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El fiasco de Didi (el Uber chino) y el fin del romance entre Wall Street y Beijing
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El fiasco de Didi (el Uber chino) y el fin del romance entre Wall Street y Beijing

La caída repentina de Didi días después de su OPV en Nueva York afectará al tipo de desvinculación financiera que la Administración de Trump no logró alcanzar

Foto: DiDi | EC Diseño.
DiDi | EC Diseño.
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Un aspecto curioso del conflicto EEUU-China por la tecnología es que, aunque ambos gobiernos se tiren al cuello del otro, los inversores tecnológicos han estado contentos con un abrazo cálido y mutuamente beneficioso. Al menos hasta ahora.

La brusca caída del gigante de servicios de viaje bajo demanda chino Didi, pocos días después de su exitosa oferta pública inicial de 4.400 millones de dólares en la Bolsa de Nueva York, seguramente frene las salidas a bolsa chinas en EEUU durante mucho tiempo, consiguiendo el tipo de desvinculación financiera, al menos en la bolsa, que la Administración Trump no fue capaz de alcanzar. En medio de una creciente tormenta regulatoria en casa, las acciones de Didi ahora cotizan a cerca del 70% del precio de salida de su OPV el 30 de junio.

La situación en China tiene varios elementos: política, preocupaciones regulatorias sobre el poder de mercado y privacidad de datos

El jueves, ‘The Wall Street Journal’ publicó que la Administración del Ciberespacio de China, que informa a un grupo de liderazgo central presidido por el presidente chino, Xi Jinping, será la responsable de supervisar las salidas a bolsa en el extranjero.

Lo que está pasando actualmente en la tecnología de internet china tiene varios elementos: política, preocupaciones regulatorias legales sobre el poder de mercado y la privacidad de datos y una política industrial china cada vez más sólida que ve los datos como un recurso soberano y se muestra cada vez más escéptica ante la utilidad de las empresas de internet de consumo en comparación con las aplicaciones de ‘hardware’ como ‘microchips’.

Desde la perspectiva de un inversor, la moraleja importante es que las tres cosas ahora están desplegadas contra las empresas de internet de consumo. Cualquiera que compre en una salida a bolsa o espere que esta mano dura resulte pasajera está asumiendo un enorme riesgo.

placeholder Oficina de la Administración del Ciberespacio en China. (Reuters)
Oficina de la Administración del Ciberespacio en China. (Reuters)

Además, Pekín está adoptando una actitud explícitamente hostil —o, al menos, bastante escéptica— ante las propias salidas a bolsa tecnológicas en el extranjero, después de un periodo en que los mercados estadounidenses se veían como una importante fuente de capital que los mercados chinos no estaban del todo preparados para reemplazar. Tras intensificar el control reglamentario sobre Didi y otras dos empresas tecnológicas que acaban de salir a bolsa en EEUU, Pekín ha declarado esta semana que endurecería la normativa para las salidas en el extranjero de forma más general. A pesar de años de amenazas de EEUU de retirar de la bolsa compañías chinas por problemas contables, puede que finalmente sea China la que realmente eche el cierre.

Las empresas chinas han conseguido 26.000 millones de dólares en salidas a bolsa nuevas en EEUU en 2020 y 2021, según Dealogic, la mayor cifra desde la OPV sin precedentes de Alibaba en 2014.

Foto: (Reuters)

El propio caso de Didi refleja el creciente malestar de Pekín respecto a dichas salidas. Al igual que la OPV problemática de Ant Group ayudó a catalizar el escepticismo estatal sobre la fiabilidad de las compañías de internet, Didi rechazó la sugerencia de los reguladores de retrasar su oferta pública inicial y realizar primero un análisis de su seguridad de red.

Ahora es evidente que el Gobierno ve la seguridad y la restricción del poder político y de mercado de las firmas de internet como prioridades más importantes que ayudarlas a tener acceso a capital, a pesar de que han sido grandes creadoras de empleo. Eso es especialmente cierto, dada la nueva obsesión de Pekín con la independencia de semiconductores y con mantener la economía centrada en la producción en lugar de los servicios: quiere que el dinero vaya a los ‘microchips’ y a la robótica, no a la entrega de alimentos a domicilio. Las empresas de internet chinas no escaparán del control al salir a bolsa en el extranjero. Hasta las operaciones de capital llevadas a cabo en el extranjero pueden ser sujeto de restricciones más estrictas. Muchas empresas chinas que cotizan en bolsa en EEUU ya han elegido Hong Kong para cotizaciones secundarias en los últimos años. Más seguirán sus pasos.

Foto: Día del Trabajo en Shanghái, China. (EFE)

La soberanía de datos también se ha convertido en una preocupación creciente para Pekín, ya que las firmas tecnológicas recopilan grandes cantidades de información a las que podrían acceder competidores o empresas tecnológicas rivales extranjeras. El esfuerzo de la Administración Trump por expulsar a TikTok de EEUU se basó en preocupaciones similares. La seguridad y soberanía de datos serán un punto de contención cada vez más grande entre las dos superpotencias. Tesla declaró en mayo que abriría una nueva central en China para almacenar todos los datos de sus coches allí para abordar las preocupaciones sobre cómo podrían utilizarse los datos.

Pekín también está claramente preocupado porque, al margen de las prácticas anticompetitivas generalizadas como el 'er xuan yi' —que obliga a los comerciantes a vender en una plataforma de manera exclusiva— y las preocupaciones por la estabilidad financiera planteadas por el negocio del origen del préstamo de Ant, las ‘big tech’ chinas simplemente se han vuelto demasiado poderosas por méritos propios. Episodios empresariales como el de Alibaba aparentemente intentando controlar la narrativa de los medios por su cuenta —un escándalo que involucró a un directivo de Alibaba en la plataforma de ‘microblogging’ Weibo, en la que Alibaba tiene una gran participación, fue censurado por el mismo Weibo el año pasado— no fueron bien recibidos en Pekín, que está acostumbrado a encargarse de la censura él mismo.

Foto: Uno de los centros logísticos de JD. (Foto: JD)

La mano dura con las compañías tecnológicas de internet, empezando con la OPV frustrada de Ant Group en noviembre, no muestra indicios de ralentizarse. Tras años operando con relativa libertad, un control normativo más intenso se convertirá en la norma. No parece que los intereses de los inversores extranjeros vayan a gozar de mucha consideración.

Los valores tecnológicos chinos han sufrido durante el último año a medida que la tormenta regulatoria se ha intensificado. Cualquiera que se haya quedado esperando a que el cielo se despeje podría encontrarse con una espera muy larga y muy húmeda.

*Contenido con licencia de ‘The Wall Street Journal’.

Un aspecto curioso del conflicto EEUU-China por la tecnología es que, aunque ambos gobiernos se tiren al cuello del otro, los inversores tecnológicos han estado contentos con un abrazo cálido y mutuamente beneficioso. Al menos hasta ahora.

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