes, y cuatro horas adicionales los sábados, pero ni siquiera con su sueldo, sumado a la jubilación de su madre, logra mantener a los suyos sin ayuda. El precio de los servicios y, especialmente, el del alquiler, también se ha disparado.

placeholder Karina, en el comedor social. (Héctor Estepa)
Karina, en el comedor social. (Héctor Estepa)

Argentina celebra este domingo las elecciones más importantes de su historia reciente. En las urnas se enfrentan dos visiones antagónicas, la del peronista Sergio Massa, actual ministro de Economía, defensor de la justicia social y los subsidios para paliar desigualdades; y la del volcánico y disruptivo Javier Milei, que cree que hay un abuso de esas políticas y propone fuertes recortes de impuestos y del gasto social, así como dolarizar el país.

El resultado es incierto. Las encuestas dan empate técnico en unos comicios marcados por la irrupción de Milei —que se autodefine como "anarco capitalista"— en el panorama político, y también por la crisis que afecta al país.

placeholder Cada vez más argentinos acuden a comedores sociales. (Héctor Estepa)
Cada vez más argentinos acuden a comedores sociales. (Héctor Estepa)

Lo uno no se entiende sin lo otro. La pobreza crece en Argentina desde el segundo Gobierno de la peronista Cristina Fernández de Kirchner (2009 - 2015). Aumentó cinco puntos durante la administración del centro derechista Mauricio Macri (2015 - 2019) y ha vuelto a aumentar cinco puntos durante el mandato actual del peronista Alberto Fernández. De ahí el enfado que muchos ciudadanos tienen con sus políticos tradicionales. Las cifras son duras. El 40% de los argentinos viven ya bajo el umbral de la pobreza, que afecta a 18,6 millones de personas, según cifras oficiales. El 9,3% de la población vive en la indigencia.

"Estamos en la mierda", dice Abelardo, un mecánico en sus cincuenta años, que ha ido al comedor social de Barrancas a la carrera, con un casco de moto en cada mano, para recoger la comida que van a consumir sus hijos. Apenas pasa cinco minutos en el local, porque, después de pasar por casa, tendrá que salir a toda prisa a trabajar.

"Laburo desde las seis de la mañana y no tengo horario para volver. Lo más pronto que llego es a las siete, pero la mayoría de veces lo hago después de las diez y muchas veces me da la una, pero de la mañana. Ni con todo ese trabajo me alcanza. El dinero no tiene valor. Y estamos hablando de comida solamente. No hablemos de indumentaria, higiene, ni nada de eso. Antes sí nos daba hasta para irnos de vacaciones, aunque fuera una semana, un asado... ahora olvídate", lamenta el hombre, de familia numerosa, jadeando por la prisa que lleva.

La gran paradoja de cientos de miles de argentinos es que su trabajo no les da para vivir

La gran paradoja de cientos de miles de argentinos es que su trabajo no les da para vivir. El desempleo afecta a apenas el 6,2% de la población, pero la galopante inflación, que ya supera el 140% interanual, unida a la fuerte devaluación del peso, cuyo valor oficial ha caído un 50% con respecto al dólar en 2023, han fusilado el poder adquisitivo de los argentinos.

Lo pasa peor, por supuesto, quien vive de trabajos informales, no sujetos a subidas periódicas pactadas en convenios laborales del empleo formal, que ayudan a paliar la inflación, el mayor problema los argentinos.

Milei culpa a la impresión de dinero por parte del Gobierno como el origen de los males del país. Massa se defiende asegurando que los actuales problemas financieros son culpa del préstamo de 50.000 millones de euros que Macri pactó en 2018 con el Fondo Monetario Internacional (FMI), además de la pandemia y de la guerra de Ucrania, y dice que las medidas que propone su rival solo empeorarán la situación.

placeholder Lilian Galván, una jubilada. (Héctor Estepa)
Lilian Galván, una jubilada. (Héctor Estepa)

"En junio me di cuenta de que no tenía para comer", dice Lilian Galván, una jubilada, mientras toma un café soluble con sus amigas en un centro para pensionistas de Balvanera, no muy lejos del centro de Buenos Aires. "Fue un momento triste. Fui a la verdulería con 200 pesos (50 céntimos de euro al cambio oficial, 20 céntimos de euro en el mercado paralelo de divisas, ilegal, pero conforme al que multitud de negocios calculan precios) y me regalaron cosas. No me sentí rebajada, pero me di cuenta de que no tenía dinero para comprar al no haber visto la situación del país y no haber hecho un plan acorde", añade la pensionista, mientras le da vueltas a la cucharilla de su taza.

Los jubilados están sufriendo especialmente la crisis. El poder adquisitivo de sus pensiones se ha erosionado con la inflación y la devaluación del peso, a pesar de subidas periódicas de sus pagas. "Todo este problema social hace que uno se ponga violento. Nuestra sociedad está violenta en este momento. Te tocan el carro y ya sales a matar al otro. Estamos desquiciados", interpela Marta, una jubilada que está compartiendo la tarde con Lilian y que admite que ya no come carne.

Hoy en día indudablemente el tema de salud es algo fundamental. No tenemos muchos insumos porque no permiten el ingreso de los mismos por un tema de dolarización. No permiten que los dólares salgan del país y las compras quedan estancadas. Hay paralizados tratamientos oncológicos”, señala por su parte Christian Frías, de la Unión Civil Asociación de Jubilados y Pensionados.

Millones de argentinos hacen un ejercicio de ingeniería diario para cuadrar sus cuentas y perder el menor dinero posible debido a la inflación.

Lilian también desarrolló sus estrategias después del shock que sufrió en junio. Ella se gasta la pensión prácticamente de golpe. Compra comida, y la guarda. Así le gana unos pesos a la inflación. También ha llegado a un acuerdo con su nieto para vender sus antiguas camisetas de fútbol por internet. Con lo que ambos ganan, sacan para seguir manteniendo el pulso a la inflación. Lilian incluso se ha animado y vende más cosas que ya no necesita a través de la red.

placeholder Leandro busca ropa que llevarse. (Héctor Estepa)
Leandro busca ropa que llevarse. (Héctor Estepa)

A esa ingeniería están abocados también, por supuesto, todo tipo de comercios. Los dueños de tiendas en Argentina pasan horas haciendo cuentas en sus trastiendas para no perder dinero. "A medida que los proveedores aumentan los precios, nosotros vamos aumentando", asegura, tras una reja, entre cables, interruptores y el más diverso aparataje, Osvaldo Cruz, socio de una ferretería bonaerense. La escalada de precios es tan rápida, que, en ocasiones, cuando ha ido a reponer un producto, se ha dado cuenta de que lo había estado vendiendo durante días al por menor a un precio inferior al que valía la reposición al por mayor.

"En algunas cosas cambiamos los precios en las cajitas, pero en otras no alcanzamos, por la rapidez, y lo hacemos directamente con la calculadora a la hora de vender", asegura el comerciante, de 74 años, que continúa trabajando por una mezcla de querer y también de no poder quedarse en casa por la situación económica. "Hemos aprendido a vivir así. No te queda de otra. Yo, que ya tengo cierta edad, te digo, fue hasta peor en el 89, con (el expresidente) Alfonsín. Ahí las cosas cambiaban de manera abismal de precio de la noche a la mañana", recuerda, rememorando las crisis cíclicas que vive el país. "La gente lo entiende. Aprendimos así. Qué le vamos a hacer. Tampoco se enfada nadie cuando les subo el precio. Yo también soy la gente, claro, y a mí también me sube la fruta el frutero. Estamos todos igual", dice, mientras departe con un cliente que ha torcido el gesto cuando le ha dado el precio de una cinta metálica.

placeholder Osvaldo Cruz, en su ferretería. (Héctor Estepa)
Osvaldo Cruz, en su ferretería. (Héctor Estepa)

La crisis ha provocado un aumento de la migración, para la que no hay cifras concretas, pero que muchos han sentido en sus familias o entre su círculo de conocidos. "En Argentina no hay futuro. No se puede progresar", dice Daniel Gutiérrez, un joven que ha puesto, como muchos otros, su vida en marcha para migrar a España. Muchos tienen la oportunidad de emprender una vida en Europa gracias a la ciudadanía española o italiana que los dos países otorgan a los descendientes de quienes hicieron el camino contrario, hace décadas, para sobrevivir. Daniel quiere estudiar para ser tripulante de cabina, y está esperando la respuesta de una empresa para poder gestionar su visado.

Él no esperará. No cambiará su decisión, gane quien gane los disputados comicios de este domingo.

Elecciones tensas

Los días previos a la cita electoral han sido tensos debido a las denuncias desde la campaña de Milei de irregularidades en las urnas. El entorno del economista denunció este miércoles, sin pruebas, un "fraude colosal", con funcionarios cambiando boletas de Milei por las de Massa tanto en las primarias de agosto como en el primer turno de octubre. Este viernes se desdijeron, pero el mismo candidato ha espoleado las sospechas, también sin ofrecer pruebas, y en las redes sociales, donde Milei es muy fuerte, se ha difundo contenido en ese sentido.

La segunda vuelta ha estado marcada por el apoyo de Patricia Bullrich a Milei. La candidata del macrismo logró un 23,8% de votos en primera vuelta, básicos para la victoria del economista, pero también para Massa, que está intentando pescar en ese caladero, buscando a los más centristas que teman el tono o las medidas propuestas por el economista.

Parece estar teniendo cierto éxito en esa empresa, porque la práctica totalidad de encuestas dan un empate técnico, y algunos sondeos ofrecen una ligera inclinación hacia el candidato peronista, que logró el 36% de los votos en el primer turno, seis puntos más que su rival.

El apoyo de Macri a Milei es un arma de doble filo. Por un lado, reviste al volcánico economista de "institucionalidad", haciendo su candidatura más "comprable" para las élites empresariales, un segmento que domina el expresidente y que recela del anarco capitalista. Pero al mismo tiempo, le ha restado apoyos de, hasta ahora, leales libertarios que rechazan haberse unido a la "casta" que Milei tanto criticó, y en la que no solo incluyó, durante años, al peronismo, sino también al macrismo. Está por ver si esa pérdida de apoyos de algunas personalidades hasta ahora afines, y muy activas en redes, es puntual o se traduce también en votos.

Casi todas las encuestas dan un empate técnico entre los dos candidatos

En juego están también los 1.802.000 votos logrados en el primer turno por el peronista disidente Juan Schiaretti (6,73%), que hizo campaña desde el cordobesismo, una importante región donde Massa apenas logró el cuarto lugar. Parece seguro que la práctica totalidad de los 722.000 sufragios (2,69%) obtenidos por Myriam Bregman van a ir a Massa.

Decidirán los indecisos, entre el 6% y el 10%, según las encuestas, y las personas que vayan a votar en blanco, la mayoría de las cuales optó por Schiaretti o Bullrich en primera vuelta.

"Tengo miedo", asegura Lionel Espinosa, trabajador del sector público —no quiere especificar dónde— que también acude a un comedor social porque su sueldo no le da para comer. Siempre se movilizó por la ciudad en coche, pero lo vendió y ahora va a trabajar en bicicleta. "Trabajamos todas nuestras vidas, y ahora parece que trabajar no sirve. Esto es un globo que se está hinchando y va a reventar. Hay un momento en el que la gente no va a aguantar más y cuando la gente diga 'hasta acá llegó todo', entonces hasta acá llego todo. Va a tener que pasar, porque es un orden natural", lamenta, ante la crucial cita con las urnas.

"Estamos racionando la comida". Las palabras de Karina Galván pesan como una losa cuando las pronuncia. Lo dice de frente, a la cara, con más rabia que pena. "En mi familia, muchas veces comemos al mediodía o comemos a la noche. Por supuesto nos privamos de la carne".

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