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Probamos Didi, el gigante chino que se ha comido a Uber en medio mundo
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LE HA DESBANCADO COMO START-UP MÁS VALIOSA DEL MUNDO

Probamos Didi, el gigante chino que se ha comido a Uber en medio mundo

Las cosas como son: en China cada vez es más difícil hacerse con un taxi a la manera tradicional. El gesto de levantar el brazo cuando

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(EFE)

Las cosas como son: en China cada vez es más difícil hacerse con un taxi a la manera tradicional. El gesto de levantar el brazo cuando se acerca un coche con el piloto verde encendido no garantiza el éxito. Para nada. En muchas ocasiones, el vehículo pasa de largo. Los conductores más considerados miran al cliente y sacuden la mano para indicar que no le van a coger, pero la mayoría ni siquiera se digna a hacer ese gesto. En hora punta o cuando llueve, la dificultad alcanza el grado de misión imposible.

Esta situación tiene un único culpable: Didi Chuxing, la aplicación china para reserva de vehículos con conductor. Podríamos llamarla el Uber chino, y no faltan razones para hacerlo: después de un par de años compitiendo con la empresa estadounidense, Didi salió tan victoriosa que pagó mil millones de dólares para adquirir las operaciones de la americana en China. Por si fuese poco, al igual que hizo Uber, ahora Didi quiere extenderse por el mundo.

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América Latina se ha convertido en su primer destino. Con 1.200 millones de dólares en la cartera, ha comprado la brasileña 99 y busca acceder a otros países de la región. Así, de forma directa o a través de acuerdos con empresas como Grab o Lyft, opera ya en mil ciudades que acogen en torno al 60% de la población mundial.

¿Qué narices es Didi?

placeholder A bordo de uno de los coches de Didi. (Z. Aldama)
A bordo de uno de los coches de Didi. (Z. Aldama)

Pero Didi es mucho más que Uber: es Uber, MyTaxi, y Drivr juntos. A través de Didi, el usuario puede llamar a un taxi tradicional o contratar los servicios de varios tipos de vehículos privados: desde el 'Express', más económico, hasta el 'Luxe', compuesto por automóviles de alta gama. Los primeros se pagan según lo que marca el taxímetro, ya sea con dinero en efectivo, utilizando la tarjeta sin contacto de transporte urbano, o a través del móvil; los segundos solo se pueden abonar mediante los servicios de pago electrónico.

Se ha integrado en otras 'superapps' como Alipay o en WeChat, la aplicación de mensajería

Sin duda, una de las grandes fortalezas de Didi reside en su amplio catálogo de servicios. Otra de ellas está en cómo ha anidado sus servicios en las ‘superapps’ de Alipay -principal empresa de pagos electrónicos- y WeChat -mensajería instantánea y red social entre otras muchas cosas-. A diferencia de lo que sucede cuando alguien busca una ruta en Google y Maps ofrece la posibilidad de utilizar el servicio de un tercero para pedir un vehículo, las ‘superapps’ no requieren la descarga de la aplicación individual de Didi, por lo que cualquier usuario de esos dos servicios -que entre ambos suman casi dos mil millones- puede pedir el coche directamente y de forma extremadamente sencilla.

El idioma no es un problema

placeholder Didi versus Uber. (Zigor Aldama)
Didi versus Uber. (Zigor Aldama)

Además, ya no es necesario saber chino para utilizar el servicio, porque Didi -como también ha hecho Grab, del sudeste asiático- ha incorporado una versión en inglés y, además, un traductor simultáneo para poder escribirse con el conductor -eso sí, de momento solo en la lengua de Shakespeare y de Trump-.

Soy usuario de la aplicación desde que se lanzó al mercado, pero utilizaba la versión china. Instalo la internacional para probar las novedades, pero enseguida me encuentro con un escollo: los conductores chinos son adictos a las llamadas. Nada más hacer la reserva, el teléfono suena. No sé por qué, aunque la aplicación le envía al conductor mi posición precisa por GPS, este tiene la necesidad de preguntarme dónde estoy. En chino, claro.

Los chinos son adictos a las llamadas. Da igual que les llegue la ubicación, te llaman para chequear

Una compañera reconoce que es habitual y, como ella no controla todavía el idioma, me da la clave: “Siempre le cuelgo y le envío inmediatamente un mensaje con el traductor instantáneo diciéndole que soy extranjera, que no hablo chino, y que no me llame”, ríe. Funciona. La traducción es un poco rudimentaria, pero más que suficiente para entenderse cuando el conductor avisa de que no puede pararse donde estamos y seguir las instrucciones que nos da.

Los precios

El taxi es, generalmente, el servicio más económico de los que ofrece Didi, esta suerte de Uber vitaminado. En ocasiones, para ciertos trayectos, los vehículos privados pueden salir algo más baratos, pero es raro que suceda así. No obstante, cuando la demanda es muy elevada, la aplicación sugiere un suplemento de entre 5 y 15 yuanes (entre 0,80 y 2 euros) como incentivo para que el taxista acepte nuestra reserva. Teniendo en cuenta que se trata de un servicio público, dudo de la legalidad de esa función, pero está instaurada. También, como la aplicación da al taxista el destino del pasajero, hay ocasiones -sobre todo trayectos cortos- en las que no están interesados en aceptar la carrera. Y eso suma dificultad a la ya ardua tarea de subirse a un taxi.

placeholder Foto: Efe
Foto: Efe

Claro que luego están los vehículos privados. Los coches 'Express' son los más económicos, abundantes, y heterogéneos: los hay de marcas chinas y occidentales, grandes y pequeños, impolutos y algo desastrados. Pero el servicio suele ser agradable y eficiente.

Los 'Luxe' y 'Premier' son notablemente más caros, pero en su catálogo de automóviles hay marcas como Audi o Mercedes-Benz (incluso algún Tesla) y monovolúmenes para quienes tengan necesidad de contar con más plazas. En cualquier caso, lo más interesante de estos dos últimos es que incluyen el servicio de recogida en aeropuertos. Y es uno de los que más utilizo. No para mí sino para amigos o familiares que vienen a visitarme y a cuyo encuentro no puedo ir.

Y lo mejor de Didi es...

En mi lugar acude una joven china con un cartel en el que escribe el nombre del pasajero que llega. El usuario proporciona el número de vuelo, así que no hay que preocuparse de la hora ni de que haya retrasos, porque allí estará la azafata cuando el avión aterrice. Y será ella quien guíe al recién llegado hasta el coche, que espera en el aparcamiento del aeropuerto. Dentro, el conductor ofrece agua embotellada marca Didi y un servicio exquisito hasta destino.

Puedes alquilar coche con conductor o sólo el chófer...ideal para tus borracheras imprevistas

Finalmente, uno de los últimos servicios de Didi -aunque no ideado por la empresa china-es el de alquiler de conductor sin coche. O sea, que un tipo va hasta donde estamos para conducir nuestro propio vehículo hasta donde queramos. Es, en efecto, muy útil en días de borrachera, y evita la obligación de que uno de los amigos se mantenga sobrio para conducir al final de la velada. El conductor aparece a la hora acordada -o en el momento-, coge nuestro coche, y nos lleva a casa.

Uber en China: arrinconado

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Foto: Reuters

La integración de servicios y la facilidad de uso han aupado a Didi a la hegemonía. En China, Uber continúa existiendo sobre el papel. Pero en la práctica ha desaparecido y nadie la espera. Es un buen ejemplo de cómo China puede copiar una idea, mejorarla, y expulsar a quien primero la tuvo. Hay varios factores que propician este proceso: una mala adaptación a China -cuyo ciberespacio es un universo paralelo con sus propias leyes-, una apuesta poco decidida por el país -las inversiones requeridas para tener éxito son exorbitantes-, y las trabas burocráticas y/o legales que el propio Gobierno establece para desincentivar el uso de servicios extranjeros en favor de los locales.

Ahora habrá que ver si Didi tiene el mismo éxito en un terreno muy diferente: el global. Como mero usuario, yo tengo que reconocer que, desde que la utilizo, no he echado en falta a Uber en ningún momento. Es más, allá donde vaya en Asia, sobre todo en India y en el sudeste asiático, prefiero las aplicaciones locales -Ola y Grab-. Me resultan mucho más satisfactorias que la americana. En Sudamérica, especialmente en Brasil, también están comiendo terreno a Uber, que sufre la particular pinza que este servicio le hace con Cabify en esa región. Y, en gran medida, eso se debe a que también permiten pedir taxis, una iniciativa que no solo es interesante para el usuario, también desactiva posibles conflictos laborales con ese colectivo.

Las cosas como son: en China cada vez es más difícil hacerse con un taxi a la manera tradicional. El gesto de levantar el brazo cuando se acerca un coche con el piloto verde encendido no garantiza el éxito. Para nada. En muchas ocasiones, el vehículo pasa de largo. Los conductores más considerados miran al cliente y sacuden la mano para indicar que no le van a coger, pero la mayoría ni siquiera se digna a hacer ese gesto. En hora punta o cuando llueve, la dificultad alcanza el grado de misión imposible.

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