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Italia adelanta a España, pero solo beneficia a Argelia: Europa no tendrá un 'hub' gasístico
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Italia adelanta a España, pero solo beneficia a Argelia: Europa no tendrá un 'hub' gasístico

Roma llena el hueco que dejó Madrid con inversiones y contratos, pero no será suficiente para abastecer al Viejo Continente. Tebboune propone resucitar el gasoducto con Cerdeña

Foto: La primera ministra italiana, Giorgia Meloni. (EFE/Fabio Frustaci)
La primera ministra italiana, Giorgia Meloni. (EFE/Fabio Frustaci)
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El año de la crisis energética ya es historia. 2022 acabó con un esprint final de gestas mundialistas, regates partidistas para controlar las instituciones, nuevas medidas para combatir la inflación y hasta fallecimientos que no por esperados dejaron de ocupar las portadas de todos los periódicos. En medio de esa vorágine informativa, la luz y el gas regresaron a los niveles previos a la guerra, y solo la noticia de que el tubo entre Barcelona y Marsella —en un principio conocido como BarMar— finalmente no transportará gas llevó a primera plana la fenomenal carrera estratégica que se disputa en Europa tras la invasión de Ucrania. El hidrógeno llegará, como pronto, en 2030, pero antes aún tienen que pasar muchas cosas: España e Italia llevan meses dando alas a una competición económica, mediática y política por convertirse en el hub gasístico del Viejo Continente. Y ninguno de los dos la ganará.

Nadie habla ya de ello, gracias al invierno más cálido que se recuerda. Y, sin embargo, durante las últimas semanas se han sucedido tres movimientos de esos que por separado pasan desapercibidos, pero que, si se leen juntos, dibujan el terreno de juego. Argelia está en el centro de un tablero del que España empieza a retirarse —tiene otras prioridades— y en el que Italia campa ya sin reparo, pero también sin recursos. Mientras tanto, Alemania azuza con pragmatismo a quien le pueda ser más útil para conseguir su objetivo: sustituir el gas que ha dejado de llegar a través de los conductos del este.

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10 de noviembre de 2022. Cuando todavía se da por hecho que el BarMar transportará gas durante los primeros años, Stefano Venier no parece preocupado. El CEO de Snam, gestor de la red transalpina, se muestra indiferente ante el hecho de que su trazado haya impedido la construcción de otro tubo entre Barcelona y Génova. "Esto no influye en la capacidad de la infraestructura italiana para fortalecer la demanda europea", dice en una llamada con analistas a la que tiene acceso El Confidencial. La idea de unir España e Italia a través de un gasoducto había sido de Mario Draghi, el ex primer ministro, tecnócrata y bien conectado con Bruselas y Berlín, cuyo Gobierno de unidad nacional cayó el pasado verano. Su sustituta fue la soberanista Giorgia Meloni.

Venier reivindica una vía propia para que Italia abastezca al resto del continente: las plataformas que planea instalar frente a sus puertos. "Las terminales de gas natural licuado flotante ofrecerán al mercado casi 30 bcm [30.000 millones de metros cúbicos] de capacidad energética, que es más competitivo que traer gas natural licuado desde España y llevarlo a Francia o al centro de Europa. Es una ventaja competitiva", proclama. La suficiencia del discurso esconde una verdad a medias: desde el pasado verano, el gasoducto virtual entre Barcelona y Livorno ha provocado récords en las exportaciones desde España hacia Italia a través de barcos metaneros.

Foto: Pedro Sánchez, Emmanuel Macron y António Costa. (EFE/Horst Wagner)

3 de diciembre. El ministro argelino de Energía y Minas, Mohamed Arkab, lanza un mensaje de calado que alcanza poca repercusión en Roma y ninguna en Madrid: "Estamos dispuestos a relanzar y actualizar los estudios del gasoducto Galsi, que unirá Argelia con Cerdeña". El lugar elegido para el anuncio no resulta casual: un foro de alto nivel organizado por la diplomacia italiana en la capital del país, con el presidente de la República, Sergio Mattarella, como anfitrión.

El tubo al que se refiere Arkab fue proyectado en 2007, gracias a un acuerdo entre Italia y Argelia, y debería haber entrado en funcionamiento en 2014. Para ello, se creó una empresa participada en más de un 40% por el gigante estatal magrebí Sonatrach, mientras que el resto del capital pertenecía a varias compañías italianas y a la región de Cerdeña. El giro del país transalpino hacia el suministro barato del Kremlin frustró la iniciativa, que debería haber permitido el envío de 10 bcm argelinos hasta el norte de Italia. El cierre del grifo ruso le acaba de dar otra oportunidad.

20 de diciembre. Una delegación alemana visita Argel para participar en el cuarto encuentro energético entre ambas naciones, una cita teóricamente rutinaria que se organiza cada año. Sin embargo, el evento concluye con un sorprendente acuerdo para iniciar estudios sobre la viabilidad de transportar gas e hidrógeno verde a través del Galsi que la propia Snam recoge en su web con un elocuente titular: "Gas e hidrógeno desde Argelia a Alemania vía Italia". La empresa teutona VNG y Sonatrach firman un memorándum para impulsar la investigación, producción y transporte de esa energía renovable en el país.

Italia prioriza las regasificadoras flotantes, pero no son suficientes para sustituir al gas ruso

El círculo se cierra. La renuncia de España a enviar gas a través del BarMar, ahora enmarcado en el proyecto H2Med, ha dejado vía libre para que Argelia se ofrezca como la solución oportunista que Berlín vio en su momento en nuestro país. Y para ello se vale de la idea inicial, que el conducto entre Barcelona y Marsella ya no puede ofrecer: un sistema flexible que transporte primero el hidrocarburo y, cuando este caiga en declive a partir de la próxima década, hidrógeno limpio. Italia, ansiosa por la necesidad de sustituir el suministro ruso, pero también por la oportunidad de convertirse en ese hub al que España ha renunciado, está aprovechando el vacío dejado por Madrid en la nación magrebí tras la crisis del Sáhara para sacar tajada de la situación. ¿Cuánto hay de real y cuánto de pose en estos movimientos?

Francesco Sassi, experto en geopolítica energética del instituto RIE de Bolonia, recuerda que la aspiración de Italia por ser la puerta del gas a Europa viene de principios de siglo, pero nunca se ha materializado. El giro hacia Rusia durante la época de Silvio Berlusconi impidió que desarrollara una infraestructura comparable a la de España, que cuenta con un tercio de la capacidad de regasificación del continente. Pero, a diferencia de nuestro país, sí tiene importantes conexiones con el resto de la Unión. La prioridad de la nacionalista Meloni, opina el experto, es abastecer primero a la península: "No está claro que el Gobierno vaya a ser tan proactivo como dice".

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el primer ministro italiano, Mario Draghi. (EFE)

De las palabras a los hechos hay un mundo, sobre todo en Italia. Y las inversiones que maneja el Ejecutivo despiertan dudas. De momento, los movimientos de Roma van en la línea apuntada por el CEO de Snam y que en su momento ya dibujó el propio Draghi: las regasificadoras flotantes (offshore). El gestor de infraestructuras ha comprado dos, pero ambos proyectos todavía tienen que superar numerosos obstáculos hasta su instalación. El de Ravena, en el Adriático, podría entrar en funcionamiento en el último trimestre de 2024, con una capacidad para 5 bcm. El de Piombino, en el Tirreno y con una capacidad similar, debería hacerlo este abril, pero el alcalde de la localidad, del mismo partido que la primera ministra, se resiste.

Ni siquiera ambas infraestructuras juntas lograrían suplir los más de 30 bcm que Italia importaba de Rusia. Este logro solo sería posible con un ingente esfuerzo inversor para materializar otros dos proyectos que aún están en fase preliminar: las regasificadoras convencionales (onshore) de Gioia Tauro y Porto Empedocle, ambas en el sur del país. En total, el montante de las cuatro plantas superararía los 3.000 millones de euros. "Costaría menos hacer nuevos contratos con Rusia que construir nuevas infraestructuras. Italia no está en condiciones de permitírselo", asegura Sassi.

"No se puede contar con Argelia como solución para el problema, ni para España ni para Italia"

No es el único problema. El país transalpino primero tiene que encontrar vendedores para suplir 40% de su consumo, que hasta ahora debía al Kremlin. Y en ese ámbito sí se está sabiendo mover con maestría, en un giro que beneficia sobre todo a Argelia. La pasada primavera, Draghi consiguió que el país magrebí le garantizase un incremento del 50% en el suministro a la península a partir de 2023: de unos 21 bcm anuales a unos 30. Pero no solo: desde que empezó la guerra, Roma ha firmado 12 acuerdos de colaboración en materia energética, seis de ellos con Argel, mientras que España solo ha cerrado uno, según el European Council of Foreign Relations.

Gonzalo Escribano, director del programa de Energía y Clima del Real Instituto Elcano, reconoce que Roma se ha movido muy bien para aprovechar la crisis entre los gobiernos de Abdelmajid Tebboune y Pedro Sánchez, aunque no es suficiente: "Han sido capaces de desplazar a España, pero tengo dudas de que sean capaces de realizar sus compromisos. Todos hemos salido perdiendo". Solo hay un ganador: Argelia, que ha convertido las urgencias de Roma en una excepcional manera de captar fondos para renovar su obsoleta infraestructura gasística y emprender nuevas prospecciones. Si triunfan, la creciente demanda interna, que ha constreñido la capacidad exportadora durante los últimos años, ya no impediría cumplir los envíos pactados con Italia y reforzaría el papel de esta como vía de entrada a Europa. La reactivación del Galsi se encuadraría en esa línea, pero también las multimillonarias inversiones de la romana ENI en el país.

Foto: El presidente de Argelia, Abdelmadjid Tebboune, visita Italia. (EFE/Ettore Ferrari)

Sin embargo, nada de lo anterior otorgará a la península del Mediterráneo central el título de hub comunitario. Por ello, ambos expertos consideran que la lógica de cooperación entre Sánchez y Draghi/Meloni hubiera sido más efectiva que la de competencia, y Sassi remarca: "No creo que en Europa tengamos la necesidad de que un único país se convierta en hub". La falta de infraestructuras no es el único impedimento: hacen falta un mercado con gran liquidez y una seguridad en el suministro de los que la tercera economía del euro carece, entre otros aspectos.

Pese a las recomendaciones de los analistas y de la Comisión Europea, cada nación ha actuado por su cuenta, hasta que España se ha caído de la pelea tras aceptar que el BarMar no transporte gas. Con una conexión pirenaica de solo 9 bcm y el tubo entre Barcelona y Génova descartado, es imposible que la excepcional capacidad regasificadora de nuestro país sirva para abastecer Europa. Y, según Escribano, tampoco constituye una prioridad: "Nos interesa más tener conexión eléctrica para aprovechar el potencial renovable".

En Italia, algunos todavía creen en ese sueño, pero la audacia demostrada durante los últimos meses en el Magreb resulta insuficiente para materializarlo. El investigador de Elcano concluye: "No se puede contar con Argelia como solución para el problema de Rusia, ni para España ni para Italia". Que, traducido al alemán, quiere decir que Berlín no puede contar ni con Roma ni con Madrid para solucionar su propio problema.

El año de la crisis energética ya es historia. 2022 acabó con un esprint final de gestas mundialistas, regates partidistas para controlar las instituciones, nuevas medidas para combatir la inflación y hasta fallecimientos que no por esperados dejaron de ocupar las portadas de todos los periódicos. En medio de esa vorágine informativa, la luz y el gas regresaron a los niveles previos a la guerra, y solo la noticia de que el tubo entre Barcelona y Marsella —en un principio conocido como BarMar— finalmente no transportará gas llevó a primera plana la fenomenal carrera estratégica que se disputa en Europa tras la invasión de Ucrania. El hidrógeno llegará, como pronto, en 2030, pero antes aún tienen que pasar muchas cosas: España e Italia llevan meses dando alas a una competición económica, mediática y política por convertirse en el hub gasístico del Viejo Continente. Y ninguno de los dos la ganará.

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