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Los reactores contraatacan: ¿por qué Francia está impulsando una 'alianza nuclear' en la Unión Europea?
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París impulsa su agenda

Los reactores contraatacan: ¿por qué Francia está impulsando una 'alianza nuclear' en la Unión Europea?

Impulsado por Francia, el debate en torno a la energía nuclear ha vuelto a tomar fuerza en Bruselas

Foto: El vapor surge de las torres de refrigeración de la central nuclear de Belleville-sur-Loire, en Francia. (Reuters/Benoit Tessier)
El vapor surge de las torres de refrigeración de la central nuclear de Belleville-sur-Loire, en Francia. (Reuters/Benoit Tessier)
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Lo que debía ser una mañana anodina en Estocolmo, donde tuvo lugar una reunión informal de ministros y altos representantes europeos de los sectores de la energía y el transporte, vino acompañada este martes de cierta expectativa. En la agenda oficial se encontraban debates sobre la próxima reforma del mercado eléctrico europeo, la seguridad energética de cara al próximo invierno y la competitividad industrial del bloque. Sin embargo, el encuentro más esperado era uno informal que incluía a menos de la mitad de los Veintisiete y que había sido anunciado por la ministra francesa para la Transición Energética, Agnès Pannier-Runacher. Su objetivo, según había adelantado Euractiv: la creación de una “alianza nuclear” a favor de este tipo de energía.

Como suele suceder en asuntos europeos, a pesar del revuelo previo, el resultado no fue muy espectacular. Un comunicado publicado por el Gobierno francés en la mañana reveló que 10 países se habían unido a París (Bulgaria, Croacia, República Checa, Hungría, Finlandia, Países Bajos, Polonia, Rumanía, Eslovaquia y Eslovenia) en una nota de prensa conjunta en la que se comprometen a "apoyar nuevos proyectos nucleares" y a favorecer una mayor cooperación entre los sectores nacionales. El texto concluye con una frase bastante modesta: “La energía nuclear es una de muchas herramientas para lograr nuestros objetivos climáticos, para la generación energética de base y para garantizar la seguridad del suministro”.

Está claro que la alianza nuclear europea, si es que existe realmente como tal, no ha empezado con gran bombo y platillo. Sin embargo, los expertos consideran que es una nueva prueba de que, impulsado por Francia, el debate en torno a la energía nuclear ha vuelto a tomar fuerza en Bruselas. “No diría que es un gran avance, pero es una confirmación de las intenciones de un grupo de países que usan energía nuclear y que buscan su inclusión en el futuro del sistema energético europeo”, explica a El Confidencial Nicolas Berghmans, experto en energía del Instituto de Desarrollo Sostenible y Relaciones Internacionales de París (IDDRI).

La invasión rusa a gran escala de Ucrania, que puso en evidencia los problemas en materia de seguridad energética de un amplio número de países europeos que dependían enormemente del gas ruso, supuso un fuerte impulso para las voces a favor de la energía nuclear, especialmente las francesas. Si el objetivo de la UE es el de eliminar la huella de carbono y deshacerse de los hidrocarburos de Moscú, argumenta París, las mismas centrales nucleares que han convertido a Francia en uno de los países con menos emisiones per cápita de los Veintisiete tienen un importante rol que jugar en esta transición verde.

Foto: Planta nuclear de Cattenom, en Francia. (Reuters/Pascal Rossignol)

Los múltiples problemas que atravesó el parque nuclear francés en la segunda mitad de 2022, cuando más de la mitad de sus 56 reactores tuvieron que ser desconectados por reparaciones programadas y problemas de corrosión, rebajó en cierto modo el suflé del discurso atómico. Sin embargo, desde el inicio de este año, el Elíseo ha lanzado una importante campaña de presión para equiparar la relevancia de la energía nuclear con la de las renovables para el futuro europeo. “Francia está más activa que en el pasado en este tema”, confirma Berghmans.

Una “fijación política”

Esta misma semana, el presidente francés, Emmanuel Macron, pidió al Banco Europeo de Inversiones que financie “todas las tecnologías bajas en carbono disponibles, incluida la nuclear”, según una transcripción de sus comentarios citada por Bloomberg. “Estados Unidos, Reino Unido, Corea del Sur, China, India e incluso Japón están contemplando el uso de la energía nuclear como un medio importante para descarbonizar sus economías, y debemos estar en igualdad de condiciones”, declaró, por su parte, Pannier-Runacher en declaraciones a la prensa el lunes.

Fuentes diplomáticas citadas por Politico advertían a mediados de febrero de una creciente obsesión francesa por esta energía que se estaba haciendo notar en Bruselas. “Están tratando de llevar la energía nuclear a todas partes, incluso donde no encaja (...) Tienen una fijación política”, indicó al medio un diplomático europeo que habló bajo condición de anonimato. Los Veintisiete no lograron la semana pasada acordar prioridades para la diplomacia del cambio climático debido en gran medida, según reportes de Reuters, a la disputa sobre la nuclear. “Todos están un poco molestos con los franceses, son muy agresivos”, agregó la fuente a Politico.

Moleste o no, Francia parece estar extrayendo ciertos resultados de su campaña. Un acto delegado adoptado por la Comisión Europea a mediados de febrero, permitiría, de ser aprobado, que el hidrógeno derivado de redes eléctricas con altos niveles de energía nuclear se considere limpio. Esto, mientras el productor llegue a un acuerdo de compra de energía renovable a largo plazo equivalente a su consumo. Una carambola energética que ha sido considerada como una importante victoria para París, dado que garantiza que su enorme parque nuclear pueda ayudarle a competir en este mercado energético emergente en un futuro.

Pero esta guerra no ha terminado. La próxima batalla versa sobre una directiva de la UE conocida como RED III, que plantea que el 42% del hidrógeno utilizado en la industria en 2030 se produzca con energías renovables y el 60% en 2035. Aquí, Francia pretende que el hidrógeno producido con electricidad nuclear, aunque no sea considerado como “verde”, sí sea excluido de estos cálculos. Una propuesta que se encuentra en un choque frontal con Alemania y España y que se suma a las desavenencias entre París y Madrid en torno al propósito que debe cumplir el proyecto de hidroducto H2Med, anunciado el año pasado en sustitución del gasoducto Midcat.

El duelo definitivo, no obstante, es la reforma en el horizonte del mercado eléctrico europeo. En este caso, Francia y España van de la mano al presionar por cambios importantes para romper el vínculo entre los combustibles fósiles y los precios de la electricidad. Frente a ellos, se encuentra de nuevo Alemania y también Países Bajos, quienes consideran que una reforma amplia perturbará el mercado y disuadirá a los inversores del sector privado. Como parte de su plan, París ha abogado por contratos a largo plazo con precios garantizados para los productores de energía nuclear, una medida rechazada por Berlín. “Claramente en un futuro, con la reforma del mercado energético, Francia y Alemania van a tener enfrentamientos”, considera Berghmans.

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El paladín nuclear

El año pasado, tanto París como Berlín se anotaron un tanto en el debate en torno a la conocida como “taxonomía verde”, el etiquetado con el que Bruselas identifica qué proyectos de inversión están en línea con los objetivos climáticos. Francia y Alemania lograron entonces que se incluyeran tanto iniciativas relacionadas con la nuclear como con el gas mientras cumplan una serie de condiciones, una solución salomónica que desató la ira de varios estados miembros y organizaciones ambientalistas y que acumula múltiples denuncias ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE).

Fue precisamente la larga lucha por la inclusión de la energía nuclear en esta taxonomía la que empezó a definir la alianza de países que Francia buscó poner sobre el papel esta semana. Desde entonces, “hay un impulso continuo de esa coalición pronuclear que ahora lidera Francia en la Unión Europea, presionando por una política y un marco de inversión que sea favorable a la construcción de nuevos reactores nucleares”, explica Thomas Pellerin-Carlin, director del Programa Europa, del Institute for Climate Economics (I4CE), en entrevista con El Confidencial.

Foto: Central nuclear de Temelin, en República Checa. (Reuters/David W. Cerny)

El rol de París como principal paladín de la energía nuclear en la UE, no obstante, es relativamente nuevo. Como recuerda el experto, durante las últimas décadas Francia solo había tenido en mente la construcción de un nuevo reactor, el de Flamanville 3 —el cual debería haber empezado a funcionar en 2012 y que, a día de hoy, sigue sin abrir sus puertas—. “Hace 20 años, la percepción era que Francia en realidad no lideraría ningún tipo de coalición nuclear. El país jugaba en un rol defensivo, oponiéndose en el debate a la coalición antinuclear. Pero no estaba a la ofensiva, tratando de crear algún tipo de nueva frontera para la política nuclear de la UE”, indica el analista.

El nuevo rol del Gobierno francés quedó claro en el debate sobre la taxonomía, pero sobre todo cuando, a las puertas del inicio de la guerra en Ucrania, Macron reveló su visión para la transición energética francesa. En paralelo a un desarrollo de las renovables a una velocidad similar a la del resto del continente, el presidente anunció una importante inversión en nuevas plantas de energía nuclear, la construcción de un mínimo de seis reactores de última generación y la extensión de la vida útil de los ya existentes durante el máximo tiempo que se puedan utilizar de forma segura.

“A partir de ese momento, quedó claro que los nuevos reactores nucleares serían fundamentales para el programa de electricidad francés durante las próximas dos décadas. Y, por lo tanto, también se volvió igual de importante que Francia participe a nivel europeo en el avance de una agenda pronuclear”, sentencia Pellerin-Carlin.

Lo que debía ser una mañana anodina en Estocolmo, donde tuvo lugar una reunión informal de ministros y altos representantes europeos de los sectores de la energía y el transporte, vino acompañada este martes de cierta expectativa. En la agenda oficial se encontraban debates sobre la próxima reforma del mercado eléctrico europeo, la seguridad energética de cara al próximo invierno y la competitividad industrial del bloque. Sin embargo, el encuentro más esperado era uno informal que incluía a menos de la mitad de los Veintisiete y que había sido anunciado por la ministra francesa para la Transición Energética, Agnès Pannier-Runacher. Su objetivo, según había adelantado Euractiv: la creación de una “alianza nuclear” a favor de este tipo de energía.

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