Mansiones, yates y empresas: oligarcas rusos, en vilo en Cataluña por las sanciones
Entre los empresarios del círculo del poder en Moscú con intereses en Cataluña se encuentran Vagit Alekperov, Roman Abramovich, Serguey Chemenov o Vyacheslav Aminov
Desde hace 15 años, Cataluña se ha convertido en uno de los refugios favoritos de oligarcas rusos vinculados de una u otra manera al régimen del presidente Vladímir Putin. Mientras Ucrania arde en las llamas de la guerra, en Cataluña hay numerosos propietarios con millones de euros en bienes raíces y activos diversos inquietos por su futuro. Desde el yate del propietario del Chelsea, Roman Abramovich, que se está reparando en el Port Vell de la capital catalana, el Solaris de 140 metros de eslora, hasta las mansiones en la Costa Brava de Serguey Viktorovich Chemezov, consejero delegado de Rostec, la empresa pública de armamento, famosa entre otras cosas porque fabrica el icónico fusil de asalto Kaláshnikov. Cataluña ha sido uno de los destinos favoritos de estos magnates de la extinta URSS, ahora en vilo por la amenaza de congelación de activos por parte de la Unión Europa a causa de las sanciones por Ucrania.
Hay tres yates anclados de grandes oligarcas en este momento en el puerto de Barcelona: el ya mencionado de Abramovich; el Valerie, de Chemezov, y el Aurora, del empresario inmobiliario Andrei Molchanov, de la firma promotora LSR. Ambos, como el caso, de Abramovich, son personas muy cercanas al presidente ruso, Vladímir Putin. El contexto internacional ha virado contra este tipo de empresarios. Hasta Suiza está embargando los bienes rusos. Abramovich, viendo cómo se está poniendo la situación, ha cedido la gestión del Chelsea a los administradores del club como una manera de proteger esta inversión.
El mejor y mayor conocedor de Cataluña es el presidente de la segunda petrolera rusa, Lukoil, Vagit Alekperov. Alekperov tomó la precaución de sacar de Marina Port Vell, especializada en la reparación y el mantenimiento de superyates, su propio yate, el Galáctica, que zarpó rumbo a Montenegro el pasado sábado. No en vano es uno de los miembros de un fondo que participa en Marina Port Vell, que explota la concesión del Ayuntamiento de Barcelona hasta 2048. La ventaja: Montenegro no forma parte de la UE y el yate de Alekperov estaría a salvo de posibles sanciones.
Alekperov tiene más vínculos con Cataluña. Lukoil, donde Alekperov controla cerca del 20% del capital y es su primer accionista, es el socio de la petrolera catalana Meroil. Meroil y Lukoil tienen al 50% la empresa catalana Meroil Tank, 23 millones en activos en una sociedad que factura 7,5 millones al año y gana 1,4 millones: una máquina de hacer dinero. Meroil Tank posee una terminal petrolífera en el muelle de la energía del puerto de Barcelona.
Tener socios rusos en el nuevo contexto bélico en Europa se ha vuelto incómodo. Hasta BP se ha comprometido a vender su 19,5% en Rosfnet, la petrolera estatal rusa. No está obligada por la nueva normativa, tampoco Meroil, pero contar con socios rusos en este contexto implica un riesgo reputacional complicado para las empresas occidentales.
Mansiones en la Costa Brava
Los rusos no están solo en Cataluña. En Marbella existen numerosas propiedades inmobiliarias en manos de inversores de ese país. Pero en la costa catalana hay numerosas propiedades en manos de oligarcas cercanos al régimen.
De nuevo aquí reaparece la figura de Chemezov. El fabricante de Kaláshnikovs ha utilizado sociedades pantalla para adquirir una villa de lujo que, incluyendo la finca, ocupa 6.000 m2 en la prestigiosa urbanización de S’Agaró Vell.
La Costa Brava puede competir con Marbella como residencia de millonarios rusos
La mano derecha de Chemezov, el vicepresidente de Rostec, Vladímir Artyakov, que su día fue gobernador regional de Samara, gastó 14 millones en comprar dos mansiones también en S’Agaró, muy cerca de las de su jefe. Artyakov utilizó en estas adquisiciones sociedades pantalla, a su suegra de testaferro e incluso a su propio hijo, Dimitri Artyakov, según publicó en su día 'El Periódico'.
Hay más casos: el del magnate ruso Vyacheslav Aminov, socio y consejero de la empresa de transporte ferroviario de mercancías NefteTrans Service. Aminov compró en 2015 una mansión en la localidad gerundense de Pals, por algo más de siete millones de euros, siete meses después de reunirse con Carles Puigdemont, cuando este era alcalde de Girona.
Hoteles y turistas
Muchas de estas casas en este momento se encuentran vacías, como explican residentes en la Costa Brava o lugares emblemáticos de turismo como Sitges. El turismo ruso y el ucraniano han sido un motor de lugares como la Costa Dorada. Antes de la pandemia, más de 719.000 rusos visitaban Cataluña. Y muchos inversores rusos han apostado por el sector hotelero. Por ejemplo, Valeri Scherer y Sergei Rusakov, que ha invertido en el Alàbriga, un hotel de cinco estrellas en S’Agaró, donde se puede llegar a cobrar 3.000 euros por una noche de superlujo. El inversor Pavel Kozlov promovió un hotel de lujo en Platja d’Aro, el Mascandell. El proyecto consiguió las autorizaciones, pero no llegó a llevarse a cabo y en este momento está en venta.
Desde hace 15 años, Cataluña se ha convertido en uno de los refugios favoritos de oligarcas rusos vinculados de una u otra manera al régimen del presidente Vladímir Putin. Mientras Ucrania arde en las llamas de la guerra, en Cataluña hay numerosos propietarios con millones de euros en bienes raíces y activos diversos inquietos por su futuro. Desde el yate del propietario del Chelsea, Roman Abramovich, que se está reparando en el Port Vell de la capital catalana, el Solaris de 140 metros de eslora, hasta las mansiones en la Costa Brava de Serguey Viktorovich Chemezov, consejero delegado de Rostec, la empresa pública de armamento, famosa entre otras cosas porque fabrica el icónico fusil de asalto Kaláshnikov. Cataluña ha sido uno de los destinos favoritos de estos magnates de la extinta URSS, ahora en vilo por la amenaza de congelación de activos por parte de la Unión Europa a causa de las sanciones por Ucrania.
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