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Las pymes griegas, ahogadas por el salario mínimo de Syriza: despedir o pagar en 'B'
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INQUIETUD POR LA MEDIDA ESTRELLA DE TSIPRAS

Las pymes griegas, ahogadas por el salario mínimo de Syriza: despedir o pagar en 'B'

El 99% de las empresas griegas son pymes. Si la bajada de la demanda y el endeudamiento ahogan sus ingresos, ¿cómo harán frente a una subida de salarios?

Foto: El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, da la bienvenida al nuevo primer ministro griego, Alexis Tsipras, en Bruselas el 4 de febrero (Reuters).
El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, da la bienvenida al nuevo primer ministro griego, Alexis Tsipras, en Bruselas el 4 de febrero (Reuters).

La cifra mágica son los 751 euros. La renegociación de la deuda, el tema principal que está llevando a Yanis Varufakis, ministro de Finanzas, a una amplia gira europea (de momento Francia, Italia, Gran Bretaña y Alemania) ha ensombrecido una de las medidas estrella del nuevo Gobierno de Alexis Tsipras. Además de la electricidad gratuita para los más pobres y los cupones de comida para atajar la 'crisis humanitaria', el nuevo Ejecutivo pretende reinstaurar el poder adquisitivo mínimo y llevarlo a los niveles precrisis.

Grecia, a pesar de los siete años de caída libre de su economía, sigue siendo un país con un salario mínimo bastante alto comparado con su entorno (Bulgaria, Rumanía, Turquía...), pero también con otras naciones más pujantes como Polonia. Huelga decir que las dificultades de las empresas helenas no han terminado, ni mucho menos, a pesar del ligero repunte del PIB. Una parte abrumadora de ellas –un 99,6% del tejido productivo– tiene entre uno y 49 empleados, es decir, son pymes. Si el endeudamiento, la bajada de la demanda y estancamiento en las exportaciones ahogan sus ingresos, ¿cómo van a hacer frente a una subida de los salarios de sus empleados?

Las pymes piden al Gobierno que no actúe unilateralmente

El Gobierno se ha dado cuenta de que implantarlo de golpe era demasiado drástico y, de momento, está tanteando, aunque su rumbo parece firme. El ministro de Trabajo, Panos Skurletis, no frena el proyecto, pero ha tenido que reducir marcha. En un principio, la intención del nuevo Ejecutivo era implementar rápidamente un decreto de la subida como una de las medidas sociales 'de urgencia' que restablecieran el poder adquisitivo de los griegos. Las agrupaciones empresariales le han pedido que no cometa los errores del anterior Gobierno, y que se siente con ellas antes de aprobar ninguna ley.

Una parte abrumadora de las empresas griegas son pymes. Si el endeudamiento, la bajada de la demanda y estancamiento en las exportaciones ahogan sus ingresos, ¿cómo van a hacer frente a una subida de los salarios de sus empleados?

Y, por errores, las pymes se refieren a 2012, cuando, por acuerdo entre la troika y el Ejecutivo, el salario se redujo, en niveles brutos, a los 586 euros al mes actuales. Una reducción repentina que llevó aparejada una caída del consumo y, en consecuencia, un duro golpe para muchas empresas. “Hemos dicho”, aseguraba Skurletis hace unos días en la televisión griega, “que reinstaurar el salario mínimo a ese nivel será un pequeño impulso para el crecimiento del mercado. Cuando le das a la gente con tan bajos ingresos ese dinero, lo gastan en necesidades básicas”. Una teoría que parece correcta si se mira el lado de los consumidores, pero la gran pregunta es si los pequeños y medianos empresarios están preparados para ello.

La respuesta, aunque edulcorada por los expertos, es que no. El Confidencial ha hablado con Dimitris Bimpas, investigador del Instituto de la Pequeña Empresa (IME-GSEVEE), que explica cómo la política económica hasta ahora “ha puesto en peligro la supervivencia de muchas empresas” y ha obligado a muchas a cerrar “por la imposibilidad de hacer un plan de negocio”. La incertidumbre y el decreto sin negociación es lo que está matando lentamente a las empresas. En su informe de julio de 2014, el último disponible, la confianza de los emprendedores en sus líderes políticos era mínima. Un 72,5% de ellos no pensaba que ninguno de los grandes partidos pudiera solucionar la encrucijada en la que se encuentran. Eso sí, son más los que prefieren a Syriza que a Nueva Democracia. Su punto de vista es que los Gobiernos actúan muchas veces de una manera imprevisible que les encuentra descolocados, y este podría ser el caso del nuevo aumento del salario mínimo.

“Antes de la troika había diálogo social”

“El sistema impositivo ha sido modificado más de 40 veces en los últimos siete años”, explica Bimpas, “lo que hace imposible planear, tener una visión del negocio”. Eso, unido a la falta de crédito, es lo que parece estar ahogando las empresas. “Antes de que llegara la troika, las subidas del salario se establecían por el diálogo social –añade–, así que esperamos que el Gobierno, como gesto de buena voluntad, deje negociar a las partes para encontrar una subida óptima del salario mínimo”.

Los empresarios de pymes están, en principio, “de acuerdo” en que hay que subir los salarios, pero quieren que no se haga de manera unilateral. Son prudentes y esperan que “se llegará a una solución racional”. Para ello piden al nuevo Ejecutivo que no solamente se trate el tema de los salarios, sino también el tema de los impuestos: “El GSEVEE espera que el Gobierno haga cambios en el sistema de impuestos y en los impuestos mismos para que el coste de la subida del salario mínimo se compense con el descenso de otras cargas”, asegura Bimpas, que concluye que debe haber coordinación: “El impacto del salario mínimo debería venir acompañado de otras medidas antiausteridad”.

No hay tregua para las empresas griegas

‘El sistema impositivo ha sido modificado más de 40 veces en los últimos siete años’, explica Bimpas, ‘lo que hace imposible planear, tener una visión del negocio’

La mitad de estas pymes están en riesgo de cerrar y se calcula que hasta 15.000 podrían haber echado la persiana en los últimos seis meses, con la consecuente pérdida de puestos de trabajo. La caída de ventas en el último año ha sido del 20% y, si agregamos las caídas durante toda la crisis, podríamos hablar de un 75%. Y por ello mantener una actividad empresarial es casi una cruzada de la que muchos, además, no pueden salir por las deudas acumuladas.

Para la mayor parte de estas empresas, sus deudas son con el Estado, pues solamente un 26,5% de ellas deben a los bancos. Una de cada cuatro tiene deudas con sus proveedores y con sus arrendatarios. En total, el GSEVEE ha calculado que un tercio de las empresas no han podido pagar sus impuestos en 2014 y un 35% no han podido cumplir con la seguridad social. Bajada de la recaudación para el Estado, por tanto, y una debilidad que, como decíamos antes, tiene obviamente consecuencias en el empleo: el mismo informe del instituto asegura que 24.000 personas perdieron su puesto de trabajo en la primera parte de 2014 y que hasta 42.000 habrían podido perderlo durante la segunda mitad.

Un círculo vicioso difícil de romper por otra de las lacras del esquema de trabajo nacional: la baja productividad. Según recientes datos de la OCDE, los griegos son los europeos que más horas pasan en el trabajo, pero los octavos en la clasificación de los menos productivos, superados solamente por países como Polonia, Estonia o Portugal. Las economías más saludables como Holanda o Alemania trabajan menos horas y sacan más provecho al tiempo.

¿Es realista un salario mínimo de 751 euros?

En 2008, cuando empezó la crisis de manera oficial, el salario mínimo griego era más alto que el español, según datos de Eurostat. Solamente la llegada de la troika revirtió esta tendencia –con el argumento de incrementar la competitividad– hasta reducirlo a los 581 actuales y ser superado por el español, que se mantuvo más constante. Cuando en España se hablaba de los jóvenes “mileuristas” –aunque ahora ya son “nimileuristas”–, en Grecia esto se empezaba a traducir como “la generación 700 euros”.

Este término, acuñado en 2007 por el grupo G700, resumía la situación de los jóvenes de entre 25 y 35 años sobrecualificados e infrapagados que no dejaba de extenderse en el país… y en Europa. También hubo Generazione 1000 Euros en Italia, Generation Précaire en Francia, y Generación Praktikum en Austria, por poner algunos ejemplos. Pero para estos jóvenes los 700 euros empezaron a ser una quimera: en Grecia –como en España– el paro juvenil supera con holgura el 50%. Muchos de ellos deben acudir al empleo en la economía sumergida, donde se pagan sueldos muchos más bajos que el mínimo sin que la empresa abone gran parte de los costos.

Los defensores del aumento del salario mínimo aseguran que la demanda aumentará con esta subida y la economía repuntará; los críticos, sin embargo, dicen que las empresas se verán tentadas de usar argucias para pagar a sus empleados en negro… y no sólo a los jóvenes. Una tentación en la que ya han caído muchas empresas. En Grecia la economía sumergida –relataba un estudio de 2013– asciende al 24% del PIB, algo que, aunque inferior al 28% de las décadas anteriores, cierra el círculo: el dinero escapa de las arcas del Estado heleno, que inventa nuevos impuestos, las empresas recurren a la economía en B. Las pymes le piden a Tsipras diálogo para romper la tendencia.

La cifra mágica son los 751 euros. La renegociación de la deuda, el tema principal que está llevando a Yanis Varufakis, ministro de Finanzas, a una amplia gira europea (de momento Francia, Italia, Gran Bretaña y Alemania) ha ensombrecido una de las medidas estrella del nuevo Gobierno de Alexis Tsipras. Además de la electricidad gratuita para los más pobres y los cupones de comida para atajar la 'crisis humanitaria', el nuevo Ejecutivo pretende reinstaurar el poder adquisitivo mínimo y llevarlo a los niveles precrisis.

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