El 'gurú' del PNV en el Ibex, Kutxabank y el espejo de Fainé

A finales del pasado septiembre (2022), la Fundación CEDE (Confederación Empresarial de Directivos y Ejecutivos), es decir, Isidre Fainé (La Caixa), celebró en Bilbao el congreso anual donde reunió a una parte de la élite empresarial del país. Y como es costumbre, en la cita se premió a un selecto grupo, entre los que figuraba Emiliano López Achurra, distinguido con un galardón a la Trayectoria Empresarial por toda una carrera al servicio de la mejora de la competitividad.

Pese a cargos tan distinguidos como la presidencia de Petronor y Tecnalia, o los consejos de administración de Kutxa, BBK, Sareb, Gas Natural o ahora Repsol, este abogado donostiarra formado en Barcelona (Universidad Autónoma) ha desarrollado una carrera como consultor y lobista al más alto nivel y por debajo del radar, tras aglutinar un poliédrico perfil como analista internacional (Instituto Elcano), asesor institucional (Gobierno central, País Vasco, Galicia…) y experto energético.

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La distinción de Fainé ratificó el peso que López Achurra tiene desde hace dos décadas entre las bambalinas del poder, a medio camino del mundo empresarial y el ecosistema de partidos políticos. Su relación de confianza con Antonio Brufau fue la llave para entrar en Gas Natural, estando participada por Repsol, mientras que su sintonía con el PNV le ha permitido ser cuota institucional vasca sin ser de la tribu (en su juventud, fue militante de Unificación de los Socialistas de Euskadi).

Este breve resumen de su trayectoria no alcanza a ilustrar las operaciones en las que López Achurra ha estado involucrado. Su inmensa red de contactos (locales e internacionales) le permite estar en la cocina de muchas triangulaciones entre empresas, reguladores e inversores, pero siempre en la sombra. Vale tanto para que el PNV escuche sensibilidades de algún sector con inquietudes legislativas como para dibujar un mapa de riesgos a cuenta del gas entre Argelia y Marruecos.

"Su inmensa red de contactos le permite estar en la cocina de muchas triangulaciones entre empresas, reguladores e inversores"

Una de sus misiones más rumbosas tuvo como protagonistas a Kutxabank y Banco Sabadell. Su acceso al sanedrín del Euskadi Buru Batzar (EBB) y al presidente Josep Oliú sirvió para que el banco catalán sondeara la disposición del vasco, fruto de la fusión entre BBK, Kutxa y Vital, a juntar meriendas. Los tipos negativos, el shock provocado por el coronavirus y el traspiés británico (TSB) habían dejado al borde del knockt out a la entidad entonces comandada por Jaume Guardiola.

Al final, la baraja se rompió en favor de BBVA, la única entidad con la que Banco Sabadell mantuvo conversiones oficiales. Tras un nuevo consejero delegado, una remontada bursátil de casi el 200% y el viento a favor del BCE, el banco catalán ha cambiado el paso. Sin embargo, el mandato de Kutxabank sigue sin resolverse: desarrollar un esquema similar al de La Caixa, una gran fundación como paraguas de un banco nacional y un holding inversor con raíces, pese a todo, en Cataluña.

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Pese al compromiso de López Achurra, para replicar ese modelo hace falta una figura similar a Fainé. En el caso de Kutxabank, su primer ejecutivo fue relevado este verano. Gregorio Villalabeitia (ex-BBVA) cedió la presidencia a Antón Arriola (ex-Goldman Sachs), un reconocido banquero de negocios jubilado a los 42 años y bien relacionado con el aparato peneuvista (es hijo de Inmaculada Boneta, primera vicepresidenta del Parlamento vasco), que le hizo patrono de BBK en 2019.

La fusión no consumada entre Kutxabank y Sabadell fue la oportunidad más clara para haber salido del País Vasco y convertirse de una tacada en un banco nacional a todos los efectos, por detrás de CaixaBank (Bankia), BBVA y Santander. Además, un holding compuesto por las fundaciones de BBK (57%), Kutxa (32%) y Vital (11%) habría mantenido el control como accionista de referencia, es decir, el PNV, mayoritario en los patronatos de las tres instituciones, seguiría repartiendo las cartas.

La fusión no consumada entre Kutxabank y Sabadell fue la oportunidad para haber salido del País Vasco y convertirse en un banco nacional

Dos años después, esa operación ya no se haría con números parecidos, pero hay quien asegura que la voluntad del Ejecutivo vasco, aprovechando la fuerza del PNV en el Congreso para sostener al Gobierno de coalición entre PSOE-Podemos, sigue intacta. Y lo es por un motivo imperioso: el dividendo de Kutxabank (limitado por mandato del BCE) no sostiene una gran obra social (La Caixa moviliza 500 millones al año) ni financia un holding industrial (Criteria) en construcción.

Para resolver esa encrucijada, País Vasco ha tirado de sus presupuestos para nutrir de recursos Finkatuz, el brazo inversor creado hace unos años para articular su estrategia de país en sectores o empresas considerados clave. A esto obedece la compra del 6% del fabricante aeroespacial ITP Aero (Zamudio), como ya ha hecho con el 7% de la agroalimentaria Kaiku (Urnieta) y el 3% de CAF (Beasain), asumiendo un rol que ya no es posible desde Kutxabank y sus fundaciones accionistas.

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No hablamos de participaciones menores. Iberdrola, Vidrala, CAF, Ingeteam y Petronor, controlada por Repsol (85%) y donde López Achurra sustituyó a Josu Jon Imaz en la presidencia (no existen las casualidades) después de que este fuera nombrado consejero delegado de la petrolera del Ibex, son las joyas que aún forman parte de la corona industrial vasca, una vez que Euskaltel (MásMóvil) o Ibermática (Ayesa) han perdido su componente local al estar controladas por nuevos dueños.

Clásicos como Confebask (CEOE) y Círculo de Empresarios Vascos o nuevos actores como Zedarriak y Fundación Artizarra son voces del mundo empresarial (sociedad civil) con mensajes críticos por la pérdida de hegemonía industrial del País Vasco y otros problemas vinculados, como el envejecimiento de la población o la dificultad para retener y atraer talento. López Achurra puede compartir ese análisis, pero no forma parte de ningún grupo, sus causas son más público-privadas.