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¿Un punto de inflexión para los Brics? La cumbre sin Putin es también la más crucial
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Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica

¿Un punto de inflexión para los Brics? La cumbre sin Putin es también la más crucial

Desde este marte hasta el jueves, los países que conforman el bloque se reunirán en la ciudad sudafricana de Johannesburgo

Foto: Un grupo de personas pasa por delante del Centro de Convenciones de Sandton, que acogerá la próxima cumbre de los Brics. (Reuters/James Oatway)
Un grupo de personas pasa por delante del Centro de Convenciones de Sandton, que acogerá la próxima cumbre de los Brics. (Reuters/James Oatway)
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Los llamados Brics celebrarán esta semana la que podría llegar a ser la cumbre más relevante de su historia. Desde el martes hasta el jueves, los países miembros de cuyas iniciales se deriva este acrónimo —Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica— se reunirán en la ciudad sudafricana de Johannesburgo para decidir, en más de un sentido, el futuro de este bloque informal. La cita es crucial para varios de sus miembros, empezando por Rusia: Moscú respalda que los Brics admitan a nuevos miembros, y que desarrollen su propia divisa que permita plantarle cara al dólar y al euro y, en último término, sortear las sanciones asociadas con esas monedas. Y a nadie se le escapa que el propósito es afianzar el componente geopolítico de la entidad —frente al meramente económico que ha predominado hasta ahora—, que permita impulsar lo que Rusia y China denominan multipolaridad, frente a la hegemonía de Occidente.

La relevancia de la reunión queda subrayada por los casi setenta jefes de estado a los que Sudáfrica ha invitado. A pesar de ello, el propio Vladímir Putin no acudirá para evitar poner en un brete al Gobierno sudafricano, que como signatario del Tribunal Penal Internacional se vería obligado a decidir entre hacer efectiva la orden de arresto contra el presidente ruso o violar la legalidad internacional para no hacer enfadar a su aliada Rusia. En lugar de ello, el país eslavo estará representado por el ministro de exteriores, Sergei Lavrov.

Foto: El presidente ruso, Vladímir Putin, durante la reunión virtual de los BRICS. (Reuters)

Los planes de expansión están también respaldados por China. Según el embajador sudafricano ante el bloque, Anil Sooklak, la lista de países interesados en unirse a los Brics incluye a más de 40 países, 22 de los cuales habrían realizado un acercamiento formal a la institución. En una u otra categoría estarían aliados estrechos de Moscú o Pekín, como Siria, Bielorrusia, Nicaragua, Irán o Venezuela, pero también potencias regionales como Egipto, Argelia, México o Nigeria, socios estrechamente tradicionales de los países occidentales, pero cada vez más omnialineados como Arabia Saudí o Emiratos Árabes Unidos, e incluso un Estado miembro de la OTAN como Turquía.

Hay que puntualizar que es difícil saber cuáles de estos países simplemente han mostrado interés y cuáles han presentado una solicitud formal, y probablemente la diferencia no sea muy importante. Hasta el pasado julio, los Brics ni siquiera tenían claro cuáles deberían ser los criterios que se deberían aplicar para la expansión, y si ese mes tuvieron una reunión para tratar de determinarlo, estos no se han hecho públicos. Todo ello hace pensar que probablemente hay un importante componente propagandístico en estos anuncios.

Las discrepancias acerca de esta expansión, en cualquier caso, son profundas. Brasil y Sudáfrica, y sobre todo India, se oponen a abrir la puerta a nuevos miembros, lo que podría diluir su propia importancia en esta coalición. Tampoco les hace demasiada gracia que muchos de los aspirantes sean enemigos declarados de EEUU y Europa, y temen que su acceso le otorgue al bloque un sesgo demasiado antioccidental, en detrimento de las posturas de no alineación. China, sin embargo, está decidida a mover todas sus palancas para convertir a los Brics en un bloque rival al G7, a base de pura acumulación de músculo económico colectivo. "Si expandimos los Brics para que cubran una porción similar del PIB global que el G7, nuestra voz colectiva en el mundo será más fuerte", ha declarado un anónimo funcionario chino al diario Financial Times en las horas previas a la cumbre.

De bloque económico a alianza geopolítica

Los Brics nacieron como resultado de un documento analítico escrito por el economista británico Jim O'Neill en 2001, titulado "¿Está el mundo emergente aún emergiendo?", en el que abogaba por un cambio en la gobernanza económica mundial ante la creciente pujanza de una serie de países en vías de desarrollo a los que ya no cabía ignorar de ningún modo. A los gobiernos de esos países les encantó el concepto y comenzaron a trabajar sobre él, hasta que en 2006 celebraron su primera reunión, en los márgenes de la 61ª Asamblea General de la ONU, seguida de la primera cumbre en la ciudad rusa de Ekaterimburgo en 2009. Al año siguiente se integró a Sudáfrica, en parte porque los países miembros consideraron que no podían considerarse una voz autorizada del sur global sin contar con un solo socio en el continente africano, y en parte como concesión a las crecientes relaciones entre Pekín y los estados de África. En 2014, el bloque creó el que hasta la fecha es su logro más relevante, el Nuevo Banco de Desarrollo, como una alternativa al Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, cuyas durísimas exigencias de reformas para acceder a préstamos habían causado un intenso resentimiento en el mundo en desarrollo.

En realidad, con la excepción de China, ninguno de estos países ha llegado realmente a despegar económicamente a lo grande, y algunos, como Rusia, están en serios problemas. Esto le ha valido al Brics casi desde su fundación una legión de críticos que aseguran que, dada su diversidad de sistemas políticos, capacidades económicas e intereses en ocasiones incompatibles, este bloque es poco más que un club de caballeros reunidos bajo unas siglas comunes pero sin capacidad de una verdadera proyección internacional.

Pero los Brics no son irrelevantes: la pertenencia a esta alianza ofrece una serie de ventajas tangibles, desde el impedir el aislamiento de sus miembros —por ejemplo, ninguno de los Brics ha participado en las sanciones a Rusia tras la invasión de Ucrania— hasta el otorgarles un estatus que de otro modo no tendrían: así, por ejemplo, Brasil puede seguir definiéndose como mercado emergente, pese a la caída pronunciada de su contribución al PIB global, lo que facilita el atraer nuevas inversiones. Esto ha convertido a esta alianza poco menos que informal en un proyecto mucho más resiliente de lo que podría parecer a simple vista, y con una importancia diplomática cada vez mayor, que ahora algunos de sus socios esperan capitalizar y explotar a fondo.

Foto: Una pegatina crítica con Putin en la camiseta de un opositor durante una marcha de protesta en el centro de Moscú, en febrero de 2012 (Reuters).

"La lógica original que O'Neill aseguró que juntaría a los Brics —una experiencia común en crecimiento económico sostenido— no se ha mantenido. Brasil, Rusia y Sudáfrica no han logrado cubrir las expectativas de crecimiento, y aunque India ha disfrutado de unos resultados más sólidos, no ha mantenido el ritmo respecto a China. En lugar de eso, la alianza de los Brics ha evolucionado lentamente hacia una coalición en gran medida geopolítica que aspira a promover una agenda y un enfoque sobre las cuestiones internacionales distintos a los de un G7 dominado por Occidente", señala Mark A. Green, presidente del Centro Wilson, en un análisis de finales de mayo. "El mito de las economías emergentes se ha disipado. Los países Brics están experimentando su momento geopolítico", coincide Günther Maihold, subdirector del Instituto Alemán de Asuntos Internacionales y de Seguridad (SWP), en declaraciones a Deutsche Welle.

"Mientras que China ha estado desde hace años a favor de añadir a nuevos miembros, India y Brasil han sido escépticas desde hace mucho tiempo, al temer que eso diluiría su influencia dentro del grupo y que admitir a miembros más pequeños reduciría la exclusividad y el prestigio de los Brics. Pero igual de importante, les preocupa que eso convertiría a los Brics en un bloque liderado por China. De hecho, los funcionarios brasileños e indios probablemente tienen razón al asumir que países como Argelia, Argentina, Egipto e Irán ven la pertenencia a los Brics como un medio, ante todo, de lograr un acceso más fácil a la inversión y el apoyo financiero chinos”, señala el analista brasileño Oliver Stuenkel, uno de los mayores expertos del mundo en los Brics, en un artículo en la publicación The Economist. “Rusia y Sudáfrica han hecho sus propios cálculos. Rusia, por razones obvias, está ahora muy a favor de la expansión de los Brics como un modo de contrarrestar su creciente aislamiento en Occidente. Mientras tanto, es improbable que el Gobierno sudafricano se oponga a China en el asunto de la expansión, consciente de que fue China quien demandó la entrada de Sudáfrica", añade.

Sin novedad en el frente (económico)

Otro de los aspectos que planea sobre la cumbre es la idea de que los Brics creen una divisa propia que, respaldada por sus estados miembros, pueda mirar de frente a frente al dólar y el euro, reduciendo el poder que eso les otorga a los gobiernos de EEUU y la UE en la escena internacional. En Rusia abundan las voces que hablan de ello como si fuera algo inminente, casi un hecho consumado. Pero aunque otros líderes de los Brics, como el brasileño Luis Inázio Lula da Silva, se han mostrado públicamente muy favorables a la medida, la realidad es mucho más prosaica.

Foto: Imagen cedida por la Interprofesional del Aceite de Oliva Español.

Para poder llevar a cabo la iniciativa, los países miembros tendrían que establecer un consenso sobre los mecanismos para determinar las tasas cambiarias, implementar sistemas de pago eficientes y desarrollar un mercado financiero estable y bien regulado. Por ahora, los esfuerzos se han limitado a coquetear con un sistema de pagos llamado Brics Pay para permitir las transacciones entre los países miembros sin tener que convertir sus respectivas divisas a dólares, y a discusiones sobre la posibilidad de crear una "criptomoneda Brics", que no han llegado muy lejos.

El propio Jim O'Neill, al ser preguntado sobre las declaraciones públicas de Lula sobre una divisa común de los Brics, ha calificado de "ridículas" estas aspiraciones. "¿Van a crear un banco central de los Brics? ¿Cómo lo harían? Es casi vergonzante", ha afirmado. En último término, las disparidades económicas entre los diferentes miembros —el PIB de China supera al de los otros cuatro socios en conjunto, por ejemplo—, así como la diversidad de intereses, termina siempre por imponerse. Si bien Pekín vería con buenos ojos la existencia de esta divisa, no parece muy dispuesto a vencer los obstáculos burocráticos y llevar a cabo los pasos necesarios para desarrollar un mecanismo que, a diferencia de Moscú, apenas necesita.

Ante este estado de cosas, el bloque ha confirmado que el asunto de una "divisa Brics" no está en la agenda en Johannesburgo. En lugar de eso, se enfocará en el objetivo mucho más realista de promover el uso de las monedas de sus estados miembros en las transacciones bilaterales, algo que ya lleva tiempo ocurriendo.

De lo que ocurra en esta cumbre, pues, dependerá no solo la forma que adoptarán los Brics, sino también el proyecto multipolar. "La expansión de los Brics no sería un signo de la creciente capacidad diplomática del grupo, sino al contrario, dado que encontrar un denominador común se volvería más difícil. La expansión, más bien, sería un reflejo de la creciente influencia de China al definir el futuro del bloque", opina Stuenkel. Unos Brics ampliados vendrán a significar que Pekín ha logrado imponerse a la oposición en firme de varios de sus otros miembros, demostrando así que, con el paso de los años, ha acabado por hacerse con las riendas de la alianza. La respuesta, en pocos días.

Los llamados Brics celebrarán esta semana la que podría llegar a ser la cumbre más relevante de su historia. Desde el martes hasta el jueves, los países miembros de cuyas iniciales se deriva este acrónimo —Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica— se reunirán en la ciudad sudafricana de Johannesburgo para decidir, en más de un sentido, el futuro de este bloque informal. La cita es crucial para varios de sus miembros, empezando por Rusia: Moscú respalda que los Brics admitan a nuevos miembros, y que desarrollen su propia divisa que permita plantarle cara al dólar y al euro y, en último término, sortear las sanciones asociadas con esas monedas. Y a nadie se le escapa que el propósito es afianzar el componente geopolítico de la entidad —frente al meramente económico que ha predominado hasta ahora—, que permita impulsar lo que Rusia y China denominan multipolaridad, frente a la hegemonía de Occidente.

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