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El 'last dance' europeo de Silvio: la carambola que ha devuelto a Berlusconi a nuestras vidas
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El 'last dance' europeo de Silvio: la carambola que ha devuelto a Berlusconi a nuestras vidas

El político que inventara el populismo continental es ahora el salvavidas al que mira Europa ante la posible deriva ultra soberanista italiana

Foto: Berlusconi y su pareja, en las elecciones de Italia. (EFE/Matteo Bazzi)
Berlusconi y su pareja, en las elecciones de Italia. (EFE/Matteo Bazzi)
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Silvio Berlusconi debe ser el garante —al menos para los europeístas— de que no habrá una verbena extremista y soberanista en el previsible próximo Gobierno italiano de la derecha. De alguna manera, así lo ha vendido él durante las recientes elecciones. En el cierre de campaña de la coalición conservadora, en la Piazza del Popolo de Roma, el veterano político dijo: “Como sabéis bien, somos parte de Europa, de la OTAN, del Occidente e, incluso, somos amigos de Estados Unidos. Queremos una Europa mejor. Una Europa de verdad de los ciudadanos. Una Europa que pueda ser protagonista en el mundo y se convierta en una potencia militar”.

El mensaje levantó solo unos pocos tímidos aplausos, más por cortesía que por convicción. No era fácil. Il Cavaliere, que actuaba como telonero en el último mitin antes de las urnas, soltaba un mensaje poco adaptado al votante de Fratelli d’Italia y la Liga, los dos partidos mayoritarios de la coalición. Los de Giorgia Meloni y Matteo Salvini, soberanistas y antieuropeístas convencidos hasta que empezó la pandemia y ambos entendieron que Italia sin el dinero de la UE estaría en bancarrota, son ahora obligatoriamente algo más moderados en sus críticas a Bruselas. Insultar al prestamista no es una buena táctica para sacar un buen crédito.

Foto: Giorgia Meloni. (Reuters/Ciro de Luca)

Meloni, la futura primera ministra, ha pasado de decir hace pocos años que “el euro no es sagrado” a asegurar en la pasada campaña un menos agresivo “no estamos contra Europa, sino por una Europa más eficaz”. Pero en Bruselas saben que las palabras y promesas de las campañas electorales se las lleva el viento y temen que el nuevo Ejecutivo se una a las tesis del presidente húngaro, Viktor Orbán, y que uno de los tres pilares europeos, junto a Alemania y Francia, pase de tirar del carro con Mario Draghi a ser un peligroso palo en la rueda con Meloni.

Ante ese escenario toca, quién lo iba a decir hace una década, encomendarse al hombre de Estado, serio y responsable, que tiene la actual coalición: Silvio Berlusconi. Esta frase, hace 10 años, hubiera causado la misma perplejidad que decir que Fratelli d’Italia ganaría las elecciones. El político que inventó el populismo en Europa, con una hemeroteca repleta de escándalos por sus vínculos con la mafia, la corrupción y fiestas con menores, es hoy el salvavidas al que se encomiendan los que saben que sin una Italia decidida a remar en el barco continental en este momento de máximo peligro, la UE se hunde.

Uno de los futuribles ministros de Asuntos Exteriores, al menos en las primeras quinielas que se han hecho estas semanas, es Antonio Tajani, miembro de la Forza Italia de Silvio Berlusconi y expresidente del Parlamento Europeo. Algunos creen que el nuevo Gobierno tendrá un canciller del entorno de Il Cavaliere para tener alguna cara amable en Bruselas que contrarreste las tensiones con Roma. “No hay nada de lo que preocuparse. Ni Salvini ni Meloni están contra Europa o a favor de Rusia”, ha dicho Tajani.

Foto: Antonio Tajani, junto al presidente del PPE, el alemán Manfred Weber. (EFE/EPA/Fabio Cimaglia)

Aceptar esa afirmación es ya complicado con el historial de declaraciones de Meloni y Salvini, pero el propio Berlusconi ha demostrado ser un verso suelto durante su dilatada carrera política y no va a dejar de serlo ahora. La última 'berlusconiada' la soltó justamente poco antes de los comicios al querer justificar a su amigo personal Vladímir Putin: “Putin fue empujado a inventarse esta operación especial por el pueblo ruso, el partido y los ministros. Las tropas deberían de haber llegado a Kiev en una semana y reemplazar el Gobierno de Zelenski por uno de gente decente”, manifestó.

El hombre que se vende como garante de Europa, el hombre de Estado de miras internacionales, volvió a demostrar una vez más que, sobre todo, se debe a sus amigos. Su larga y en ocasiones controvertida lista de amistades le ha llevado a ser sin duda un empresario de enorme éxito y el político italiano más importante de final del siglo XX e inicio del XXI. En 2022, casi tres décadas después de ganar sus primeras elecciones en 1994, el incombustible Silvio sigue queriendo manejar el timón de Italia. Tiene de nuevo los votos suficientes, no para manejarlo él, pero sí para ser decisivo en quién y cómo se haga.

¿A cambio de qué?

Berlusconi es un político inteligente, carismático y amable con su entorno. “Llevamos muchos primeros ministros que hemos seguido en nuestra carrera. Sin duda alguna, el más simpático y amable con nosotros ha sido Berlusconi”, me dijeron en 2014 todos los colegas italianos que seguían al entonces primer ministro, Matteo Renzi, en un viaje oficial en Mozambique. Eso es marca Berlusconi y eso le ha permitido sobrevivir 30 años en la jauría política italiana. Su partido hace lo que a él le da la gana porque más que un partido es una empresa. Tanto, que el accionista mayoritario, es decir, él, comparte con su actual pareja, Marta Fascina, oficio. Ella es desde 2018 diputada por Forza Italia y acaba de ser reelegida.

Soy simplemente super”, se definió en una entrevista en televisión de la semana pasada. Cuando la entrevistadora le dijo con ironía que era modesto, él dijo que estaba bromeando y volvió a definirse para precisar más la definición: “Silvio Berlusconi es simple, modesto, bueno, respetuoso, generoso y sincero”, matizó con una enorme sonrisa.

A sus casi 86 años, el cuatro veces primer ministro tiene, por tanto, la ambición de alguien que se tiene en alta estima. “El fin justifica los medios” es una frase que el milanés se ha aplicado siempre. Un perfecto ejemplo fue cuando, en 2003, recordó los tiempos en que trabajaba de cantante en un crucero y decidió regresar a los micros. Lo hizo con un CD que regaló a sus votantes como letrista, junto a la voz de Mariano Apicella, bajo el título 'Meglio ‘na canzone' ('Mejor una canción'). Aquel trabajo resume el espíritu de su carrera: un milanés que le hace un disco homenaje a Nápoles y que demuestra que por el poder se hace lo que haga falta. Hasta desafinar.

Con eso se nace y se muere. La rumorología dice hoy que apunta a que será presidente del Senado, segundo cargo institucional en importancia tras el presidente de la República —aunque durante meses apuntó públicamente a ocupar el escalafón más alto—. A Berlusconi nunca le gustaron las segundas posiciones. En enero pasado, realizó una sonada maniobra en la que usó toda su artillería mediática y agenda para convertirse en presidente de la República y sustituir al agotado Sergio Mattarella. Los números no dieron y la derrota fue dolorosa, aunque de puertas para afuera no se perdió la compostura.

Foto: Silvio Berlusconi. (EFE)

“Después de innumerables encuentros con parlamentarios y delegados regionales, especialmente y sobre todo pertenecientes a diferentes campos de la coalición de centro derecha, comprobé la existencia de números suficientes para la elección. Es algo que me ha honrado y conmovido”, dijo en un comunicado. Unos párrafos después anunciaba que, por el bien de la unidad nacional, “he decidido dar un paso más en el camino de la responsabilidad, pidiendo a quienes me lo propusieron que desistan de votarme para la presidencia de la República”.

Han pasado nueve meses de aquello y Berlusconi mantiene en perfecto estado la memoria y las ambiciones. Entonces los números no dieron y hoy, aunque la maniobra es complicada, podrían hacerlo. Berlusconi aporta los senadores y diputados para que exista un Gobierno conservador sólido. “Yo estoy en la partida para dar junto a Forza Italia una contribución determinante y hacer de director del próximo Gobierno”, declaró recientemente a sus compañeros de Forza Italia en un encuentro en un bar de Milán.

Europa, sin duda, le gusta a Berlusconi. Pero lo que más le gusta y le ha gustado siempre a Silvio Berlusconi es Silvio Berlusconi.

Silvio Berlusconi debe ser el garante —al menos para los europeístas— de que no habrá una verbena extremista y soberanista en el previsible próximo Gobierno italiano de la derecha. De alguna manera, así lo ha vendido él durante las recientes elecciones. En el cierre de campaña de la coalición conservadora, en la Piazza del Popolo de Roma, el veterano político dijo: “Como sabéis bien, somos parte de Europa, de la OTAN, del Occidente e, incluso, somos amigos de Estados Unidos. Queremos una Europa mejor. Una Europa de verdad de los ciudadanos. Una Europa que pueda ser protagonista en el mundo y se convierta en una potencia militar”.

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