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"No les importan los hechos": Sputnik News según su (ex) corresponsal en Washington
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"No les importan los hechos": Sputnik News según su (ex) corresponsal en Washington

El periodista estadounidense Andrew Feinberg trabajó durante unos meses para la agencia rusa, antes de abandonarla debido a sus manipulaciones y desprecio por la verdad

Foto: Andrew Feinberg y el logotipo de Sputnik. (Montaje: E. Villarino)
Andrew Feinberg y el logotipo de Sputnik. (Montaje: E. Villarino)

El presidente francés Emmanuel Macron desató un pequeño escándalo diplomático a finales de mayo cuando, al ser preguntado por qué RT (la antigua Russia Today) y Sputnik tenían vetado el acceso a las oficinas de su partido En Marcha, los acusó de “difundir propaganda y mentiras”. "RT y Sputnik no se comportaban como la prensa, como periodistas [durante la campaña electoral en Francia]. Se comportaron como órganos de influencia, como órganos de propaganda falsa, ni más ni menos”, afirmó el mandatario galo, el primero en hacer una afirmación semejante de forma tan contundente. Y encima, delante de Vladímir Putin.

Las palabras de Macron provocaron una encendida respuesta por parte de Margarita Simonyan, la directora del grupo mediático del que dependen ambos medios, una subdivisión del conglomerado mediático Rossiya Segodnya: “No ha habido ningún mensaje falso, no hay ninguna prueba. No hay hechos falsos, ni puede haberlos”, declaró, asegurando que, siguiendo esa lógica, “habría que expulsar de Rusia a todos los medios de Occidente”, ya que “siempre están en contra” del Gobierno ruso y “abogan por la oposición rusa”.

Pero a Simonyan le ha salido un crítico inesperado que cuestiona esa argumentación: nada menos que el hasta ahora corresponsal de Sputnik en Washington, Andrew Feinberg, quien tras pasar unos meses en este medio se dedica ahora a denunciar sus presuntas manipulaciones, y cuya experiencia se ajusta punto por punto a las alegaciones de Macron. “Se presentan como cubriendo historias que nadie cubre, proporcionando diferentes perspectivas. En teoría está bien, es un objetivo noble. Pero eso no es lo que hacen”, dice Feinberg a El Confidencial. “La razón por la que nadie cubre esas mismas historias es que esos ángulos no están respaldados por la realidad”, asegura.

Feinberg llegó a Sputnik por casualidad: vio un anuncio en una página especializada de empleo en periodismo. “Estaba en lo que me gusta llamar un 'infierno freelance' y necesitaba un empleo a tiempo completo”. Hizo una entrevista, y fue contratado bastante rápidamente. No es que tuviera un interés especial en trabajar para Rusia o para un medio alternativo. “Sin duda estoy a favor de la diversidad en los medios, y no tengo nada contra medios financiados por un estado. Los hay excelentes y haciendo un trabajo fantástico: Voice of America, Al Jazeera, BBC, France 24, todos ellos hacen un trabajo maravilloso”, dice. “Pero la cuestión sobre Sputnik y RT es que no están financiados por el estado, sino controlados. Hay un consejo editorial vertical cuyo control es ejercido por el Gobierno ruso. La cobertura no se hace en función de las noticias, sino de la narrativa del Gobierno ruso”, explica.

“De lo primero que me di cuenta es de que no tenían firmas, a menos que hubieses hablado con alguien y eso fuese una exclusiva, y el entrevistado te conociese por nombre. Pero si no es algo así, no hay nombres en la historia”, comenta. “Porque si no hay nombre, no hay responsabilidad. Y si no hay responsabilidad, es más fácil deformar la verdad”, indica.

"Definitivamente no era normal"

Feinberg relata que también se dio cuenta muy pronto de que cada vez que se hablaba de Crimea en Sputnik, el artículo incluía un párrafo sobre cómo había habido un referéndum en el que el 96% de la gente había votado a favor de la permanencia en Rusia, “lo que es técnicamente verdad, pero nunca reflejan el hecho de que ese referéndum se llevó a cabo a punta de pistola y tanques”. Ucrania era otro de los temas más sensibles: tras hacer una pregunta incómoda al portavoz de prensa de la Casa Blanca Sean Spicer, recibió una llamada ordenándole chequear de antemano sus preguntas con los editores. “Esos fueron los primeros signos de que aquello definitivamente no era normal”, cuenta.

Le preguntamos cuál fue la gota que colmó el vaso. “Tras el ataque químico en Jan Sheijún, en Siria, se me ordenó hacer una pregunta en la Casa Blanca argumentando que era un montaje que no había ocurrido. Dejé clara mi inconformidad, pero insistieron. En ese momento empecé a buscar otras posibilidades de trabajo”, explica. “También quería que escribiese sobre Seth Rich”.

La historia de Seth Rich, un joven empleado de la Convención Nacional Demócrata que fue asesinado en Washington en extrañas circunstancias, apenas es conocida en España, pero ha ocupado un enorme espacio en la prensa pro-Trump en EEUU y otros países. “Medios rusos y otros muchos en la derecha estadounidense lo ven como una prueba de que Rusia no tuvo nada que ver con nuestras elecciones. Aseguran que él tenía acceso a los mails de Hillary Clinton, y fue él quien se los dio a Wikileaks, y por eso le mataron. Pero si eso fuese cierto, no tiene nada que ver con nuestras elecciones, aunque, por supuesto, no lo es. Así que no estaba dispuesto a decir que Seth Rich fue asesinado por eso”, sentencia Feinberg.

Tras dejar su trabajo hace tres semanas, Feinberg colocó un enigmático mensaje encabezando su cuenta de Twitter: “Ya no trabajo para Sputnik. Me encantaría contaros por qué. Sentíos libres de contactarme”. A este le siguió otro: “Parece que Sputnik no está muy feliz con los periodistas de verdad. Prefieren tener VERDADEROS propagandistas operando de forma anónima”. Desde entonces ha estado haciendo entrevistas con medios de diferentes países explicando su experiencia.

“No les gusta que reportees nada sin consultarles primero, que salgas e intentes conseguir noticias. Te hacen proponer los titulares primero. Si no se ajusta a su narrativa, no aprueban la historia y no se hace. Y la narrativa es normalmente la persecución contra los rusos, la democracia tan corrupta como en Rusia, todo el mundo es horrible así que Putin no es tan malo… Tienes que seguir esos temas. Si no te ajustas a esas líneas, la historia no se aprueba y no la quieren”, explica Feinberg. “Ponen excusas sobre presentar la perspectiva rusa, pero un país no tiene una definición de verdad diferente a la de otro”, afirma.

Acuerdos de confidencialidad

Describe además la coincidencia de objetivos entre estos medios rusos y varios en Estados Unidos, de carácter marcadamente derechista y con cierta querencia por las teorías de la conspiración. “Hay todo un universo de periódicos, publicaciones y páginas web de derechas que a menudo toman sus historias de Sputnik y RT: Inforwars, Breitbart, sitios así”, indica. “Si hablamos de lo que pasó en Francia con Macron, o las filtraciones del CND, muchas de esas historias empezaron en Sputnik y de allí se expandieron por ese universo, donde resultan amplificadas hasta un nivel en el que alguien que no sea un consumidor de noticias educado las puede tomar por reportajes legítimos, sin saber que en realidad es propaganda de un estado totalitario”, señala Feinberg.

Gran parte de su eficacia se basa, precisamente, en el hecho de que lectores y espectadores no son conscientes de cómo funciona el proceso de desinformación. Por eso, mantener el secreto es vital. En enero, cuando El Confidencial intentó contactar con varios reporteros de RT para un reportaje sobre el servicio en español de la cadena, la directiva emitió una circular prohibiendo tajantemente a sus trabajadores hablar con la prensa. Y esa es la tónica general de este conglomerado de medios.

Feinberg, de hecho, no es ni mucho menos el primer “desertor” que le sale a Rossiya Segodnya: la periodista estadounidense Liz Wahl dimitió en directo tras tres años en RT asegurando que no podía ser “parte de una red que blanquea las acciones de Putin”, debido a su cobertura de la crisis de Crimea. Poco después lo hizo la reportera británica Sara Firth, por lass supuestas mentiras tras el derribo del vuelo MH17 de Malaysian Airlines. Para evitar sorpresas de este tipo, RT ha impuesto acuerdos de confidencialidad a los empleados de RT, cuya violación implica multas de 50.000 dólares, según ha informado este mes el diario ruso The Moscow Times.

Le preguntamos a Feinberg si existe algo similar en Sputnik. “Sí, pero me da igual. Tal y como yo lo veo, el acuerdo de confidencialidad está diseñado para proteger secretos comerciales internos y cosas de naturaleja semejante. Los métodos para reunir información, algoritmos para promover ciertos contenidos a la cabecera de la web, yo protejo esas cosas. Pero no creo que las mentiras estén protegidas por el acuerdo. E incluso si lo están, esta historia tiene que conocerse, la gente necesita saber lo que hacen estos tipos”, afirma. Por ahora, no obstante, Feinberg no ha vuelto a ser contactado por sus antiguos jefes. “Me han quitado el seguro médico, pero eso es normal”, explica. “Pero no estoy preocupado. Si estuviese en Rusia tal vez lo estaría, pero estoy en EEUU”.

El presidente francés Emmanuel Macron desató un pequeño escándalo diplomático a finales de mayo cuando, al ser preguntado por qué RT (la antigua Russia Today) y Sputnik tenían vetado el acceso a las oficinas de su partido En Marcha, los acusó de “difundir propaganda y mentiras”. "RT y Sputnik no se comportaban como la prensa, como periodistas [durante la campaña electoral en Francia]. Se comportaron como órganos de influencia, como órganos de propaganda falsa, ni más ni menos”, afirmó el mandatario galo, el primero en hacer una afirmación semejante de forma tan contundente. Y encima, delante de Vladímir Putin.

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