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¿Cuánto dura un milagro? Las sombras y luces de la historia de los niños perdidos en la selva colombiana
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Ayauasca y soldados

¿Cuánto dura un milagro? Las sombras y luces de la historia de los niños perdidos en la selva colombiana

Cuatro niños han sido rescatados tras pasar solos 40 días en la selva amazónica, después de sobrevivir a un brutal accidente de avioneta. A los pocos días, lo que era una historia plenamente feliz fue cambiando de rostro

Foto: EFE/Fuerzas Militares de Colombia.
EFE/Fuerzas Militares de Colombia.

Hace apenas una semana, ocurría un milagro en Colombia. Un grupo rescatista formado por indígenas y militares rescató a cuatro niños perdidos en la selva amazónica, solos durante 40 días y 40 noches, después de sobrevivir a un brutal accidente de avioneta, en el que murió su madre. Las imágenes dieron la vuelta al mundo. El país y parte del globo habían permanecido atentos durante semanas a las operaciones de rescate y a las dificultades que estaban teniendo quienes trabajaban en la selva.

La llegada de los niños —de etnia indígena uitoto— a Bogotá en avión medicalizado puso el foco mediático en la capital colombiana. Televisiones de todo el mundo retransmitían desde el hospital donde todavía están ingresados los niños. A los pocos días, lo que era una historia plenamente feliz fue cambiando de rostro. Con los focos de los medios puestos en la familia y los niños resguardados superando la convalecencia antes de poder contar directamente su historia, la información que empezó a salir fue de la parte más oscura de la familia, las rencillas y el dolor, para empañar en parte una historia milagrosa.

Foto: Rescate de los menores colombianos perdidos en la selva. (EFE/Mauricio Dueñas Castañeda)

La familia materna acusó a Manuel Ranoque, padre biológico de los dos niños más pequeños, Tien, de cuatro años, y Cris, de apenas 12 meses, y padrastro de Lesly, de 13 años, y Soleiny, de nueve, de violencia doméstica contra Magdalena, la fallecida madre de los menores. Algunos medios de comunicación llegaron incluso a informar de supuestos abusos sexuales del padrastro sobre las hijastras. Algunas voces apuntaron, de hecho, que Lesly, la hermana mayor y heroína total de la historia, había logrado sobrevivir tanto tiempo en la selva junto a sus pequeños hermanos gracias en parte a que ya habían pasado temporadas huyendo de su padrastro, escondidas entre la maleza.

Ranoque lo negó todo, y dijo que la familia materna tenía interés económico en los menores. Hablando en plata: que querían sacarle dinero. Comenzó en ese momento una carrera por la custodia de los niños, que, por el momento, están a cargo de servicios sociales. Las historias alegres tienen cada vez menos recorrido antes de tornarse oscuras.

placeholder Soldados de las fuerzas aéreas colombianas atienden a uno de los niños rescatados. (EFE/FFAA Colombia)
Soldados de las fuerzas aéreas colombianas atienden a uno de los niños rescatados. (EFE/FFAA Colombia)

Ya sucedió, hace casi 70 años, con Luis Alejandro Velasco Sánchez, el marinero perdido durante 10 días en alta mar, protagonista de Diario de un náufrago, la célebre novela del colombiano Gabriel García Márquez. Velasco fue un héroe durante semanas, paseado por el Gobierno del dictador Gustavo Rojas Pinilla, hasta que el premio Nobel publicó que el naufragio de su buque militar no tuvo nada que ver con una tormenta, sino con el exceso de peso debido al contrabando de electrodomésticos. El marinero cayó en desgracia para el Gobierno, perdió su trabajo y décadas después un periodista lo encontró detrás del mostrador de una empresa de autobuses.

La mayoría de los colombianos, en cualquier caso, siguen encandilados con la historia de supervivencia de los niños.

Educación de supervivencia

Poco a poco se conocen más detalles sobre cómo, guiados por Lesly, la hermana mayor, la más instruida en conocimientos ancestrales indígenas, los niños consiguieron esquivar a la muerte por casi mes y medio. "Lesly cortaba las hojas para poder montar el cambuche [campamento improvisado] con sus propios dientes", asegura Elíecer Muñoz, miembro del grupo de rescate que acabó encontrando a los niños, a El Confidencial.

La madre murió en el impacto, asegura la familia materna, contradiciendo las palabras del padre, Ranoque, que había dicho que Magdalena vivió durante cuatro días más.

Ese sí fue el tiempo que duró una ración de fariña, harina de yuca, muy consumida en el Amazonas, que la familia había llevado consigo en la avioneta. Del accidente también se pudo recuperar un biberón con leche que Lesly racionó para la bebé.

Foto: La búsqueda en la selva de Colombia no cesa tras los niños: el perro rescatista Wilson se ha perdido (Fuerzas Militares de Colombia)

Cuando la comida se acabó, los niños empezaron a caminar. Bebían agua que caía de las hojas de los árboles. Eso les salvó la vida, porque el agua de los arroyos es peligrosa.

Comenzaron a comer pequeños frutos como el avichure, similar al maracuyá, y el milpesos, hasta que encontraron un kit de supervivencia lanzado por el Ejército con suero y más fariña. A los 15 días del siniestro, las autoridades habían dado con la avioneta y, al no hallar sus restos ni tampoco su sangre, así como encontrar otras pruebas de supervivencia como el biberón descartado cuando se agotó la leche, se dieron cuenta de que los niños seguían vivos.

Unión inédita

Comenzó entonces una inédita unión militar e indígena para rescatar a los menores. Más de 200 personas fueron enviadas a la selva, transportadas por helicópteros y con numerosos medios a su disposición.

Aun así, la búsqueda fue una tarea titánica. Ambos grupos llegaron a estar cerca, pero no lograban contactar.

"No los vimos porque en la selva, a más de 20 metros, no se ve nada", confiesa el comandante de las fuerzas especiales, Pedro Sánchez Suárez, al mando de la operación. Algunas voces, las mismas que denuncian el presunto maltrato del padrastro a las niñas, apuntan a que los pequeños tenían miedo de hombres desconocidos y llegaron a ocultarse, pese a que, entre las medidas para evitar esa desconfianza, el equipo de rescate iba acompañado de unos altavoces emitiendo audios de la abuela llamando a los pequeños.

Las fuerzas comenzaban a agotarse durante la primera semana del rescate. Parte del equipo se había marchado, aquejado por enfermedades causadas, en muchas ocasiones, por los mosquitos.

Ayahuasca para buscar a los niños

Los 16 indígenas, que permanecían en uno de los campamentos, decidieron recurrir al yajé, la ayahuasca. Era la última esperanza: "Es la última planta que Dios nos dio para casos especiales", confía el rescatista indígena Eliécer. Ranoque, que pasó semanas en la selva buscando a sus hijos, hizo la primera toma, pero no funcionó. No hubo mensaje alguno.

Fue entonces cuando el respetado mayor Rubio, el indígena más veterano de la expedición, decidió recurrir él mismo al yajé. Poco después, ya entrada la noche, aseguró que al día siguiente encontrarían a los niños, y así fue. El grupo de Eliécer escuchó, después de un rato de caminata, el llanto de la bebé Cris. Siguiendo ese rastro, hallaron a los niños, muy desnutridos y afectados por picaduras de mosquito, pero vivos. "No se puede describir lo que sentimos cuando encontramos a los niños. Llanto", confía Eliécer.

Lo primero que dijeron las niñas mayores es que tenían hambre. Ellos llevaban comida, pero, por recomendación de los militares, les dieron muy poco. Podía ser peligroso incluso para su vida.

placeholder Una médica tradicional hace un ritual durante la rueda de prensa de Luis Acosta, coordinador de la guardia indígena encargada de la búsqueda de los niños perdidos en la selva amazónica. (EFE/Mauricio Dueñas Castañeda)
Una médica tradicional hace un ritual durante la rueda de prensa de Luis Acosta, coordinador de la guardia indígena encargada de la búsqueda de los niños perdidos en la selva amazónica. (EFE/Mauricio Dueñas Castañeda)

El pequeño, Tien, les dijo inmediatamente a los rescatistas que su madre había muerto. El trauma, 40 días después, a pesar de la radical dureza de la supervivencia en la selva, seguía abierto.

Los niños fueron trasladados a Bogotá en avión ambulancia e ingresados en el hospital militar, lugar foco de la noticia durante los años más crudos del conflicto armado colombiano.

"Su evolución ha sido estable y se siguen implementando mecanismos de búsqueda de patologías infecciosas crónicas dado el sitio de procedencia y el estado nutricional e inmunológico. Se considera que se ha logrado una recuperación nutricional progresiva con ganancia ponderal en metas", publicó este sábado la gerencia del hospital.

"Todo es posible cuando se quiere. Partiendo de la voluntad, por un propósito loable, es más fácil, porque se trataba de salvar cuatro niños", asegura el general Sánchez.

Buena parte de Colombia le califica como héroe, por estar al mando de la operación, pero él asegura que los verdaderos héroes son los indígenas. "Sin los indígenas, tal vez estaríamos aún buscando a los menores, pero sin nosotros creo que los indígenas no estarían allá. Separados somos importantes, pero juntos somos invencibles", confía el general. "El encuentro se demoró porque el estado quería hacerlo solo. El general sabía que nosotros lo íbamos a encontrar porque ellos no pudieron", comenta, por su parte, Eliécer.

"Tenemos una cultura importante. Unos conocimientos importantes. Nosotros le ganamos a la tecnología de ustedes. Aquí no valieron satélites. Valió el yajé. Por eso nosotros tenemos mucho que decir en Colombia", apunta el también líder indígena Henry Guerrero, de Araracuara, reivindicando sus costumbres en una historia que quedará marcada durante generaciones en el imaginario colectivo colombiano.

Hace apenas una semana, ocurría un milagro en Colombia. Un grupo rescatista formado por indígenas y militares rescató a cuatro niños perdidos en la selva amazónica, solos durante 40 días y 40 noches, después de sobrevivir a un brutal accidente de avioneta, en el que murió su madre. Las imágenes dieron la vuelta al mundo. El país y parte del globo habían permanecido atentos durante semanas a las operaciones de rescate y a las dificultades que estaban teniendo quienes trabajaban en la selva.

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