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Voces de la diáspora saharaui: "España siempre cede a los chantajes de Marruecos"
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CAMBIO DE CRITERIO EN EL GOBIERNO

Voces de la diáspora saharaui: "España siempre cede a los chantajes de Marruecos"

Taleb y Tesh nacieron en los campamentos de refugiados de Tinduf y se trasladaron a España siendo niños. Nunca han pisado su propio país, pero no han dejado de luchar por sus derechos

Foto: Manifestación en defensa del Sáhara Occidental en 2021. (Getty/Xaume Olleros)
Manifestación en defensa del Sáhara Occidental en 2021. (Getty/Xaume Olleros)
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"Pensábamos que España, por coherencia y por haber defendido de esta forma tan feroz al pueblo de Ucrania y su soberanía, iba a dar un giro completo en defensa de la causa saharaui", explica Taleb Alisalem, activista por los derechos del Sáhara Occidental, a partir de las conversaciones con sus amigos en los campamentos de refugiados. “Creíamos que ahora iba a venir una etapa donde la legalidad internacional y el derecho de los pueblos iban a tener mucha más importancia, porque los dos conflictos tratan exactamente de lo mismo. Pero nos hemos llevado una bofetada”.

El pasado viernes se hizo público que el Gobierno español ponía fin a 47 años de neutralidad en el Sáhara Occidental, que fue colonia de España hasta 1975. Así quedó reflejado en una carta que Pedro Sánchez envió al rey marroquí Mohamed VI, en la que el presidente respaldaba la solución al conflicto que defiende Marruecos y que consiste en otorgar una autonomía limitada al territorio, descartando cualquier referéndum de autodeterminación.

"Cualquier persona con una inteligencia mínima sabe que es de locos dar una autonomía en una monarquía autoritaria"

Como se podía prever, esta decisión ha enfurecido a la diáspora saharaui en nuestro país, entre ellos, a Taleb: “Cualquier persona con una inteligencia mínima sabe que es de locos dar una autonomía para cualquier territorio, en un régimen como es una monarquía autoritaria, donde ni siquiera el Parlamento puede tomar decisiones, porque todo el poder reside en el Rey. Es de risa”.

Nacido en El Aaiún, uno de los campamentos de refugiados situados en la frontera argelina, este joven viajó por primera vez a España a los ocho años, gracias al programa Vacaciones en Paz. Al cumplir los 10 se trasladó con la familia que le había acogido durante tres veranos y, pasado el tiempo, su madre y sus hermanas pudieron reunirse con él y dejar atrás la invasión marroquí de su tierra.

Sin embargo, no se apartó de sus orígenes. “He tenido la oportunidad de tener una vida normal, pero nunca he desconectado del conflicto, porque cruza por completo mi vida y la de mi madre. No he dejado de ir a los campamentos”, señala Alisalem, que ha dedicado todo su tiempo libre desde la adolescencia a sensibilizar sobre lo que ocurre en su país.

La vida de Tesh Sidi no ha sido muy diferente. Esta ingeniera informática se crio en el campamento de Tinduf, a unos kilómetros de Taleb, porque los asentamientos fueron construidos con distancia entre ellos, con la idea de que “si la aviación marroquí bombardeaba, se pudiera evitar que muriese todo el mundo”. A pesar de trasladarse a España a los 12 años, Tesh tampoco ha podido evitar dedicar su vida al activismo: “Me ha tocado por el contexto en el que nací, porque soy una persona inmigrante, exiliada africana, saharaui y mujer”. Ambos pertenecen a la segunda generación de refugiados por la ocupación.

Foto: Soldados saharauis en Rabuni, "zona liberada". (EFE)

En 1975, España abandonó a la que era su provincia 53, mientras Marruecos aprovechaba para invadir el territorio. Como respuesta, el Frente Polisario emprendió una guerra contra este país que se alargó hasta 1991, cuando la intervención de la ONU llevó a que ambos Estados firmaran el alto el fuego. Este acuerdo establecía, como queda explicito en las siglas de la operación del organismo internacional (Misión de Naciones Unidas para el referéndum en el Sáhara Occidental o Minurso), que se negociarían las bases para la celebración de una votación sobre la independencia de la región en 1992. Treinta años después, el censo registrado sigue esperando.

Desde entonces, la armonía entre estas naciones ha sido inasumible y el pueblo saharaui se ha partido en pedazos, dividido entre los nómadas que habitan en el territorio ocupado, los refugiados de los campamentos de Argelia y los miles de exiliados que se reparten por el resto del planeta. Al mismo tiempo, las relaciones de Marruecos con Occidente, y en especial con España, permiten a Mohamed VI tensar la situación ocasionalmente, sobre todo gracias a la externalización del control de la frontera sur que le ha otorgado Europa y que le permite abrir y cerrar las puertas de la migración del continente.

"Fiarte de una dictadura genocida que ha demostrado que puede utilizar a los niños para hacer política exterior es algo inasumible"

“Es algo que siempre ha usado Marruecos, el chantaje. Pero no solo en materia de inmigración, sino también en materia de seguridad”, indica Taleb, haciendo hincapié en cómo las mezquitas marroquíes en nuestro territorio y sus comunidades responden de manera directa a los servicios de Inteligencia de Marruecos para informar de la radicalización de sus fieles. “La amenaza es cortar ese flujo de información, esencial para las actividades de contraterrorismo. Lo más vergonzoso es que España siempre cede a sus chantajes”, declara el activista.

Por su parte, Tesh indica que como española le preocupan las decisiones del Ejecutivo, porque “fiarte de una dictadura genocida que ha demostrado que puede utilizar a los niños, a su gente, para traficar y para hacer política exterior es algo inasumible”, y sostiene que es imposible “negociar con alguien con una pistola en la mesa”.

No obstante, el abandono dejó de sorprender a los que siguen en los campamentos hace mucho tiempo. Taleb señala que cuando viaja a la frontera “se lo toman a risa”. “Mientras puedan saquear los recursos naturales y estar bien con Marruecos, nosotros somos la última mierda y nos conformamos con eso”, sostiene a pesar de admitir que no esperaban que la decisión se tomara de este modo, de una manera tan “descarada”. A su vez, Tesh explica cómo su madre “no quiere saber nada de España” y si le pregunta diría: “¿Qué esperabas, hija?, os habéis refugiado en el colonialismo”.

“Es que imagínate una persona 46 años, bajo 50 °C, sin futuro. A sus hijos los ha tenido que ceder para que tengan una vida”, lamenta la activista, y afirma que el Gobierno no se da cuenta del sufrimiento que hay detrás de la situación de estas personas y de los que están en los territorios ocupados.

Foto: Saharauis en un campamento de refugiados protestan alzando las imágenes difundidas por Sultana Khaya. Foto: Efe

Taleb recuerda cómo hace tiempo hablaba con una amiga, una activista que está en el propio Sáhara invadido, y que durante su detención por protestar en redes sociales contra la ocupación fue torturada y violada por las propias autoridades marroquíes. Cuando la llamó para saber cómo se encontraba, le dijo: “En Occidente hay un montón de asociaciones de animalistas que si se le hace a un perro lo que se me ha hecho a mí, esa persona va a la cárcel, y aquí parece que a nadie le importa”. Por eso, para él está claro que con esta decisión España no solo se coloca fuera de la legalidad internacional, sino que "está siendo cómplice de la barbarie y los crímenes de guerra que sufre el pueblo saharaui".

En este contexto de invasión, es inevitable comparar esta realidad con los últimos acontecimientos en Ucrania, y los dos entrevistados ven evidente la discriminación racial que hace Europa. “Obviamente, no quieres comparar el drama de unas personas con otras, pero las mismas imágenes que hemos visto de estos refugiados te las puedo sacar del Sáhara Occidental”, señala Tesh. “Pensar que el mundo no es una guerra racial es de ser ingenuo”, sentencia la activista.

"Pensábamos que España, por coherencia y por haber defendido de esta forma tan feroz al pueblo de Ucrania y su soberanía, iba a dar un giro completo en defensa de la causa saharaui", explica Taleb Alisalem, activista por los derechos del Sáhara Occidental, a partir de las conversaciones con sus amigos en los campamentos de refugiados. “Creíamos que ahora iba a venir una etapa donde la legalidad internacional y el derecho de los pueblos iban a tener mucha más importancia, porque los dos conflictos tratan exactamente de lo mismo. Pero nos hemos llevado una bofetada”.

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