La imagen de la semana es, en realidad, la imagen del año. Porque no tenemos costumbre en España de la erupción de un volcán. Y porque el estupor de la lava ha convertido La Palma en un plató televisivo y en un teatro político que hipnotiza a los espectadores.

Y que desconcierta a los lugareños, no ya damnificados por una catástrofe sísmica que los ha despojado de la casa, de la tierra y de los recuerdos, sino expuestos a la histeria mediática, al trajín de frikis geológicos, a la obscenidad de los mirones y a la imprudencia de los “selfistas”.

Estamos delante de la noticia perfecta.