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El multimillonario detrás del mayor caso de fraude fiscal en la historia de Estados Unidos
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Tenía fondos en varios paraísos fiscales

El multimillonario detrás del mayor caso de fraude fiscal en la historia de Estados Unidos

La Fiscalía acusa a Robert Brockman, emprendedor, litigante y a veces mezquino según sus allegados, de ocultar 2.000 millones de dólares al Servicio de Impuestos

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Hace más de 20 años, un grupo de antiguos comerciales del empresario de ‘software’ de Houston Robert Brockman denunció a su antiguo jefe, alegando en el juicio que los había privado de comisiones al destinar una parte de los pagos de clientes a una entidad en las Islas Caimán. Brockman apeló dos veces a la Corte Suprema de Texas en un intento por evitar contestar preguntas precisas sobre la entidad ‘offshore’, y en 2001 resolvió el caso en condición de confidencialidad.

Aunque los comerciales no se dieron cuenta en el momento, habían tropezado con los primeros indicios de lo que más tarde el Gobierno llamaría la mayor causa penal jamás presentada contra una persona acusada de evadir impuestos estadounidenses. En octubre, el fiscal federal acusó a Brockman de utilizar una red de empresas ‘offshore’ para ocultar cerca de 2.000 millones de dólares de ingresos al Servicio de Impuestos Internos (IRS por sus siglas en inglés). Brockman se ha declarado inocente de 39 cargos criminales, incluidos evasión de impuestos, fraude electrónico, blanqueo de dinero y destrucción de pruebas. Ni él ni sus abogados han querido hacer comentarios para este artículo.

La Fiscalía alega que el grueso de la evasión fiscal procedía de beneficios que Brockman obtenía de sus inversiones en Vista Equity Partners, firma de capital privado que ayudó a crear en el año 2000 y que ahora gestiona 73 millones de dólares en fondos destinados a inversiones en ‘software’.

Foto: Ilustración: Raúl Arias.
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El fundador de Vista, Robert Smith, la persona negra más rica de EEUU, resolvió su propio caso de evasión de impuestos con el Gobierno, que se hizo público el día de la acusación a Brockman. Smith ha accedido a testificar en contra de su exmentor, uno de los al menos dos confidentes de Brockman que le han dado la espalda. Parte del dinero de la causa penal contra Brockman vino de la misma entidad de las Islas Caimán de la que los vendedores se quejaron hace años, según una declaración jurada sin sellar del IRS de diciembre. No se había informado hasta ahora de la relación entre ambos casos.

El caso histórico enfrenta a Brockman, multimillonario con reputación de incansable litigante, contra los inmensos recursos del Gobierno federal. Los especialistas legales dicen que parece que el Gobierno tiene pruebas fehacientes, pero puede que la Fiscalía federal tenga problemas para juzgar el caso por la complejidad de la normativa tributaria que rige en los ‘trust offshore’.

Otra posible traba para el Gobierno es que Brockman, de 79 años, reclama en documentos judiciales que no puede ser juzgado porque padece demencia y es incapaz de asistir en su propia defensa. La Fiscalía ha declarado en expedientes judiciales que podría estar fingiendo un deterioro mental. Hay un juicio sobre sus capacidades en junio, y si el tribunal da la razón a Brockman los cargos podrían ser retirados o aplazados.

Brockman compraba mobiliario de segunda mano, rara vez concedía ascensos y prohibía a los empleados fumar para ahorrar

A pesar de su riqueza, Brockman era prácticamente desconocido fuera de un pequeño círculo en Houston y la industria automotriz hasta que se anunció su imputación en otoño. Documentos judiciales y entrevistas de sus antiguos empleados, socios comerciales y su hermano pequeño le retratan como un directivo brillante, a veces mezquino, con una vena antigubernamental que le llevó a ver el IRS como una organización corrupta que trataba injustamente a los contribuyentes.

Brockman compraba mobiliario de segunda mano para las oficinas de la empresa, rara vez concedía ascensos y prohibía a los empleados fumar para ahorrar dinero en el seguro sanitario, según antiguos empleados y socios. Se hospedaba en hoteles económicos y comía comida congelada en su habitación durante las visitas mensuales a una de sus oficinas cerca de Dayton, Ohio, recuerda un exvicepresidente de su empresa de ‘software’.

La mayoría de la fortuna que ha amasado durante su vida está depositada en un ‘trust’ en Bermudas que posee, entre otras cosas, casi la mitad de su empresa de ‘software’. La empresa, Reynolds & Reynolds, proporciona ‘software’ a concesionarios de coches y tenía unos ingresos anuales de cerca de 1.400 millones de dólares, según una página web caritativa de Brockman que ya no existe. Brockman fue director general de Reynolds & Reynolds hasta la imputación. “Las acusaciones realizadas por el Departamento de Justicia hablan de actividades en las que Robert Brockman se implicó fuera de sus responsabilidades profesionales en Reynolds & Reynolds”, declaró una portavoz de la empresa en un comunicado. “A lo largo de numerosas causas judiciales y procedimientos legales, la empresa nunca ha sido acusada de haber estado involucrada en ninguna irregularidad en ninguna forma”.

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El ‘trust’ de las islas Bermudas tiene activos por valor de al menos 7.700 millones de dólares, incluidos 1.400 millones de dólares en cuentas bancarias en Suiza, según una declaración jurada confidencial de la mujer de Brockman que fue presentada ante un tribunal de Bermudas y revisada por ‘The Wall Street Journal’. Un abogado de un antiguo administrador indicó en una audiencia judicial reciente en Bermudas que el valor total del ‘trust’ podría ascender a 10.000 millones de dólares.

Ese nivel de riqueza situaría a Brockman alrededor del puesto 50 en la última lista Forbes 400 de los multimillonarios de EEUU, muy por delante del CEO de Twitter Jack Dorsey y del magnate de Fidelity Investments Edward Johnson III. Brockman nunca ha aparecido en la lista. Entre los bienes que ha acumulado encontramos un ‘jet’ privado Bombardier, un yate de más de 60 metros, una residencia de más de 1.500 m2 en Houston y una cabaña de más de 500 m2 en Aspen, Colorado, según registros públicos y documentos judiciales presentados por la Fiscalía.

El origen de su fortuna se remonta a hace cinco décadas, cuando Brockman fundó una empresa que fue pionera en desarrollar ‘software’ que ayudara a los concesionarios de coches a gestionar casi todos los aspectos de su negocio, incluido el catálogo, los precios, la publicidad y los informes crediticios. Estuvo entre los primeros directivos de ‘software’ que supieron apreciar el valor de tener ingresos recurrentes y aseguró clientes con contratos a largo plazo por un producto que era fundamental para realizar negocios y difícil de sustituir, según antiguos ejecutivos y clientes.

A lo largo de los años, Reynolds & Reynolds ha estado en pelitos con muchos concesionarios, algunos de los cuales alegaban que les cobraban de más por actualizaciones obligatorias, según documentos judiciales. La empresa desmentía las acusaciones y normalmente ganaba los casos. Reynolds & Reynolds y su principal rival, CDK Global, son sujetos de una investigación antimonopolio de la Comisión Federal de Comercio, según un archivo de valores de CDK. Reynolds & Reynolds no ha querido hacer declaraciones sobre la investigación antimonopolio o sobre los anteriores litigios. CDK tampoco ha querido declarar para este artículo.

Hombre hecho a sí mismo

Brockman y su hermano pequeño, Thomas David Brockman, fueron criados en San Petersburgo, Florida. Su padre, Alfred Eugene Brockman, era dueño de una gasolinera; y su madre, Pearl, fisioterapista, según un registro censal de 1940. Dave Brockman recuerda años difíciles en su crecimiento y dice que su hermano “decidió que no le gustaba eso y salió a convertirse en alguien”.

Robert Brockman fue al Centre College, universidad de pregrado privada de artes liberales en Kentucky, y la costeó en parte gracias a entregar ropa de la lavandería, afirma su hermano. Se casó con 18 años, según registros del condado de Boyle, Kentucky, y después se divorció. Se graduó en la Universidad de Florida y, después de trabajar en Ford, se trasladó a International Business Machines, donde se convirtió en vendedor líder. Se casó con su mujer actual, Dorothy, en 1968. La pareja vivía en Houston, donde Brockman comenzó a aprender de forma autónoma programación y creó su propia empresa de ‘software’, conocida al principio como Universal Computer Systems.

Al levantar su empresa, Brockman era muy específico con las contrataciones, exigiendo que todos los solicitantes realizaran un test diseñado para determinar su inteligencia y aptitud para un puesto concreto. El propio régimen de pruebas a empleados de Vista está basado en eso. Una vez contratados, los empleados tenían que rendir cuentas de todas las llamadas realizadas desde la oficina y todas las semanas los directivos publicaban los nombres de quienes habían hecho más llamadas personales. Los trabajadores tenían que utilizar un teclado numérico para abrir las puertas del edificio para que los 'managers' pudieran rastrear sus movimientos.

Le gustaba llevar a los empleados al límite. Brockman preguntó una vez: "¿Cuándo es la última vez que has disparado a alguien?"

Brockman llevaba a los directivos a viajes para cazar palomas en un rancho de México. Tenía una reserva oculta de armas en la sede de la empresa en Houston y en los maleteros de la flota de Mercedes aparcados en el garaje de su casa de Houston, según antiguos empleados y asistentes. El programa de formación en ventas de un año de Brockman era efectivo, declaran también. Los egresados acababan en puestos de ventas de alto nivel en empresas como Microsoft y Oracle.

Le gustaba llevar a los empleados al límite, recuerda un antiguo directivo, Bobby Tyson, que afirma que Brockman le preguntó una vez: “¿Cuándo es la última vez que has disparado a alguien en la frente?”. La frase, descubrió Tyser más tarde, significaba despedir a alguien al azar. “Todo el mundo cree que puede ser el siguiente”, recuerda decir a su jefe. Tyson, que describe a Brockman como un genio al que todavía admira, dice que una vez despidió a alguien a regañadientes siguiendo órdenes de su jefe. Después, Tyson denunció a Brockman por indemnización no remunerada. Ganó después de una batalla judicial de 6 años, que terminó después de que el Tribunal Supremo de los Estados Unidos rechazara su apelación. Tyson dice que terminó recibiendo cerca de 2,5 millones de dólares.

Foto: David Packard y William Hewlett, fundadores del primer gigante tecnológico de Silicon Valley (HP)

Brockman empezó a utilizar sus entidades ‘offshore’ en 1981. Ese año, él y su difunto padre viajaron a las islas Bermudas para establecer lo que se convirtió en el A. Eugene Brockman Charitable Trust, dice Dave Brockman. El fondo ha donado más de 100 millones de dólares a organizaciones benéficas desde 2004, según muestran las actas judiciales. También tiene seis beneficiarios individuales, según documentos de la corte de Bermudas: Brockman, su mujer, su hijo Robert Brockman II y un nieto, junto con Dave Brockman y su mujer.

Dave Brockman, que llegó a trabajar en Universal Computer Systems, dice que no ha tenido mucho contacto con su hermano en los últimos 20 años. Dice que tuvieron un desencuentro cuando Robert le negó un ascenso que el sentía que merecía, y dimitió. No cree que su hermano haya hecho nada ilegal, pero no quiere recibir dinero vinculado a una causa penal. Si le ofrecieran dinero desde el ‘trust’, dice Dave Brockman, “lo rechazaría. Es dinero sucio por lo que a mí respecta”.

Circulación de capital

El IRS fue alertado de las actividades de paraísos fiscales de Brockman hace más de 20 años como resultado del litigio por parte de sus antiguos vendedores. En los documentos judiciales, los vendedores afirmaron que Brockman fundó la entidad de las Islas Caimanes no solo para evitar pagar comisiones, sino también para evadir impuestos federales. Brockman desmintió las acusaciones y declaró que había vendido la entidad años atrás aunque conservaba acciones preferentes.

A finales de los años 90, dos abogados de los vendedores se reunieron con un representante del IRS, según fuentes cercanas al asunto. Alrededor de esa época el IRS inició una auditoria de Brockman y obtuvo registros de Bermudas sobre el fondo, según otra fuente familiar al asunto. No se pudieron definir los resultados de la investigación. Pero cuando la entidad de las Islas Caimán, Computer Terminals, fue liquidada en los años 90, se transfirió “una suma considerable” a una empresa en el Caribe llamada Edge Capital Investments, según la declaración jurada del IRS. Brockman gestionaba Edge Capital fuera de la estructura del ‘trust’ de Bermudas, ha alegado la Fiscalía.

Brockman utilizó supuestamente 30 millones de dólares de Edge Capital para comprar la propiedad de Aspen y un refugio de pesca en Colorado, parte del presunto esquema de evasión fiscal, según los cargos. También utilizó Edge Capital presuntamente para comprar en secreto una parte de la deuda de su empresa –acción prohibida por las disposiciones de los contratos de préstamo– con un drástico descuento tras la crisis financiera de 2008, según la acusación. Estas acusaciones son probablemente las más graves a las que se enfrenta Brockman. Cada uno de los 20 cargos por fraude electrónico vinculados a la recompra de la deuda conlleva una pena máxima de 30 años.

Smith alcanzó un acuerdo de no enjuiciamiento con el Gobierno que incluía el reconocimiento de haber evadido 200M

Si la causa de Brockman va a juicio, Smith, director general de Vista, testificará, lo que marcará un giro dramático en su relación ventajosa. Ambos se conocieron a finales de los años 90, cuando Brockman estaba pensando en vender su compañía y le presentaron a Smith, entonces banquero técnico en Goldman Sachs. Después de que Brockman decidiera no vender, le presentó una idea a Smith: le apoyaría para crear un fondo de capital privado destinado a ‘software’ –algo inusual en aquel entonces–. Brockman accedió a realizar una promesa inicial de 300 millones de dólares, que después convirtió en 1.000 millones de dólares, según una exposición de hechos que Smith firmó en octubre como parte de su acuerdo con el Gobierno.

El acuerdo incluía una condición particular. Smith debía depositar parte de su porcentaje de los beneficios del fondo en una estructura ‘offshore’ similar a la de Brockman. Brockman dijo que no quería que su propio fondo extranjero fuera arrastrado a una corte estadounidense en caso de un litigio contra Vista, decía la exposición de hechos. Brockman era el único inversor del primer fondo de Vista y se convirtió en inversor principal en varios fondos posteriores. Muchos elementos del libro de tácticas de Vista para maximizar beneficios en las empresas de ‘software’ seguían el modelo de Brockman, según fuentes presentes en los primeros años de Vista. En 2006, Vista ayudó a la empresa de Brockman Universal Computer Systems a financiar la adquisición de la empresa aún mayor Reynolds & Reynolds por 2.800 millones de dólares, situando a Brockman por encima de uno de los dos jugadores principales en el negocio del ‘software’ para concesionarios.

Smith, 20 años más joven que Brockman, se volvió tan mediático como Brockman era sutil. En 2019, aquel se comprometió a sufragar los préstamos estudiantiles de la promoción de Morehouse College, universidad tradicional afroamericana en Atlanta. Es dueño de una de las propiedades más caras de Manhattan –comprada por casi 60 millones de dólares en 2018– y es director de Carnegie Hall. Se divorció de su mujer y se casó con la Playmate del Año de Playboy de 2010.

Smith y Brockman eran objetivos de la investigación fiscal del Gobierno. Pero en octubre, Smith alcanzó un acuerdo de no enjuiciamiento con el Gobierno que incluía su reconocimiento de que había evadido impuestos de más de 200 millones de dólares de ingresos, utilizando un plan ‘offshore’ parecido al que empleó supuestamente Brockman. Smith accedió a pagar 139 millones de dólares de impuestos atrasados y sanciones y cooperó contra Brockman, afirma el Gobierno.

Archivos ocultos

La Fiscalía alega que Brockman creó un sistema de ‘email’ encriptado para comunicarse con aquellos involucrados en su estructura ‘offshore’. Se referían al otro utilizando nombres en clave relacionados con la pesca como “licencia” para Brockman y “trucha cabeza de acero (‘steelhead’)” para Smith, según la acusación. El IRS era “la Casa”.

Alrededor de 2007, Brockman contrató a un abogado en Bermudas, Evatt Tamine, para ayudarle a gestionar la estructura ‘offshore’. Tamine se convirtió en la mano derecha de Brockman y actuó como administrador del fondo principal de Brockman. La Fiscalía, citando decenas de ejemplos, argumenta en la acusación que Tamine era solo la cabeza visible y Brockman controlaba todos los movimientos en la sombra.

Un fondo erigido por los antecedentes de un contribuyente estadounidense –como el fondo de Brockman– puede no estar sujeto a tributación siempre que sea gestionado de forma independiente y que no exista flujo de capital hacia el contribuyente, según expertos fiscales. Al alegar que Brockman estaba dirigiendo el fondo en secreto, puede que la Fiscalía esté formulando un caso en el que era o una farsa o un tipo de fondo controlado que sea gravable para él, dice Matthew McKim, abogado de impuestos ‘offshore’ en Loeb & Loeb. En una de las primeras evaluaciones de rendimiento de Tamine, incluida en un documento judicial, Brockman le dio instrucciones para mantener los registros en “un USB ‘dongle’ encriptado que llevase en un sitio diferente del equipaje cada vez que viajara” y para utilizar un programa de ‘software’ llamado Evidence Eliminator.

Brockman descubrió la investigación fiscal en junio de 2016, según la Fiscalía. Poco antes, falleció Don Jones, un exdirectivo de UCS involucrado en la estructura ‘offshore’. Tamine realizó varios viajes a la casa de la viuda de Jones en Mississippi para destruir documentos y unidades de ordenador, según la explicación de Tamine en una de las evaluaciones de desempeño presentadas a la corte. “Esos esfuerzos implicaban que podíamos estar tranquilos de que cualquier intento por registrar la casa de Don sería inútil”, informó Tamine a su jefe, según el documento judicial.

En 2019, un médico dijo que el directivo tenía un coeficiente intelectual operativo de 87 y mostraba problemas de memoria

Las autoridades de Bermudas registraron, en cambio, la casa de Tamine a petición de EEUU en septiembre de 2018. Accedió a cooperar en el caso contra Brockman y concedió acceso a las autoridades al servicio de ‘email’ encriptado. La Fiscalía alega que Brockman comenzó a pedir evaluaciones médicas de su agudeza mental poco antes del registro.

Según uno de los informes médicos presentados ante la corte por los abogados de Brockman, en marzo de 2019, el directivo tenía un coeficiente intelectual operativo de 87 y mostraba problemas de memoria a corto plazo. La Fiscalía declara que los médicos de Brockman tienen un claro conflicto de interés porque están afiliados a la Escuela de Medicina de Baylor. El fondo de Brockman ha donado miles de millones de dólares a la escuela y Brockman ha sido miembro de la junta escolar. Una portavoz de Baylor no ha querido hacer declaraciones.

Brockman ha seguido dirigiendo su multimillonaria empresa de ‘software’ durante este tiempo y dio “respuestas largas y convincentes” durante una declaración legal de dos días en septiembre de 2019, según la Fiscalía. Dos semanas después, Brockman realizó un test cognitivo en el que tuvo problemas para dibujar la esfera de un reloj, según documentos judiciales, lo que resultó en la detección de ‘demencia moderada’.

Hace más de 20 años, un grupo de antiguos comerciales del empresario de ‘software’ de Houston Robert Brockman denunció a su antiguo jefe, alegando en el juicio que los había privado de comisiones al destinar una parte de los pagos de clientes a una entidad en las Islas Caimán. Brockman apeló dos veces a la Corte Suprema de Texas en un intento por evitar contestar preguntas precisas sobre la entidad ‘offshore’, y en 2001 resolvió el caso en condición de confidencialidad.

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