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Adiós, Júpiter; hola, italianización: las legislativas abocan Francia al parlamentarismo
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Crisis institucional en Francia

Adiós, Júpiter; hola, italianización: las legislativas abocan Francia al parlamentarismo

El Gobierno macronista necesitará, al menos, el apoyo de 43 diputados de la oposición para sacar adelante sus propuestas. El caos parlamentario llega a Francia gracias a la polarización y la fragmentación política

Foto: El presidente francés, Emmanuel Macron. (EFE/Mohammed Badra)
El presidente francés, Emmanuel Macron. (EFE/Mohammed Badra)

Poco más de un mes después de que Francia reeligiera como presidente de la República a Emmanuel Macron, la derrota de su alianza de partidos en las elecciones legislativas del domingo parece haber transformado el sistema político del país: de semipresidencialista a semiparlamentarista. “Ingobernable”, titulaba este lunes el diario local 'Le Parisien'. Con los resultados de las legislativas, Macron se convierte en el presidente de la V República con el menor apoyo en la Cámara Baja y se despide de su presidencia jupiterina, obligado ahora a gobernar en minoría, tejiendo una estrategia de acuerdos y pactos completamente ajena al líder francés.

Con 246 escaños, el Gobierno necesitará, al menos, el apoyo de 43 diputados para conseguir sacar adelante su programa con la mayoría simple (289) de la Asamblea Nacional. Pero dado que las dos mayores fuerzas de oposición están encarnadas por la coalición de izquierda Nupes y la Agrupación Nacional (AN) de Marine Le Pen, la perspectiva de una Asamblea caótica es más que posible ahora que París se ha adentrado de manera definitiva en la fragmentación parlamentaria que ya conocían en otras capitales del continente.

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Este lunes, ante el “desorden” impuesto por los 142 escaños de la Nupes y los 89 de la AN, los portavoces de la oposición cargaron con dureza contra la primera ministra, elegida hace apenas un mes: “Borne está completamente desacreditada (...) me parece una obviedad, debe irse”, afirmó el diputado del partido de Jean-Luc Mélenchon Alexis Corbière en la radio pública France Inter. Mismo discurso de la AN, por boca de su vicepresidente, Louis Aliot: “Está demasiado debilitada para poder seguir en Matignon [residencia del primer ministro]”.

Por parte del Ejecutivo, su portavoz, Olivia Grégoire, compartió en France Inter este lunes su “miedo al bloqueo del país. El 'statu quo' no es una opción”, y abrió la mano a pactar ley por ley con una “mayoría de consenso”, lo que podría poner la estabilidad de la Asamblea en manos del debilitado partido conservador Los Republicanos (64 escaños, por 136 en 2017).

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Una “mayoría de consenso” que los diputados de Francia Insumisa, el partido mayoritario de la Nupes (72 escaños), desean que quede clara desde el principio de la legislatura. Para ello quieren presentar una moción de censura contra el Gobierno Borne, el 5 de julio, que ponga las cartas de todos sobre la mesa, ya que la propuesta debería contar con el improbable apoyo de la AN y de Los Republicanos para salir adelante.

El mandato de Borne nace medio amputado y según una regla no escrita de la V República francesa (y reiterada por Macron antes de las legislativas), los ministros que no consiguieron su escaño tendrán que dimitir. El domingo, de los 15 miembros del Gobierno que se presentaron a los comicios, tres fueron derrotados, dos de ellos cargos importantes como la ministra de Salud y la ministra de Transición Ecológica. Una situación que anuncia una reestructuración del Gobierno en los “próximos días”, según Grégoire.

Tres bloques políticos

Después de haber arrasado en las legislativas de 2017, asentando su programa de gobierno en una mayoría de 351 escaños (de 577), Emmanuel Macron anunció que su liderazgo imitaría a Júpiter (el dios romano que gobierna la Tierra, el Cielo y a los otros dioses) para devolver al jefe del Estado francés su papel de guía del Ejecutivo, después de cinco años de François Hollande, el presidente que se definió a sí mismo como una persona “normal”.

Macron, que fue ministro en un Gobierno del socialista Hollande, supo en cinco años minar los partidos tradicionales jugando la carta del centrismo —“ni de izquierdas, ni de derechas”—, mediante el nombramiento de ministros que venían de ambos lados del campo socialdemócrata de la política francesa. Pero la crisis de los chalecos amarillos, primero, la polémica reforma de las pensiones y la gestión de la pandemia del coronavirus, después, fueron escorando su imagen hacia la derecha y, ante la defunción de la socialdemocracia, Francia se empezó a fracturar en tres grandes bloques: la abstención, el bloque macronista y el bloque extremista o radical.

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En 2017, Macron se impuso a Marine Le Pen en la segunda vuelta de las presidenciales con el 66% de los votos, pero el 43% de los electores declaró haber votado “contra” la extrema derecha. Cinco años después, la ruptura de amplias capas de la sociedad con la política electoral y la desconfianza hacia Júpiter es mucho mayor y, si se tienen en cuenta la abstención, el voto blanco y nulo, solo el 38,52% de los electores dio su apoyo al presidente de la República (que obtuvo un 58% de apoyo frente a la candidata de la Agrupación Nacional).

El martes pasado, de cara a las legislativas y en previsión de un resultado que pudiera dar alas “a los extremos”, Macron (que apenas mostró interés por la campaña) envió un mensaje alarmista a los electores para convencerles de la necesidad de dar una mayoría sólida a su Gobierno: “No hay nada peor que añadir al desorden mundial, un desorden francés. El domingo, no debe faltarle ningún voto a la República”.

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No obstante, los resultados de este domingo reforzaron la imagen de los tres bloques, mostrando sobre todo la magnitud del problema de la abstención en el país: 28% en la segunda vuelta de las presidenciales de 2022 (25% en 2017, 19,65% en 2012), y por encima del 50% en las legislativas de 2022.

La posibilidad de disolver la Asamblea

Júpiter, que se presentó en 2017 como el candidato que iría más allá de la división izquierda-derecha para reformar Francia con su programa de 'revolución' social y económica, se ha visto forzado en 2022 (frente a la desaparición de los partidos tradicionales y el ascenso de la extrema derecha y la izquierda radical) a reformular sus eslóganes y su lenguaje, presentándose como el garante del “orden y la estabilidad” de la República. Insuficiente para convencer a una mayoría de franceses de que renovara su confianza en el macronismo otorgándole una carta blanca en forma de mayoría absoluta en las legislativas.

Ante la derrota del domingo, miembros del Gobierno y consejeros de Macron evocaban en 'Le Monde' una composición de la Asamblea “dantesca, hiperviolenta, infernal”, y prevén una crisis institucional de difícil salida.La posibilidad de disolver la Asamblea Nacional estaría en la mente de Macron, según afirman varios medios. Aunque la Constitución francesa prevé un plazo de 12 meses entre dos disoluciones, hay expertos que defienden que el plazo no se aplica inmediatamente después de la celebración de las legislativas y el debate entre constitucionalistas ya ha comenzado en Francia.

Sería una operación arriesgada para buscar de nuevo la mayoría absoluta que, según la portavoz del Gobierno, Olivia Grégoire, no estaría sobre la mesa, y que podría sacar a la luz la desafección de una parte del electorado. Los franceses están "cansados, hartos de este periodo electoral", en palabras este lunes de Grégoire.

Poco más de un mes después de que Francia reeligiera como presidente de la República a Emmanuel Macron, la derrota de su alianza de partidos en las elecciones legislativas del domingo parece haber transformado el sistema político del país: de semipresidencialista a semiparlamentarista. “Ingobernable”, titulaba este lunes el diario local 'Le Parisien'. Con los resultados de las legislativas, Macron se convierte en el presidente de la V República con el menor apoyo en la Cámara Baja y se despide de su presidencia jupiterina, obligado ahora a gobernar en minoría, tejiendo una estrategia de acuerdos y pactos completamente ajena al líder francés.

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