Así secuestra Arabia Saudí a sus príncipes disidentes
"Se supone que llego a El Cairo esta semana en un avión de la realeza. Si no me encuentras, es que me han llevado a Riad", bromeó por teléfono el príncipe Sultan días antes del secuestro
En los últimos dos años, tres príncipes saudíes que residían en Europa han desaparecido sin dejar rastro. Según una investigación de la cadena británica BBC, los tres habían expresado abiertamente su oposición a la familia real. La historia salió a la luz por primera vez en marzo del año pasado, cuando 'The Guardian' documentó el secuestro por parte de las autoridades saudíes de tres miembros de la familia real entre septiembre de 2015 y febrero de 2016, y su retorno forzoso a Arabia Saudí. Desde entonces, no ha vuelto a saberse nada más de ellos.
La Casa de Saud, encabezada por el rey Salmán bin Abdulaziz desde 2015, se compone de unos 25.000 miembros, dentro de los cuales hay un total de 7.000 príncipes y princesas. De orientación absolutista, la familia real ha gobernado sin oposición desde que asumió el poder, y es conocida por su excentricidad petrolera y la fiel encarnación del wahabismo, la corriente ideológica más radical del islam suní. El secuestro de sus propios príncipes se suma a la larga lista de violaciones de derechos humanos cometidas por la multimillonaria monarquía del Golfo.
"Avisad a vuestras embajadas"
El príncipe Sultan bin Turki fue secuestrado en febrero de 2016 en un vuelo de París a El Cairo, junto con otras 20 personas de su séquito, la mayoría occidentales. En el documental publicado por la BBC, dos de ellos describen el momento en el que se dieron cuenta de que el avión no iba a aterrizar en El Cairo porque había sido desviado a Riad. El príncipe Sultan empezó a gritar y forcejear mientras el personal a bordo, que portaba armas ocultas, le sujetaba. Tras el aterrizaje, decenas de vehículos militares rodearon el avión. Miembros de la policía y del ejército saudí subieron al príncipe en un coche sin matrícula mientras él alertaba a su séquito a gritos de que le estaban secuestrando. "Avisad a vuestras embajadas", fue lo último que les dijo. Desde entonces, nadie ha vuelto a saber de él.
El personal de su séquito permaneció tres días retenido en Arabia Saudí. Tras confiscarles sus pasaportes y aparatos electrónicos, fueron escoltados a un hotel en Riad por un grupo de soldados armados. Les acompañaban también los 'auxiliares de vuelo', ya vestidos con sus uniformes militares y enseñando tranquilamente sus pistolas. En ningún momento les permitieron abandonar el hotel. En el grupo había varias mujeres occidentales que carecían de la vestimenta reglamentaria del país. Al tercer día, les hicieron firmar unos documentos en árabe y, tras recuperar sus teléfonos móviles —en los que se habían encargado de eliminar cualquier imagen que sirviera como prueba de lo ocurrido—, fueron conducidos a un avión, de vuelta a sus países.
¿Qué había hecho el príncipe Sultan para 'merecer' el secuestro? Pedir una reforma democrática del reino. En 2002, Sultan se había trasladado a Suiza para recibir tratamiento médico. Poco después, empezó a conceder entrevistas en las que criticaba al Gobierno saudí por sus escándalos de corrupción y la violación de derechos humanos. En junio de 2003, en una visita al palacio de su tío en Ginebra, Sultan bin Turki comprendió que había desatado la ira de la familia real. Su tío le pidió que regresara a Arabia Saudí para resolver el conflicto. El príncipe se negó. Minutos después, su tío abandonó la sala donde se encontraban y unos hombres enmascarados entraron, le propinaron una paliza y lo ataron con cuerdas para sedarlo.
Esa misma tarde, el embajador saudí en Suiza se comunicó con el séquito de Sultan y les anunció que sus servicios ya no serían necesarios puesto que el príncipe había regresado a Arabia Saudí. Bin Turki estuvo varias semanas bajo arresto domiciliario en Riad hasta que fue liberado de nuevo y pudo denunciar el secuestro. Sin embargo, ni el Gobierno suizo ni ninguna otra autoridad europea quisieron hacerse cargo del asunto. A día de hoy, el caso judicial sigue abierto, mientras que el demandante, Sultan bin Turki, ha vuelto a desaparecer. En el momento del segundo secuestro, el príncipe tenía protección 24 horas al día. Días antes de volar a Egipto, recibió la noticia de que él y su séquito viajarían en un avión de la realeza saudí. "Si no me encuentras, es que me han llevado a Riad", bromeó por teléfono con un amigo antes de ser secuestrado.
"Sé que van a asesinarme"
El príncipe Turki bin Bandar ocupaba un alto puesto en la policía saudí hasta que una disputa familiar por una herencia le llevó a prisión y, tras ser liberado, decidió marcharse a París. En 2012 comenzó a publicar vídeos en YouTube pidiendo reformas democráticas en Arabia Saudí. Y la historia se repitió. El viceministro de Interior intentó convencerle primero por teléfono, sin saber que Bin Bandar estaba grabando la conversación. "Que Dios te bendiga, todo el mundo aguarda tu regreso", dijo el político. "¿Mi regreso? ¿Y qué pasa con las cartas que tus representantes me enviaron?", respondió el príncipe, que había recibido misivas con el siguiente contenido: "Eres un hijo de perra, te vamos a arrastrar de vuelta como a Sultan bin Turki". "No te tocarán", le aseguró el viceministro.
Bin Bandar siguió publicando vídeos hasta julio de 2015. Después, durante varios meses no se supo nada de él. Tras una larga investigación, apareció un artículo en un periódico marroquí en el que se mencionaba una visita del príncipe a Marruecos y cómo había sido arrestado y deportado al intentar regresar a Francia. El traslado se produjo con el consentimiento de un tribunal marroquí. Antes de su desaparición, Bin Bandar había escrito un libro que entregó a su amigo y activista Wael Al-Khalaf, junto a una nota profética en la que confesaba sus miedos. "Querido Wael, no compartas estas declaraciones a no ser que me secuestren o asesinen. Sé que van a asesinarme. También sé que han abusado de mis derechos y los del pueblo saudí".
El secuestro del tercer príncipe, Saud bin Saif al-Nasr, se produjo casi simultáneamente. En marzo de 2014, Saud —conocido por sus inclinaciones al lujo occidental y los casinos— comenzó a publicar críticas contra la monarquía saudí en su cuenta de Twitter. Pronto se convirtió en un crítico prolífico. Denunciaba la injerencia del reino a la hora de derrocar al presidente egipcio Mohamed Mursi y la financiación saudí del golpe de Estado. Un año después, Saud fue demasiado lejos: respaldó una serie de misivas anónimas que pedían la destitución del rey Salman. A los pocos días, el 9 de septiembre, su cuenta de Twitter había sido silenciada.
Su desaparición suscitó interés en las redes sociales. Al parecer, Saud había sido persuadido para realizar un viaje de Milán a Roma para negociar un trato con una empresa ruso-italiana que quería abrir filiales en el Golfo. "Un avión privado de la empresa lo recogió y se lo llevó. Solo que no aterrizó en Roma, sino en Riad", denuncia otro príncipe disidente escondido en Alemania. "Los servicios de inteligencia saudí habían planeado toda la operación. Ahora comparte el mismo destino que el príncipe Turki: una prisión subterránea", añade.
Silencio político
Ni el Gobierno saudí ni las autoridades de Marruecos han querido responder a las preguntas de la prensa. Tampoco han hecho observaciones al respecto ni se ha obtenido respuesta alguna ante los intentos de contactar con los tres príncipes. Las conflictivas relaciones familiares de la casa de Saud se remontan a 1975, cuando el rey Faisal fue asesinado por un príncipe disidente.
Pero, hasta la fecha, se desconocía si la familia real verdaderamente ocultaba un programa para eliminar a disidentes y opositores. Su historial de secuestros contrasta con los ambiciosos planes de modernización y apertura anunciados por el príncipe heredero, Mohamed bin Salman (31 años), que a su vez ha sido definido por analistas como el principal causante de la reciente agresividad en política exterior del reino saudí.
En los últimos dos años, tres príncipes saudíes que residían en Europa han desaparecido sin dejar rastro. Según una investigación de la cadena británica BBC, los tres habían expresado abiertamente su oposición a la familia real. La historia salió a la luz por primera vez en marzo del año pasado, cuando 'The Guardian' documentó el secuestro por parte de las autoridades saudíes de tres miembros de la familia real entre septiembre de 2015 y febrero de 2016, y su retorno forzoso a Arabia Saudí. Desde entonces, no ha vuelto a saberse nada más de ellos.