Es noticia
Los niños que Rusia se llevó: "Dijeron que mi hija era huérfana y querían convertirla en rusa"
  1. Mundo
La mayor tragedia de Ucrania

Los niños que Rusia se llevó: "Dijeron que mi hija era huérfana y querían convertirla en rusa"

Oksana estuvo buscando durante meses a su hija Liza, que fue recluida contra su voluntad por parte de Rusia en una ciudad de Jersón cuando la ciudad estaba ocupada

Foto: Niños celebran la retirada de las tropas rusas en Jersón, en noviembre de 2022. (Valentyn Ogirenko/Reuters)
Niños celebran la retirada de las tropas rusas en Jersón, en noviembre de 2022. (Valentyn Ogirenko/Reuters)

La puerta se abre y una mujer rubia de 40 años entra con una sonrisa. Empieza a saltar y grita: "¡Lo he conseguido! ¡He recuperado a mi Liza!". Han pasado meses desde que Oksana Galkina perdió la pista de su hija de 16 años en Jersón. Cuando el territorio todavía estaba ocupado por las fuerzas rusas, su hija Liza desapareció de la noche a la mañana. En ese momento, empezó la misión más difícil de su vida, que la llevó a viajar a varios países de la Unión Europea para llegar hasta Moscú y denunciar que su hija estaba siendo recluida. "Dijeron que era huérfana, se la llevaron y querían convertirla en rusa", explica Oksana.

La madre y la hija se han vuelto a abrazar después de meses separadas. A las afueras de Kiev, la organización Save Ukraine lleva a cabo misiones de rescate para reunir a los niños que Rusia ha deportado de manera ilegal para volver a reunirlos con sus familias. Allí es donde Liza ha explicado una parte de lo que ha vivido cuando estaba bajo la tutela de las fuerzas del Kremlin. "Le ofrecieron la ciudadanía rusa, pero ella la rechazó. Estaba en territorio ocupado, y la obligaron a seguir el plan de estudios de la escuela rusa", explica la organización, según las declaraciones de la adolescente.

Foto: Cardenal Matteo Zuppi, enviado del papa Francisco. (Reuters/Maxim Shemetov)

El caso de Liza es uno de los miles que se han registrado en Ucrania desde 2014 y que han aumentado después de la invasión a gran escala en 2022. Según el Gobierno ucraniano, 16.226 niños han sido deportados a Rusia, de los cuales 10.513 han sido localizados y más de 300 han regresado. Sin embargo, el número de niños desaparecidos es solo una estimación. "No sabemos cuántos niños pueden haber sido secuestrados. Sabemos que algunos de estos niños son llevados a campamentos en Rusia o en territorios ocupados, y que no les dejan tener contacto con el exterior. Allí los rusifican, los obligan a deshacerse de su nacionalidad y cultura ucraniana. Y, si no lo hacen, pueden ser víctimas de violencia", afirma Mykola Kuleba, director de Save Ukraine y defensor del pueblo para los niños ucranianos hasta 2021. Por su parte, el Kremlin sostiene que muchos de estos niños han perdido a sus familias en la guerra, y que les ponen bajo la tutela de los servicios sociales hasta que un familiar aparezca.

Liza rechazó el pasaporte ruso, aunque no dio detalles sobre si esta postura había provocado actos violentos por parte de los rusos que la controlaban. Durante ocho meses, la adolescente vivió en una habitación de una residencia universitaria en Genichesk, una ciudad de Jersón. "Hacía mucho frío en el viejo dormitorio. Estábamos rodeados de soldados rusos. No se nos permitía cerrar las puertas de nuestras habitaciones. Los soldados podían venir con una inspección incluso de noche", recuerda Liza.

Durante esos meses, los niños y adolescentes que estaban en el mismo centro estaban sujetos a horarios estrictamente regulados y se les prohibía hablar en ucraniano o posicionarse a favor de Kiev en la guerra. "En muchos casos, lo pintan como campamentos de verano donde los fuerzan a estudiar ruso y a cantar el himno de Rusia. Les dicen todo el rato que el país es grande y que Ucrania es el enemigo", sostiene Kuleba en entrevista con El Confidencial.

Vacaciones en Crimea

Mientras Liza estaba sujeta al "régimen" ruso en Genichesk, su madre estaba desesperada por encontrarla. Antes de que el territorio de Jersón fuera liberado, Oksana accedió a que su hija viviera en una residencia de la ciudad mientras la adolescente estudiaba para convertirse en pastelera. Una semana después del inicio de clases, Galkina decidió visitar a su hija. Al llegar, se dio cuenta de que tanto Liza como una gran parte de los otros estudiantes habían desaparecido. "A través del servicio social, descubrí que fueron llevados a Crimea "de vacaciones. Pero no di permiso para eso".

Las presuntas vacaciones, que iban a durar dos semanas, se extendieron durante tres meses, hasta que Liza fue enviada a Genichesk. “La amenazaron con que, si no iba, la encerrarían en el sótano”, recuerda su madre. Después de contactar con amigos y compañeros de clase de su hija, Oksana encontró a su hija en redes sociales y descubrió que tenía un operador de telefonía ruso. Allí empezó el viaje, junto con otros padres y tutores legales de niños tomados por Rusia, por la UE y Moscú, hasta conseguir volver a verla.

Foto: Fotografía de archivo de Vladímir Putin. (Reuters)

La historia de esta familia coincide con la situación que han denunciado defensores y organizaciones de derechos humanos, además de las acusaciones para que la Corte Penal Internacional emitiera una orden de arresto contra Vladímir Putin y María Lvova-Belova, comisionada presidencial para los Derechos del Niño en Rusia.

La comisionada rusa ha negado las acusaciones y afirmó que estaban intentando reunir a los niños ucranianos con sus familias. Sin embargo, Mykola Kuleba sostiene que tiene las pruebas suficientes, a través de declaraciones de niños que han sido “rescatados”, de que el Kremlin está utilizando la guerra para deportar a menores ucranianos y convertirlos en rusos. "Voy a explicar lo que hacen con una historia. Imagina que un hombre llega a tu casa, te mata con un arma, viola y asesina a tu esposa. Antes de irse, quema la casa y se lleva a tus hijos. Ese hombre llega al pueblo de al lado, con los niños de la mano, y, cuando los vecinos le preguntan si ha secuestrado a esos niños, dice: ‘He salvado a estos niños, su casa estaba ardiendo".

placeholder Familiares reunidos después de ser deportados. (Save Ukraine)
Familiares reunidos después de ser deportados. (Save Ukraine)

Kuleba subraya que esto es precisamente lo que está pasando en Ucrania, y que los rusos llegan a pueblos, se llevan a los niños, y luego no dejan que nadie confirme que están bien, o que se comuniquen con sus familias. Detrás de estos "secuestros" se esconde, según el director de Save Ukraine, una clara intención de despojar a los menores de su cultura ucraniana. "Es una clara política rusa y que llevan imponiendo desde 2014. Les quieren lavar el cerebro a los niños y convertirlos en rusos. Si alguno se identifica como ucraniano, está expuesto a un castigo, y eso puede ser muy peligroso. Además de los abusos, pueden ser apartados de los grupos, estar aislados de todos", explica Mykola Kuleba a este periódico.

"Los niños tienen miedo a contar lo que han vivido"

La estrategia del terror que han utilizado las fuerzas de Moscú para evitar que los niños se identifiquen como ucranianos ha calado en el resto de la población. El defensor de los niños recuerda la historia de una mujer que vivía en un territorio ocupado y que acogió de manera legal a dos niños que perdieron a su familia en la guerra. "Durante un año y tres meses, solamente salían a la calle de noche, a escondidas. El resto del día estaban escondidos en un búnker porque tenían miedo de que les vieran los rusos y de que secuestraran a los niños".

Para poder encontrarlos, Save Ukraine ha habilitado una línea telefónica disponible 24 horas al día, los siete días a la semana, a través de la cual reciben información sobre los menores. Ya sea una llamada de las personas que viven cerca de campos donde creen que puede haber niños recluidos, familiares, o hasta los propios menores, la organización intenta trazar una línea para poder llegar hasta ellos. También reciben información a través de redes sociales, por conocidos o amigos de las personas que han sido presuntamente secuestradas. "A veces, es muy difícil, porque los niños tienen mucho miedo de hablar, creen que los servicios de inteligencia pueden interceptar las llamadas que nos hagan. Conocen a los rusos y saben que pueden hacerlo", lamenta Kuleba. Sobre todo los niños que han sido víctimas de violencia o abusos —normalmente, por no obedecer— son muy propensos a guardar silencio.

Foto: Viktor Medvedchuk junto a Vladimir Putin. (Reuters/Sputnik)

A través de las experiencias de los menores que han vuelto con sus familias, organizaciones como Save Ukraine han podido tener más detalles sobre la estrategia que utilizan los rusos para, en algunas ocasiones, convencerlos de que irse a Rusia o a territorios ocupados es la mejor opción para ellos. Por ejemplo, algunos adolescentes han explicado que los soldados del Kremlin les decían que, si se convertían en rusos, recibirían un piso gratis cuando cumplieran los 18 años. Omitían la letra pequeña, como que ese apartamento podría estar en una zona rural, a cientos de kilómetros de la capital o de ciudades grandes.

Además, la organización afirma que los rusos han conseguido "lavar el cerebro" de algunos menores, y que les cuentan que los ucranianos son nazis —el argumento que utilizó Putin para invadir el país— y que ha sido Kiev quien ha iniciado una guerra contra Moscú. Ese discurso ha convencido a algunos niños que, cuando vuelven a Ucrania con sus familias, dicen que odian su país.

placeholder Una familia reunida después de la deportación. (Save Ukraine)
Una familia reunida después de la deportación. (Save Ukraine)

Los reencuentros, continúa Kuleba, no son siempre fáciles y algunos menores culpan a sus padres o familiares de que les hayan deportado porque no supieron cuidar de ellos. "Puede ser una forma de lidiar con el trauma que han sufrido. Han estado meses inmersos en algún centro, donde los obligan a corear el himno ruso, todos los días, donde les dicen que los ucranianos son los malos y donde los amenazan si no les siguen la corriente. Eso afecta a las futuras reacciones con sus familias, por supuesto, ya sea por miedo o por el trauma", sostiene el fundador de la organización.

Los niños "robados" de Ucrania será uno de los dramas que el país tiene que afrontar cuando acabe la guerra. Un drama que se une a los menores que han tenido que abandonar el país y que no está claro si volverán. Los que viven en territorios ocupados por Rusia o bajo los ataques de artillería. "No sabemos cuándo acabará la guerra, cuántos niños podrán volver y podrán volver a sus vidas. Esta es una de las mayores tragedias de Ucrania, este impacto generacional que durará décadas", concluye Mykola Kuleba.

Oksana y su hija Liza vuelven a estar juntas después de meses separadas. La adolescente nunca cedió ante los rusos y mantiene su pasaporte ucraniano. No quiere hablar de todo lo que vivió mientras estuvo bajo cautiverio ruso porque, ahora, lo importante es que ha vuelto a casa con su madre. Una de las cerca de 300 historias con final feliz a la que miles de familias aspiran todos los días mientras luchan por recuperar a sus hijos.

La puerta se abre y una mujer rubia de 40 años entra con una sonrisa. Empieza a saltar y grita: "¡Lo he conseguido! ¡He recuperado a mi Liza!". Han pasado meses desde que Oksana Galkina perdió la pista de su hija de 16 años en Jersón. Cuando el territorio todavía estaba ocupado por las fuerzas rusas, su hija Liza desapareció de la noche a la mañana. En ese momento, empezó la misión más difícil de su vida, que la llevó a viajar a varios países de la Unión Europea para llegar hasta Moscú y denunciar que su hija estaba siendo recluida. "Dijeron que era huérfana, se la llevaron y querían convertirla en rusa", explica Oksana.

Conflicto de Ucrania Niños
El redactor recomienda