Incursiones y atentados: por qué una tercera intifada en Palestina no será lo mismo
Israel ha lanzado la operación militar más cruenta de las últimas dos décadas en Cisjordania, donde nuevos grupos armados están ganando popularidad y fuerza
Las habituales incursiones militares israelíes en el norte de Cisjordania, muy recurrentes en los últimos años, se han transformado esta semana en una operación a gran escala por tierra y aire, que finalizó este martes tras 44 horas y que recuerda al modus operandi de Israel durante la Segunda Intifada. Desde entonces, hace veinte años, que no se vivían bombardeos ni tampoco despliegues de soldados de esta magnitud en los territorios palestinos. A excepción de Gaza. La respuesta árabe no se ha hecho esperar: protestas en las calles, gestos de rechazo por parte de la Autoridad Nacional Palestina, comunicados de condena por parte de países musulmanes, y un atentado por atropello y acuchillamiento en Tel Aviv, este martes, en el que han resultado heridos al menos siete israelíes.
El Ejército israelí comenzó la retirada de tropas del campo de refugiados de Yenín
¿Son estos los ingredientes para una nueva intifada en Palestina? El analista Hugh Lovatt, investigador del European Council on Foreign Relations (ECFR), contesta con rotundidad: "Absolutamente". "Si estamos o no actualmente en una intifada es algo difícil de saber, y que probablemente solo veamos con el tiempo, pero estoy convencido que estamos en una trayectoria que nos lleva a una tercera intifada", afirma Lovatt, en conversación con El Confidencial. El experto explica que esta situación no se dará "de la noche a la mañana" ni como "una gran explosión", pero asegura que hay múltiples factores que apuntan en esta dirección.
El primer elemento a tener en cuenta, dice Lovatt, es el hecho que los grupos armados palestinos se "están reenergizando" y tienen un amplio apoyo popular. "Tras dos décadas de marginalización, los grupos armados han ganado peso, ante la debilidad de la Autoridad Nacional Palestina y los continuos ataques del ejército israelí", sostiene Lovatt. El segundo factor, según el analista, es que muchos miembros de las fuerzas de seguridad palestinas, y también las bases de partidos políticos como Fatah, están apoyando cada vez más y de manera más clara la lucha armada. E incluso cooperan, sin el aparente conocimiento de sus superiores, con movimientos como las Brigadas de Yenín o la Guarida del León, facciones surgidas recientemente que no tienen afiliación política, ni más programa que la lucha contra Israel.
Lovatt explica que esta situación no se dará "de la noche a la mañana" ni como "una gran explosión"
En este sentido, Lovatt considera que la aparente falta de unidad de los palestinos y sus facciones políticas y armadas no evitaría una nueva intifada. "La tercera intifada no tiene por qué parecerse a la segunda, como esta no se pareció a la primera", afirma Lovatt, que indica que aunque los liderazgos de los grupos armados palestinos estén divididos, esta falta de unión no se da a nivel de base. "Hay mucha cooperación, aunque los líderes estén en desacuerdo. Y hay muchas sinergias a escala local", asegura el experto. Tampoco la desconexión y fragmentación territorial de Palestina, rodeada de asentamientos y muros israelíes, sería un impedimento para una insurrección en masa, dice Lovatt: "Todo está interconectado" y cualquier evento en un punto de Cisjordania, en Gaza o incluso en Israel, se vive de manera colectiva.
En cuanto al papel del anciano y enfermo presidente palestino, Mahmud Abbas, Lovatt considera que su figura no evitará ni promoverá una insurrección, y que su muerte o dimisión solo añadiría un ingrediente a una intifada que ya está en el horizonte: la de las luchas internas palestinas. "Actualmente, estamos viendo mucha violencia entre israelíes y palestinos, pero lo que podría haber en este caso es una crisis de sucesión y una posible explosión de violencia interna palestina", opina el analista. En cualquier caso, la corrupción y debilidad de la Autoridad Nacional Palestina y de su presidente son un factor clave para entender la fuerza de los nuevos grupos armados, así como el auge de Hamás en Cisjordania. Un factor que, sumado al extremismo del actual gobierno israelí y a su predisposición a intervenir militarmente en Cisjordania, puede resultar explosivo.
En este sentido, el analista Avi Melamed, antiguo miembro de la inteligencia israelí y exasesor principal de asuntos árabes de dos alcaldes de Jerusalén, explica que a Israel "no le interesa" que Abbas o la Autoridad Nacional Palestina caigan. Tampoco le conviene una respuesta condenatoria por parte de la comunidad internacional, y especialmente de Estados Unidos, que sigue siendo el mayor aliado de Israel. Por ello, vaticina que las actuales incursiones masivas en el norte de Cisjordania, si bien podrían aumentar en contundencia y en uso de medios aéreos y terrestres, difícilmente se transformarán en una invasión completa a los territorios palestinos. "No es lo más sabio", concluye.
Así, aunque diversos líderes políticos israelíes, y múltiples miembros del gobierno del país —el más derechista de la historia de Israel— han reclamado una intervención mayor en Palestina, Melamed considera que esta es "muy poco probable". "Los militares no apoyan una estrategia así, y la situación en Cisjordania es muy frágil. Además, Israel tiene mala experiencia en esto. Más allá de las posiciones políticas de algunos ministros, no creo que acabe pasando", afirma el experto. Melamed se refiere a voces como la del ministro de Finanzas y viceministro de Defensa, Bezalel Smotrich, de la formación ultraderechista Partido Sionista Religioso, que hace dos semanas reclamó "reemplazar las [incursiones con] pinzas con una operación amplia para erradicar los nidos de terroristas". "Ha llegado el momento de enviar fuerzas aéreas y tanques para proteger las vidas de nuestros combatientes", dijo.
Los últimos acontecimientos
La actual escalada violenta entre palestinos e israelíes se lleva fraguando desde hace meses, pero tuvo su pico este lunes. El ejército israelí lanzó de madrugada una intensa acción militar, con más de veinte bombardeos en veinticuatro horas y más de un millar de efectivos y decenas de blindados sobre el terreno. La operación se centró en la ciudad de Yenín, en el norte de Cisjordania, aunque todavía no se ha descartado que se extienda a otras poblaciones. Al menos 12 árabes murieron, y más de un centenar resultaron heridos, en las primeras horas del ataque. El ejército detuvo a más de 100 sospechosos, incautó numerosas armas y explosivos, y destruyó almacenes de armamento y centros de mando de las milicias palestinas, según fuentes de las fuerzas de seguridad.
Además, el Ejército de Israel anunció el martes la muerte de un soldado israelí en un intercambio de disparos por los enfrentamientos. "Un combatiente permanente de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) ha muerto esta noche por disparos durante la operación contra la infraestructura terrorista en el campo de refugiados de Yenín", reza un comunicado.
Yenín y su adyacente campo de refugiados se han convertido en los últimos años en un foco y símbolo de la resistencia armada palestina. Según datos del ejército israelí, unos cincuenta ataques palestinos este 2023 fueron perpetrados por "terroristas del área de Yenín" y, desde septiembre de 2022, al menos 19 palestinos huyeron al campo de refugiados de Yenín "después de llevar a cabo ataques". Además, cerca del 25% de la población del área de Yenín estaría afiliado a la Yihad Islámica y un 20% formaría parte de Hamás, según las mismas fuentes militares. "Estas organizaciones terroristas están intentando encender una escalada en Judea y Samaria [nombres bíblicos utilizados por Israel para hablar de Cisjordania] y ven el área de Yenín como terreno fértil para su actividad", rezaba un documento del ejército.
Cerca del 25% de la población de Yenín estaría afiliado a la Yihad Islámica y un 20% formaría parte de Hamás, según las fuentes militares
En este sentido, el gobierno y las fuerzas armadas israelíes han defendido la acción de esta semana como un medio para "acabar con el rol de Yenín como ciudad refugio del terrorismo". El mismo primer ministro, Benjamin Netanyahu, aseguraba el lunes por la tarde que la operación estaba centrada en perseguir a "gente que aniquilaría" Israel: "No hay santuarios para los terroristas, ni en Gaza, ni en Judea y Samaria, ni en ninguna parte. Nuestro principio rector es simple: quien asesine israelíes, quien conspire para asesinarnos, estará en la cárcel o en la tumba", decía el líder del ejecutivo israelí. Países como Jordania, Turquía o Egipto han condenado en los últimos días la acción militar israelí, y el gobierno de Estados Unidos ha pedido que "se tomen todas las precauciones posibles para evitar la pérdida de vidas civiles".
Las hostilidades provocaron que la noche del lunes al martes miles de personas huyeran del campo de refugiados de Yenín. La Media Luna Roja informó que ayudó a evacuar a 3.000 de los 18.000 habitantes del campo, aunque alertó de las "dificultades para moverse por el campo porque muchas carreteras están cortadas entre tanta destrucción". Medios palestinos informaron que los vecinos fueron expulsados por el ejército, que les dio dos horas para abandonar sus casas, un extremo que las fuerzas de seguridad han negado. La situación en Yenín provocó que el presidente palestino suspendiera el lunes los contactos y la coordinación de seguridad con Israel, y encendió las protestas árabes en diversas ciudades de Palestina, pero también en municipios israelíes con fuerte presencia árabe, como Haifa o Jaffa.
Tras una nueva jornada de combates y bombardeos en Yenín, este martes por la tarde un palestino de 20 años identificado como Abed al-Wahab Khalaila atropelló intencionadamente a diversos transeúntes en el centro comercial de la calle Pinchas Rosen, en Tel Aviv. Después, salió del vehículo y apuñaló a varios israelíes con "un objeto afilado", indicó la policía. El atacante fue abatido a tiros por un civil que se encontraba en la escena. Al menos siete personas resultaron heridas, tres de ellas en estado grave. El grupo islamista Hamás celebró el ataque como una "venganza heroica por la operación de Yenín" y, aunque no reivindicó la acción, informó que Khalaila pertenecía a su movimiento.
Tras 44 horas de operación, el ejército israelí se ha retirado este martes por la noche de Yenín. La acción militar se ha saldado finalmente con doce palestinos muertos, tres de ellos niños, y más de un centenar de heridos. Mientras las tropas se replegaban, Israel ha bombardeado un cementerio cercano a la ciudad donde se guarecían diversos milicianos palestinos. Un soldado israelí ha recibido un disparo durante la retirada y ha muerto. El miércoles por la mañana, un grupo palestino no identificado ha lanzado cinco cohetes desde Gaza contra el sur de Israel, que han sido interceptados por la Cúpula de Hierro. No se han producido heridos. Israel ha respondido bombardeando objetivos de Hamás en el enclave.
La situación de estos días recuerda a la vivida en Cisjordania hace dos semanas. El 19 de junio, el ejército de Israel lanzó una ofensiva en Yenín en la que ya apuntaba al uso de nuevos métodos en Cisjordania: por primera vez desde la Segunda Intifada se utilizaron medios aéreos. Ese ataque masivo se saldó con siete palestinos muertos y setenta heridos, además de ocho soldados israelíes que tuvieron que ser hospitalizados tras recibir el impacto de un artefacto explosivo contra su vehículo. Como esta semana, al día siguiente de la incursión, el 20 de junio, dos palestinos atacaron una gasolinera y un restaurante cerca del asentamiento de Eli, en la Cisjordania ocupada. Mataron a cuatro colonos e hirieron a otros cuatro. Ambos atacantes fueron abatidos. En los días posteriores, cientos de colonos judíos vandalizaron y atacaron varias poblaciones palestinas, incendiando casas y terrenos, hiriendo a decenas de árabes y asesinando al menos a una persona.
Las habituales incursiones militares israelíes en el norte de Cisjordania, muy recurrentes en los últimos años, se han transformado esta semana en una operación a gran escala por tierra y aire, que finalizó este martes tras 44 horas y que recuerda al modus operandi de Israel durante la Segunda Intifada. Desde entonces, hace veinte años, que no se vivían bombardeos ni tampoco despliegues de soldados de esta magnitud en los territorios palestinos. A excepción de Gaza. La respuesta árabe no se ha hecho esperar: protestas en las calles, gestos de rechazo por parte de la Autoridad Nacional Palestina, comunicados de condena por parte de países musulmanes, y un atentado por atropello y acuchillamiento en Tel Aviv, este martes, en el que han resultado heridos al menos siete israelíes.
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