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Reforma o gatopardismo: ¿qué medidas estudia la Eurocámara tras el Qatargate?
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PROPUESTAS DE METSOLA

Reforma o gatopardismo: ¿qué medidas estudia la Eurocámara tras el Qatargate?

El equipo de la presidenta del Parlamento Europeo ha empezado a trabajar en algunas propuestas para evitar que ocurra otro Qatargate. Pero ¿son realmente efectivas?

Foto: Sede del Parlamento Europeo en Bruselas. (EFE/EPA/Stephanie Lecocq)
Sede del Parlamento Europeo en Bruselas. (EFE/EPA/Stephanie Lecocq)

Las cosas no pueden quedar como están, hay que reaccionar para recuperar la confianza de los ciudadanos europeos. Esa idea estaba clara tras estallar el Qatargate, uno de los mayores escándalos en la historia de la Eurocámara, una trama de sobornos para mejorar la imagen del país del Golfo y proteger los intereses de Marruecos que alcanzaba hasta la cúpula de la institución: una de las personas detenidas es la antigua vicepresidenta Eva Kaili.

Pero dicho eso, a la hora de hacer un examen de conciencia real, las cosas se vuelven más espinosas. Hay algunas voces con una verdadera voluntad de cambio, que creen que lo ocurrido les reivindica, porque llevan años pidiendo cambios reales. Y luego hay cierto gatopardismo. Gente que quiere que todo cambie para que todo siga igual. Que las normas se cambien lo suficiente como para que a ojos de los ciudadanos se haya respondido al escándalo, aunque manteniendo los puntos muertos que permitieron que ocurriera el escándalo. “Si queremos que todo siga como está, es preciso que todo cambie”, le dijo Tancredi a su tío Fabrizio en El Gatopardo, de Lampedusa. Y algo así, explican los críticos, está ocurriendo en la Eurocámara.

Foto: Eva Kaili en el Parlamento Europeo en una imagen de archivo. (Reuters)

Un portavoz de la Eurocámara ha explicado este jueves que la Conferencia de Presidentes, donde se reúnen los líderes de grupo, ha apoyado las reformas que plantea el equipo de Roberta Metsola. “Reforzaremos la integridad, la independencia y la rendición de cuentas en el Parlamento Europeo. Nuestro objetivo es avanzar rápido”, ha señalado un portavoz de la presidenta. “Estas reformas inmediatas son los primeros pasos para recuperar la confianza en la toma de decisiones europea y el lanzamiento de una reforma más amplia del Parlamento Europeo”, ha asegurado por su parte la maltesa.

La lista de propuestas, adelantada por Contexte y por la agencia EFE, tiene como objeto zanjar las dudas respecto al compromiso de la institución. Incluyen, por ejemplo, el establecimiento de un periodo de incompatibilidad para los eurodiputados que, una vez hayan abandonado la institución, quieran hacer lobby, o la eliminación de los llamados “grupos de amistad”, formaciones informales de eurodiputados que se identificaron rápidamente como una de las vías por las que los países terceros influyen dentro de la institución.

placeholder Sede del Parlamento Europeo en Bruselas. (EFE)
Sede del Parlamento Europeo en Bruselas. (EFE)

El equipo de Metsola también ha propuesto hacer más visibles las medidas que toma la Eurocámara en materia de transparencia, como por ejemplo las sanciones a los eurodiputados, aunque el propio documento admite que habría que revisar qué tipo de actividades podrían estar sujetas a sanción, la declaración de regalos o los viajes a terceros países pagados por sus gobiernos. Más clara en sus objetivos es la idea de convertir en obligatorio el que los miembros de la Cámara, incluidos los asistentes parlamentarios, informen de sus reuniones, aunque en principio se limitaría a aquellos encuentros conectados con trabajos en informes.

¿Será efectivo?

Los críticos, un reducido grupo de eurodiputados y algunos analistas y observadores de la llamada burbuja de Bruselas, señalan que aunque es bienintencionada, es demasiado poco concreta e impide garantizar progresos tangibles. Que no hay suficiente nivel de detalle y en algunas ocasiones las medidas están mal dirigidas, provocando que siga habiendo muchos puntos muertos. Por ejemplo, Metsola propone reforzar las medidas respecto al registro de transparencia, para controlar mejor las reuniones de los eurodiputados con empresas, pero no ha puesto sobre la mesa medidas más ambiciosas cuando los actores son estatales. Otro de los problemas es que, en general, en la Eurocámara la policía de los eurodiputados son ellos mismos: son libres de ser transparentes respecto a sus actividades, pero en muchas ocasiones no están obligados a serlo o no hay ningún organismo que les obligue. Las propuestas de Metsola no abordan ese problema.

Desde el equipo de la presidenta, defienden que el trabajo no ha concluido. Es, más bien, el punto de inicio. “La presidenta ha recibido el mandato de llevar adelante los trabajos sobre los objetivos presentados”, ha señalado un portavoz, asegurando que Metsola hará consultas durante un proceso que la Conferencia de Presidentes ha señalado que debe producirse rápido.

Foto: Una bandera europea en la Eurocámara en Bruselas. (EFE)

Daniel Freund, eurodiputado alemán de Los Verdes, una de las voces más críticas con la falta de transparencia y de medidas por parte de la Eurocámara, ha celebrado que son propuestas “fuertes” que hacen que la institución sea “más transparente y menos vulnerable a la interferencia ilegítima”. Sin embargo, el alemán considera que siguen faltando algunas piezas importantes. “La extensión del registro de lobby a terceros países, el establecimiento de un comité especial para tratar con Qatargate y las declaraciones detalladas de activos por parte de los eurodiputados aún no forman parte del paquete”, ha lamentado.

Para los críticos, el problema del plan de Metsola es que se limita únicamente a responder al caso concreto del Qatargate, pero no a abordar el problema más amplio que afecta a la Eurocámara: la falta de transparencia generalizada, la falta de control sobre las actividades de los eurodiputados y los conflictos de interés que muchos de ellos tienen. Por ejemplo, la propuesta de Metsola incluye la posibilidad de que los asistentes parlamentarios reciban un entrenamiento para la denuncia de delitos o de infracciones, a pesar de que el informe de descargo de la Eurocámara muestra que el problema real es que los informantes no confían en la institución a la hora de denunciar posibles faltas por parte de sus eurodiputados.

Las cosas no pueden quedar como están, hay que reaccionar para recuperar la confianza de los ciudadanos europeos. Esa idea estaba clara tras estallar el Qatargate, uno de los mayores escándalos en la historia de la Eurocámara, una trama de sobornos para mejorar la imagen del país del Golfo y proteger los intereses de Marruecos que alcanzaba hasta la cúpula de la institución: una de las personas detenidas es la antigua vicepresidenta Eva Kaili.

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