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El mensaje de Putin al "otro" Occidente: mi cruzada 'ultra' es también la vuestra
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El mensaje de Putin al "otro" Occidente: mi cruzada 'ultra' es también la vuestra

"Hay al menos dos Occidentes", afirmó el presidente ruso, uno el de "los valores tradicionales", con el que Rusia siente afinidad y al que está tratando de ganarse

Foto: Putin ante la pregunta de un clérigo en Moscú. (Reuters/Grigory Sysoyev)
Putin ante la pregunta de un clérigo en Moscú. (Reuters/Grigory Sysoyev)
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Olvídense de la OTAN y los nazis: contra quien realmente está luchando Rusia es contra el mismísimo Satanás. Eso, al menos, es lo que se desprende de las últimas declaraciones públicas de altos funcionarios rusos, incluyendo al expresidente Dimitri Medvédev, quien este viernes declaró que Rusia tiene ahora "una misión sagrada", que no es otra que "detener al comandante del infierno, sin importar el nombre que usa: Satán, Lucifer o Iblis". El líder checheno lleva meses diciendo que sus fuerzas combaten contra "homosexuales satanistas" en Ucrania, y el patriarca ortodoxo Kiril también se ha expresado en términos similares.

Y lo cierto es que nada de ello es casual. En un momento en el que la guerra en Ucrania no va bien, y en el que la anterior supremacía de Rusia en el espacio informativo se ha visto pulverizada por una combinación de medidas de concienciación y un mayor activismo contra las narrativas rusas en redes, el Kremlin está jugando a fondo una de sus cartas más exitosas: el apelar a las secciones ultraconservadoras de las sociedades occidentales, en un intento de ponerlas de su parte, si es que aún no lo están.

Foto: Borja Lasheras. (D. I.)

Esta estrategia quedó de manifiesto a finales del mes pasado durante el discurso de Vladímir Putin ante el Foro de Valdai: "Hay al menos dos Occidentes", afirmó el presidente ruso, uno el de "los valores tradicionales principalmente cristianos" con el que Rusia siente afinidad. Pero también "hay otro Occidente agresivo, cosmopolita, neocolonial, que actúa como el arma de la elite neoliberal" y está tratando de "imponer valores bastante extraños" a todos los demás, aseguró. La intervención del líder ruso estuvo llena de referencias a "desfiles gais" y a la existencia de "decenas de géneros" en Occidente, e incluso incluyó menciones a la "cultura de la cancelación". Prácticamente el mismo día, el Parlamento ruso aprobó dos medidas legales prohibiendo la "propaganda de relaciones sexuales no tradicionales" y expandiendo las leyes ya existentes contra los derechos LGTB. La nueva legislación ilegaliza "la información que niegue los valores familiares" y permite que cualquiera que exprese comentarios positivos sobre colectivos homosexuales y transexuales pueda ser sancionado o incluso procesado.

"Rusia siempre ha proyectado una imagen ambivalente de sí misma. A día de hoy, gobiernos iliberales como el ruso, es decir, neoliberales en lo económico, ultraconservadores en lo social y con tintes autoritarios, han acostumbrado a cerrar filas en torno a un discurso de unión entre la derecha conservadora y la extrema derecha. Rusia, sin embargo, movida fundamentalmente por cierto antiamericanismo, más difícil de encontrar en otros gobiernos y formaciones iliberales, se ha mostrado afín con la izquierda populista de varios países del mundo", explica Arsenio Cuenca, investigador de movimientos de extrema derecha afincado en París. "Ahora bien, por más que la condena a la guerra no haya sido tajante por estos últimos, desde febrero del año pasado, la gravedad de la invasión las ha alejado forzosamente. Por esta razón, Rusia parece estar centrando sus esfuerzos en seducir a la extrema derecha de Occidente con un discurso ampliamente conservador en el terreno de los valores", dice a El Confidencial.

Rusia está centrando sus esfuerzos en seducir a la extrema derecha de Occidente con un discurso ampliamente conservador

Esta connivencia no es nueva ni mucho menos. Tanto el ideólogo fascista Jean Thiriart como la Nueva Derecha francesa empezaron a manejar hace décadas la idea de que Rusia es el último reducto de la raza blanca. Al mismo tiempo, desde la llegada de Putin al poder, el Kremlin ha estado lanzando mensajes y guiños constantes a la extrema derecha europea y, en algunos casos, financiando a estos movimientos, como parte de una estrategia que ya apuntaba el filósofo ultranacionalista ruso Alexander Dugin —cuyo entorno, cuando no él mismo, ha servido de enlace con muchos grupos y partidos ultraderechistas europeos— en su libro Fundamentos de Geopolítica: "Es especialmente importante introducir el desorden geopolítico en la actividad interna estadounidense, promoviendo todo tipo de separatismos y conflictos étnicos, sociales y raciales, apoyando activamente a todos los movimientos disidentes: grupos extremistas, racistas y sectarios, desestabilizando así los procesos políticos internos en EEUU", escribió Dugin ya en 1997.

Pero lo que hasta ahora era en gran medida jugar a varias bandas parece definitivamente reconducido hacia el conservadurismo extremo y la noción de que Rusia es el gran bastión de los valores tradicionales. El Kremlin, además, ha jugado a proyectar una "imagen de espejo" en la que si, por un lado, se promueven mensajes sobre la degradación de las sociedades occidentales y el globalismo, por el otro se presenta a Rusia como todo lo contrario: ideas como que si la inmigración está destruyendo Europa y EEUU, en Rusia apenas hay delincuencia; si existe una islamización de Europa, Putin no solo no tolera la sharía ni la construcción de mezquitas sino que sus ejércitos son los únicos que llegan a donde haya que llegar para destruir a los yihadistas; si los cristianos están perseguidos en gran parte del mundo, Rusia es la única que los defiende, en lugares como Siria o Armenia; si en Occidente mandan los progres, en Rusia no los hay, o están en la cárcel; si los anglosajones son enemigos de Europa, que no es sino una colonia de EEUU, los rusos son amigos y aliados naturales de los europeos.

En ese sentido, es significativo que la cadena RT en Español, cuya línea editorial siempre ha estado orientada a una audiencia muy de izquierdas —al contrario que las versiones en inglés, alemán y francés, de contenido mucho más ambivalente— haya empezado a emitir programas de contenido abiertamente ultraconservador, incluyendo referencias a una supuesta "agenda globalista" que "dinamita los valores tradicionales de la sociedad" y "no encaja con los deseos de la mayoría", o que califican los programas de transición hacia energías limpias en Europa de "paranoia verde". Uno de estos programas, emitido el 27 de octubre bajo el título Occidente: educar adoctrinando, afirma sin ambages que "los Estados occidentales están moldeando la educación de los niños, cuestionando conceptos como la familia, la sexualidad o el género".

Foto: El presidente de Rusia, Vladímir Putin. (Reuters/Sergei Karpukhin)

Otro de los vectores de esta estrategia es la campaña de desinformación que el ecosistema de medios rusos está dirigiendo específicamente hacia las bases del Partido Republicano de EEUU, especialmente los sectores trumpistas, para convencerlas de que Rusia es en realidad su aliada en la misma cruzada y comparte sus mismos enemigos. Y muchos partidarios de Ucrania temen que miembros destacados de esta corriente, algunos de los cuales ya han cuestionado abiertamente el apoyo económico y militar que EEUU presta a Kiev, obtengan puestos destacados en las elecciones de mitad de mandato de la próxima semana, lo que alteraría la composición tanto del Senado como de la Cámara de Representantes a favor de los republicanos. Hoy por hoy, esta es una de las mejores bazas de Rusia para minar el apoyo occidental a Ucrania a largo plazo.

"Desde el comienzo de la guerra de Siria en 2011, se ha ido fraguando en el Partido Republicano un sector antibeligerante y pseudopacifista, que tomó gran fuerza con la candidatura de Trump y que hoy encarnan congresistas como Marjorie Taylor Greene, afirmando recientemente que cortaría la financiación estadounidense al bando ucraniano", comenta Cuenca. "Si la estrategia de Putin para ingerir y enturbiar las aguas del debate público occidental buscaba alterar la relación de fuerzas frente a Europa y Estados Unidos, ahora este esfuerzo lo relaciona con su propia supervivencia política", dice este experto.

El ecosistema de medios rusos está dirigiendo específicamente hacia las bases republicanas de EEUU, especialmente los trumpistas

Entre los mensajes que está promoviendo esta campaña está que el presidente Joe Biden tiene demencia senil, y también que es un sobón de niñas y un pedófilo y ha provocado la guerra de Ucrania para hacer el negocio del siglo. Aunque la preocupación por un posible deterioro cognitivo de Biden parte de una base real debido a su avanzada edad y no se limita a sus enemigos políticos, la idea que se difunde es que es un peligro para la humanidad que este señor tenga acceso al botón nuclear. Y observadores de la confluencia entre el putinismo y el movimiento conservador señalan que muchas de las narrativas repetidas constantemente en los medios rusos están calando no solo entre sectores y medios de la ultraderecha española, sino también del Partido Popular y opciones moderadas.

Cuenca opina que las perspectivas de éxito de toda esta estrategia son discutibles, puesto que la imagen de Rusia como el último baluarte de los valores tradicionales occidentales no se corresponde con la realidad. Por ejemplo, es un país con elevadas tasas de divorcio y aborto. "Rusia es un país de contradicciones para la extrema derecha occidental, por sus simpatías con otros actores de la izquierda populista, por ser un país donde el islam tiene un reconocimiento oficial o por su reivindicación del pasado soviético. Por más que haya racismo en determinadas políticas del Kremlin y la apología que pueda hacer de la URSS sea fundamentalmente nacionalista e identitaria, la extrema derecha eurasianista en la que puede calar este discurso es más bien minoritaria", comenta. "Al mismo tiempo, también está habiendo un cambio de tendencia en ciertos sectores de la extrema derecha occidental que no favorece a Rusia. La mayoría de fuerzas que están ganando peso en este sector son pro-OTAN, como muestran los resultados positivos que han obtenido recientemente los Demócratas Suecos o Hermanos de Italia. En España, tanto Vox como el ala dura del PP, cercana a estas formaciones, han condenado sin apenas ambages la invasión", apunta.

"Con todo, los lazos que unen a la extrema derecha occidental con Rusia son antiguos y no se van a romper fácilmente", admite este especialista. "Dentro de la coalición que gobierna Italia, Putin cuenta con valiosos aliados como Silvio Berlusconi. En Francia, ni figuras de peso del partido Reconquête como Marion Maréchal, ni el mismo Rassemblement National, han quemado todos los puentes con una Rusia a la que su acercamiento solo se ha puesto en pausa desde el comienzo de la invasión", explica. Y es precisamente a estos grupúsculos a quienes se dirige ahora Putin cuando asegura que la invasión de Ucrania es un producto inevitable de la decadencia de Occidente y la emergencia de un mundo multipolar. Una idea que a la mayoría puede parecernos absurda, pero que, en la cabeza de muchos, tiene sentido.

Olvídense de la OTAN y los nazis: contra quien realmente está luchando Rusia es contra el mismísimo Satanás. Eso, al menos, es lo que se desprende de las últimas declaraciones públicas de altos funcionarios rusos, incluyendo al expresidente Dimitri Medvédev, quien este viernes declaró que Rusia tiene ahora "una misión sagrada", que no es otra que "detener al comandante del infierno, sin importar el nombre que usa: Satán, Lucifer o Iblis". El líder checheno lleva meses diciendo que sus fuerzas combaten contra "homosexuales satanistas" en Ucrania, y el patriarca ortodoxo Kiril también se ha expresado en términos similares.

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