Ascensión tiene 104 años pero eso no le impide caminar sin bastón. Su edad tampoco le ha impedido estar al frente de su bar en Bárcena de la Abadía (El Bierzo) hasta hace unos días. Ha decidido jubilarse porque, como dice ella, "falta ambiente en el pueblo" y porque sus hijos "tampoco pueden hacerse cargo del negocio, porque ya están retirados".  

Al llegar a su casa nos recibe en la cocina, sentada en una silla de madera antigua y al calor de la típica cocina de leña de hierro fundido que suele abundar en las casas de pueblo. No para de ofrecernos de comer y de beber: café, bombones... para que no nos "falte de nada". Con ella están dos de sus siete hijos: Higinio y Lidia, y el marido de Lidia (Enrique). Su hijo Higinio insiste en que “hoy tiene catarro y no está muy fina”. A pesar de todo ella se muestra muy dicharachera y animada.

Ascensión llegó a Bárcena de la Abadía en 1932, cuando tenía 17 años, y para entonces ya llevaba detrás de la barra trece, exactamente desde los cuatro años. "Mis padres habían regentado un bar en Fornela y otro en Peranzanes antes de vivir aquí en Bárcena". Cuenta que "cuando podía y no tenía que trabajar, iba al colegio. A veces iba desayunada, y otras no, porque no había para comer". Relata que aunque algunos mineros le ofrecían su bocadillo, ella nunca los aceptó.

A los 45 años quedó viuda de su marido Santos. Su salud de hierro le permitió sacar adelante su numerosa familia y el negocio hasta cumplir más un siglo detrás de la barra. Pero ni su incansable afán por seguir faenando ha sido suficiente para mantener un negocio que ya no le aguanta el ritmo a Ascensión. "Antes hacíamos muchos bailes, cánticos, teatros, cines... Se hacía de todo, la gente era muy alegre". Pero hoy el pueblo apenas tiene 80 habitantes y ya no se ve gente por allí. Es el fiel reflejo del fenómeno de abandono del mundo rural. "Estás un rato aquí mirando y no ves pasar a nadie por la calle. Es muy triste”, se lamenta.

Ascensión se muestra como una mujer reivindicativa, luchadora y fan incondicional de su tierra, y no pierde ocasión para lanzar una queja a los políticos de Ponferrada y del Bierzo entero por su falta de iniciativa para levantar la comarca. "Tienen poca ilusión para dar vida a este país. Los pueblos se abandonan porque no hay industria, no hay ningún trabajo, los jóvenes se marchan, los viejos se van muriendo y el pueblo cada vez está con menos gente. Si vinieran las minas como antes si habría gente. Venían hombres a trabajar de Portugal, de Galicia, de muchos sitios de España, pero así no viene nadie”. 

Se ríe cuando termina de decirnos esto, porque le preocupa que le lleven a la cárcel por "meter caña a los que mandan". También se acuerda del AVE de Madrid a León que trae muchos turistas a la zona. "¿Y el AVE a Ponferrada cuando viene? Porque daría mucha vida. Si hubiese un AVE vendría gente de Madrid y de todos los lados”. 

A pesar de su avanzada edad, Ascensión permanece muy atenta a la actualidad y se despide lanzándonos una pregunta: “Vosotros que entendéis de esto, ¿cuándo van a sacar al pobre niño del pozo?”. Se refiere a Julen, el niño de Totalán. Hace hincapié en que “metamos en la noticia” el saludo y el apoyo que manda a los padres del pequeño. Dice que la historia le recuerda a lo que pasó en la zona hace años, cuando una explosión de gas grisú se llevó por delante la vida de ocho mineros en el ‘Pozo Río’ de Fabero. "Espero que esta historia tenga un final feliz".