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Celda o ruina: ¿pueden llegar a ser los oligarcas la clave para la caída de Putin?
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Acordaron no meterse en política

Celda o ruina: ¿pueden llegar a ser los oligarcas la clave para la caída de Putin?

A medida que aumentan las sanciones contra sus fortunas, han comenzado a pronunciarse en contra de la guerra. Marcar distancias es la única manera de redimirse en Occidente

Foto: Roman Abramovich. (Getty/Clive Mason)
Roman Abramovich. (Getty/Clive Mason)
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Desde que comenzó la invasión de Ucrania, prácticamente todas las noches se convocan manifestaciones en Rusia contra Vladímir Putin. Se han registrado ya más de 6.500 arrestos. No parece que el presidente ruso muestre algún signo de preocupación ante ello. De momento, las protestas no son grandes y no hay posibilidades de que su círculo más íntimo —jefes militares y los servicios de espionaje que lo conocen desde hace décadas— planee destituirlo.

Pero una cosa es lo que ocurre en las calles y otra muy distinta es lo que está pasando en el mundo paralelo de los oligarcas, ese selecto grupo de multimillonarios rusos nacido tras la caída del sistema comunista en los años noventa y cuyas fortunas ascenderían ahora a 800.000 millones de dólares. A medida que Estados Unidos y Europa aumentan las sanciones contra su dinero, mansiones y yates, algunos han comenzado a pronunciarse públicamente en contra de la guerra. Cierto es que ninguno ha implicado directamente al responsable del Kremlin, pero las declaraciones pidiendo la paz son consideradas un indicio sin precedentes de disidencia contra el líder autocrático.

Foto: Abramovich confirma que deja el Chelsea. (Reuters/John Sibley)

¿Podrían ser los propios oligarcas rusos los que promovieran el fin de Putin? Es complejo. Por una parte, temen las celdas de torturas en Moscú. Pero, al mismo tiempo, saben que marcar distancias es la única manera de redimirse ahora en Occidente. El multimillonario Mikhail Fridman —uno de los fundadores de Alfa Bank, el mayor banco privado de Rusia— y Oleg Deripaska —que construyó su fortuna con las materias primas rusas y fue yerno de Boris Yeltsin— son dos de los hombres más poderosos que han alzado ahora su voz.

“¡El mundo es muy importante! Las negociaciones deben comenzar lo antes posible”, escribió Deripaska en un mensaje en Telegram, calificando de “crisis real” el rápido deterioro de la situación económica en Rusia e instando a realizar mayores reformas. “Es necesario cambiar la política económica, acabar con todo este capitalismo de Estado”, escribió.

Por su parte, Fridman considera que el conflicto es una “tragedia para los pueblos de ambos países”, aunque no llega a criticarlo directamente, asegurando que los comentarios personales podrían suponer un riesgo no solo para él, sino también para su entorno. “Por favor, no me presionen para hablar más”, recalcó en una rueda de prensa en Londres este martes, explicando que tenía decenas de miles de empleados en Rusia, Ucrania y el Reino Unido. “Es un tema muy delicado. Tenemos decenas de socios y no tengo derecho a ponerlos a todos en riesgo”, siguió.

Foto: Una manifestación anti Putin

Nacido en Ucrania antes de la desintegración de la Unión Soviética, ahora vive entre Moscú y la capital británica —donde posee una mansión de 90 millones de libras— y dirige la firma de inversión LetterOne, que tiene amplios intereses en el petróleo y el comercio minorista. Tanto él como su socio, el también millonario Pyotr Aven, se encuentran en la lista de oligarcas sancionados ahora por la UE al ser considerados parte del “círculo íntimo de Putin”.

Fridman considera que estas medidas —que congelan algunos activos e imponen una prohibición de viajar— son injustificadas y no van a tener el efecto deseado de ayudar a controlar el Kremlin. “Mis padres siempre me decían que por ser judío no podría estar en algunos puestos o en determinadas universidades. Ahora, me enfrento a la misma situación aquí en Occidente por ser ruso”, recalcó.

Reino Unido, capital 'Londongrado'

De momento, ocho oligarcas han sido sancionados por el Reino Unido. Downing Street no descarta tomar también medidas contra los asesores que trabajan para ellos a fin de acabar con el llamado 'Londongrado'. En cualquier caso, la lista no incluye a nombres tan relevantes como Roman Abramovich, considerado hombre del núcleo estrecho de Putin, quien el miércoles por la noche ponía a la venta el Chelsea, el club que compró en 2003 por menos de 100 millones de libras. “Los beneficios serán donados a una fundación para la ayuda a todas las víctimas de la guerra de Ucrania”, rezaba el comunicado oficial.

Los rumores se habían intensificado en las últimas horas. El diputado laborista Chris Bryant —responsable del comité de estándares parlamentarios— denunció que el Ejecutivo estaba actuando muy lentamente y advirtió de que el multimillonario ruso ya había comenzado a vender sus activos porque estaba “aterrorizado ante posibles sanciones”. Además del club, también podría haber puesto a la venta una de las mansiones que compró en Londres en 2009 por 90 millones de libras.

Ante la imposibilidad de mandar soldados a Ucrania a fin de evitar una III Guerra Mundial, Occidente considera que la asfixia económica de estos magnates es una de las vías más efectiva para debilitar al Kremlin. La relación entre los oligarcas y el poder ruso se remonta a 1996. Los empresarios que amasaron inmensas fortunas con la desaparición de la URSS fueron clave para que Boris Yeltsin fuera reelegido cuando estaba a punto de perder el poder. A lo largo de la década de los noventa, el político realizó grandes cambios, entre ellos, una nueva Constitución que prescribía una sociedad democrática, en la que se introducían la economía de mercado, en lugar de la economía planificada, y el respeto a los derechos humanos.

Foto: Vista del distrito financiero de 'la city' de Londres. (EFE/Neil Hall)

Pero, al mismo tiempo, muchos rusos perdieron sus empleos y fueron incapaces de vivir de sus ingresos, devaluados por la hiperinflación. Como consecuencia, Yeltsin vio cómo su popularidad cayó en picado en beneficio de su opositor, el comunista Gennadi Ziugánov. Y fue entonces cuando los oligarcas —los mismos que se habían enriquecido en medio de las dificultades económicas— salieron al rescate. Se trata de una alianza que dura hasta el día de hoy.

Nada de meterse en política

En deuda con los oligarcas, Yeltsin renunció al candidato de su preferencia, Borís Nemtsov, y nombró como su sucesor a Putin, el entonces preferido de Borís Berezovski. Pero al llegar al poder en 1999, el exagente de la KGB —que no continuó con las reformas de su predecesor— impuso su nueva hoja de ruta: los oligarcas podrían conservar y multiplicar sus fortunas, pero ya no podrían involucrarse en cuestiones políticas.

Foto: Boris Johnson y Vladimir Putin en una imagen de archivo. (Reuters)

Y es una regla que dejó muy clara desde el principio, advirtiendo de las consecuencias que tendría cruzar la raya con el episodio de Mijaíl Khodorkovski. El principal oligarca del país —y uno de los hombres más ricos del mundo— no estuvo de acuerdo con esta visión y acabó perdiendo todo de la noche a la mañana tras ser acusado por el Gobierno de evasión de impuestos durante la década de los noventa y fraude. Para el líder ruso, la confianza es clave, mucho más que la meritocracia. Y si se siente traicionado, actúa. De ahí que los pocos oligarcas que se atreven ahora a hablar en público sobre la guerra en Ucrania midan mucho sus palabras.

Los 116 multimillonarios que se estima que hay en Rusia habrían perdido más de 126.000 millones de dólares desde que Putin reconociera las dos regiones separatistas del este de Ucrania el 16 de febrero, según informa 'Forbes'. Sin embargo, a pesar de la hemorragia de dinero, la élite empresarial tampoco está en condiciones de desafiar al líder ruso.

“La élite está en estado de 'shock' absoluto. No estaba en ninguno de sus planes que sus negocios se fueran a pique y terminaran como posibles acusados en La Haya [Corte Penal Internacional]”, aseguraba a 'The Times' el analista Abbas Gallyamov. “Pero sería un error esperar algún movimiento de ellos. La élite siempre ha tenido miedo de Putin, pero ahora le tienen aún más miedo. Si está listo para bombardear Kiev, podría encarcelarlos, y no solo eso. Todos saben de las celdas de tortura. Ya no quedan héroes”, añade.

Pero, al mismo tiempo, para los multimillonarios, condenar la guerra puede ser un último flotador al que agarrarse para intentar mantener sus activos en Occidente, incluidos yates de lujo y propiedades. Muchos de sus hijos estudian o viven en América y Europa. “Los oligarcas más importantes de Rusia han entendido perfectamente que tendrán que distanciarse explícitamente de las aventuras bélicas de Putin si quieren tener un futuro en Occidente o redimirse”, aseguraba Elisabeth Schimpfössl, autora del libro 'Rusos ricos: de oligarcas a burgueses'. “Están desesperados por que las cosas se reviertan tanto como sea posible”.

Desde que comenzó la invasión de Ucrania, prácticamente todas las noches se convocan manifestaciones en Rusia contra Vladímir Putin. Se han registrado ya más de 6.500 arrestos. No parece que el presidente ruso muestre algún signo de preocupación ante ello. De momento, las protestas no son grandes y no hay posibilidades de que su círculo más íntimo —jefes militares y los servicios de espionaje que lo conocen desde hace décadas— planee destituirlo.

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