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Humillación y acoso: el relato de una de las denunciantes de la eurodiputada Mónica Silvana
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SANCIONADA POR LA EUROCÁMARA

Humillación y acoso: el relato de una de las denunciantes de la eurodiputada Mónica Silvana

Tras anunciarse la sanción a la eurodiputada, una de las denunciantes habla con El Confidencial y relata haber sido "humillada"

Foto: Una persona habla por teléfono dentro del Parlamento Europeo en Bruselas. (Reuters/François Lenoir)
Una persona habla por teléfono dentro del Parlamento Europeo en Bruselas. (Reuters/François Lenoir)

La presidenta del Parlamento Europeo, la maltesa Roberta Metsola, ha concluido que la eurodiputada hispano-argentina del PSOE Mónica Silvana González es culpable de ejercer acoso laboral sobre tres de sus asistentes parlamentarios después de que la denunciaran ante los órganos internos de la Eurocámara hace ahora ya más de un año, como ya adelantó El Confidencial. La decisión de Metsola, anunciada el martes en un escueto comunicado, apenas ofrece detalles y se limita a señalar la conclusión y la sanción impuesta. Sin embargo, el relato de una de las personas que han denunciado a la eurodiputada ayuda a comprender qué tipo de comportamientos se han sancionado.

Violeta (seudónimo para proteger su identidad) llegó a la Eurocámara en verano de 2020 con un contrato inicial de un año en sustitución de una persona que acabaría también denunciando a Silvana González por los mismos cargos. La mujer describe un trato vejatorio y humillante por parte de la eurodiputada. La eurodiputada rechaza las sanciones de la Eurocámara y ha anunciado que las recurrirá, además de asegurar que se trata de tres denuncias falsas.

Foto: La eurodiputada Mónica Silvana, del PSOE. (EFE)

Dos informes psicológicos a los que ha tenido acceso El Confidencial, fechados a finales de mayo de 2021, cuando el año de contrato de Violeta empieza a llegar a su fin, describen que “como resultado del impacto emocional que le supone la valoración de su persona y sobre todo de su figura profesional, se ha propiciado el desarrollo de una alteración del estado de ánimo, caracterizada por elevados índices de ansiedad, que requiere de intervención mediante terapia psicológica (...) Por último, se recomienda la exploración del ambiente en el que se desarrolla la labor profesional de doña Violeta”. Ese era el resultado de un año de experiencia traumática, según la descripción de la víctima.

Este martes, Metsola ha anunciado una sanción de 30 días de dietas y trabajo contra Mónica Silvana, al considerar probado que acosó psicológicamente a tres de sus asistentes. Para Violeta, es desproporcionadamente baja. “Yo empecé todo este proceso para buscar justicia y considero que no se ha hecho. Es desproporcionada la pequeña sanción de un mes frente el año, casi dos, de mi vida en que fui destrozada profesional y personalmente y también dañó mi salud”. Iratxe García, líder de los Socialdemócratas en la Eurocámara, ha señalado que, "como grupo, evidentemente respeto absoluto a la sanción determinada". "Aplicaremos la misma sanción que se aplique en el Parlamento dentro de nuestro propio grupo. Acabamos de conocer la noticia, no conocemos el contenido de la comisión que ha tomado esa decisión", explicó García en una rueda de prensa posterior al anuncio.

Silvana González se ha defendido a través de un comunicado en el que asegura que se tratan de denuncias falsas y ha apuntado, como prueba de no haber tenido un proceso justo, que el dosier de su investigación lo ha llevado una asistente del grupo de la extrema derecha.

Violeta cuenta con mucha experiencia en materia de discapacidad y otras de inclusión social, temas sobre los que trabaja la eurodiputada, además de haber sido siempre cercana al Partido Socialista, e incluso trabajado para Ferraz. Según recogen las pruebas del dosier de la investigación de la Eurocámara, al que ha tenido acceso este periódico, cuando Violeta llegó al Parlamento Europeo en julio de 2020, recibió, incluso antes de asumir su puesto, encargos que no le correspondían. Entre ellos, se le encargaron asuntos de la vida privada de Mónica Silvana, como la escolarización de su hija o la gestión de los problemas con pagos de facturas de la luz de su vivienda privada.

placeholder La eurodiputada socialista Mónica Silvana González. (EFE)
La eurodiputada socialista Mónica Silvana González. (EFE)

Violeta ha accedido, bajo seudónimo, a hablar con El Confidencial. “Hay un momento en el que era su asistente personal, parecíamos sus mayordomos”, explica, asegurando que la carga de trabajo que recibió por asuntos como este le impidió cumplir con las labores profesionales para las que estaba contratada. Este tipo de encargos se repiten y la insistencia para solucionarlos alarga sus jornadas, teniendo que estar disponible para la eurodiputada a cualquier hora.

La situación empeoró después de agosto de 2020, tras unos meses ya en el despacho. Violeta relata que el tono de la eurodiputada se hace más agresivo con ella. “Me afecta física, personal y profesionalmente”, explica. Además, les obliga a acudir presencialmente a la oficina, en contra de las normas de la Eurocámara, en un momento de alto nivel de contagios por coronavirus en Bélgica y siendo Violeta de un grupo de riesgo, todos estos datos que El Confidencial ha podido comprobar a través de pruebas incluidas en el dosier de la investigación interna del Parlamento Europeo.

El empeoramiento de la situación es progresivo y Violeta dice sentirse “humillada” por el trato que recibe por parte de Silvana, que desprecia su experiencia laboral y pone en duda su currículo. La situación la afectó en todos los sentidos, señala, especialmente como madre que vivía sola con su hijo. De hecho, a raíz de esta experiencia y la tensión emocional provocada por el acoso, ya no vive con su hijo, que ahora reside en España con su padre.

placeholder Pasillos del Parlamento Europeo en Bruselas. (EFE)
Pasillos del Parlamento Europeo en Bruselas. (EFE)

A medida que 2020 llega a su fin, ella empieza a no poder dormir. En enero de 2021 y tras solo medio año en el despacho, recibe una baja médica que dura hasta el mes de marzo, tras acudir al médico de cabecera y relatarle toda una serie de síntomas que había desarrollado en los últimos meses. Durante la baja, su situación médica y personal mejora. “Empecé a dormir mejor porque no tenía que afrontarla cada día”, sostiene a El Confidencial. Violeta, quien señala que en todo ese tiempo pretendió mejorar su salud y seguir trabajando en el despacho, intenta volver a su puesto, aunque Mónica Silvana le insiste en que siga de baja, según comunicaciones a los que ha podido acceder El Confidencial.

Al volver a la oficina tras poner fin a la baja, Violeta no recibe tareas por orden expresa de la eurodiputada, algo que queda probado en el dosier de investigación del Parlamento Europeo. Solamente un mes después de su reincorporación y a través de una persona encargada de recursos humanos en la delegación socialista española, se le informa de que no va a ser renovada, algo que ella ya sospechaba, y se le invita a cogerse el mes de vacaciones que le corresponde antes de que su contrato expire el 6 de julio. Ella expresa su voluntad de seguir trabajando en la Eurocámara.

Es en esos mismos días en los que Violeta recibe un primer informe por parte de su psicóloga, que señala una situación preocupante. Un segundo informe, también incluido en el dosier de investigación de la Eurocámara, apunta lo siguiente: “Por lo tanto, la demanda psicológica de doña Violeta, como la información aportada (...) apremian a la investigación de los hechos acaecidos, ya que todos y cada uno de los datos recogidos en el relato se incluyen en la definición de acoso laboral”.

Foto: Una bandera europea en la Eurocámara en Bruselas. (EFE)

Unas semanas después de la fecha que marca ese segundo informe, y quejándose de no haber podido poner en práctica su larga experiencia laboral, el contrato de Violeta expiró y abandonó sin alternativas la Eurocámara, aunque antes solicitó ser reubicada en algún otro despacho.

La Eurocámara mantiene, en teoría, “tolerancia cero” hacia el acoso, pero para un asistente parlamentario denunciar a su eurodiputado es siempre un proceso muy delicado. Una situación que ya recoge el Informe de descargo de la Eurocámara de 2020, cuando apunta que "deben realizarse esfuerzos para garantizar que los dos comités consultivos que se ocupan de las denuncias de acoso relativas a diputados y a todos los miembros del personal obtengan más confianza de las víctimas de acoso, que pueden temer que su carrera o su puesto en el Parlamento se vean en peligro". El procedimiento suele prolongarse meses y requiere que la persona afectada dedique tiempo y esfuerzo para “reunir evidencias y construir su caso”.

En todo caso, Violeta anima a otros asistentes parlamentarios que hayan sido objeto de estas prácticas a que denuncien ante la Eurocámara y que se apoyen entre ellos. “Hay esperanza”, asegura la antigua trabajadora del Parlamento Europeo, que espera que su experiencia dé “fuerza a otras personas para vencer el miedo”, señala. Violeta critica la lentitud del proceso, y asegura que los más de 16 meses que ha tardado la investigación interna de la Eurocámara “no han ayudado a pasar página”, lamentando que esta situación haya hecho que se tenga que separar de su hijo. “Y es pasar página no para olvidar, sino para seguir luchando para que no vuelva a pasar”, concluye.

La presidenta del Parlamento Europeo, la maltesa Roberta Metsola, ha concluido que la eurodiputada hispano-argentina del PSOE Mónica Silvana González es culpable de ejercer acoso laboral sobre tres de sus asistentes parlamentarios después de que la denunciaran ante los órganos internos de la Eurocámara hace ahora ya más de un año, como ya adelantó El Confidencial. La decisión de Metsola, anunciada el martes en un escueto comunicado, apenas ofrece detalles y se limita a señalar la conclusión y la sanción impuesta. Sin embargo, el relato de una de las personas que han denunciado a la eurodiputada ayuda a comprender qué tipo de comportamientos se han sancionado.

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