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La recesión asoma en el mercado y abate las apuestas favoritas contra la inflación
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La recesión asoma en el mercado y abate las apuestas favoritas contra la inflación

El temor a un brusco debilitamiento de la economía socava la confianza en los sectores de materias primas, energía y banca

Foto: Paneles de cotización en el interior de la Bolsa de Madrid. (EFE)
Paneles de cotización en el interior de la Bolsa de Madrid. (EFE)
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La hoja de ruta trazada por los inversores desde el inicio de año para lidiar con las elevadas tasas de inflación y el consiguiente endurecimiento de la política monetaria a escala global ha recibido una profunda sacudida en las últimas semanas. Las crecientes probabilidades de que la economía mundial se dirija hacia un periodo de recesión han comenzado a alterar algunas de las convicciones más firmemente arraigadas entre los inversores y han conllevado el desmoronamiento de algunas apuestas que habían sido planteadas de forma repetida como las más seguras en el entorno actual.

Ante la perspectiva de un periodo de inflación persistentemente elevada, que ya ha dejado una huella profunda en los mercados, las recetas más comunes de los inversores para protegerse en bolsa han pasado por la inversión en sectores que, por sus características, podrían verse beneficiados, entre los que generalmente se ha señalado a la banca, las compañías energéticas y las empresas más ligadas al negocio de las materias primas

Pero la evolución más reciente muestra cómo la confianza en estos negocios se ha desplomado de forma súbita.

Foto: Pantallas de cotización en el interior de la Bolsa de Madrid. (EFE/V. A. del Val)

Un vistazo al comportamiento de los distintos sectores en el índice europeo Stoxx 600 arroja unas cifras contundentes: el sector de recursos básicos ha encajado desde el inicio de junio un castigo superior al 17%, que lo convierte de lejos en el peor de los veinte grupos representados en el índice. No le ha ido mucho mejor a las compañías energéticas, que con pérdidas superiores al 12%, se sitúan como la tercera peor industria en este periodo, solo por encima del sector inmobiliario, además de las mineras. Y, aunque de manera menos pronunciada, también ha sufrido la banca, con una disminución de su valoración de en torno al 7%.

Precisamente, el sector financiero ha sido desde el inicio del año uno de los más claros indicadores de los recelos de los inversores sobre la posibilidad de que el escenario global de fuerte inflación con el que viene lidiando la economía global desde el pasado año fuera compatible con una sólida recuperación pospandémica. A pesar de que se entiende que la subida de los tipos de interés ya anunciada por el BCE (y que ha conllevado una notable escalada del euríbor) es beneficiosa para el sector, al favorecer una mejora de sus márgenes, el índice bancario europeo acumula caídas superiores al 22% desde su máximo anual, registrado el pasado febrero. De este modo, los inversores estarían reflejando su temor a que el debilitamiento de la economía se traduzca en menores volúmenes de negocio y un deterioro de la calidad de los balances de la banca.

Dentro de este escenario general, la banca española ha representado una excepción positiva, gracias a la mayor sensibilidad de sus negocios a la evolución de los tipos. Pero las últimas dudas han empezado a dejar huella entre las entidades nacionales, especialmente las que tienen un negocio más internacional, como Santander y BBVA, que desde el arranque de junio han sufrido caídas superiores al 7 y al 14%, respectivamente.

La banca europea acumula caídas superiores al 22% desde su máximo anual

En cambio, los sectores de energía y materias primas sí han reflejado durante el primer tramo del año las buenas perspectivas para sus negocios de un entorno de fuertes precios de los recursos básicos. Al cierre de mayo, ambos lucían como los mejores sectores del año en Europa (de hecho, junto al de telecomunicaciones, los únicos con saldo positivo), con unas ganancias hasta entonces del 26,8% en el caso de las firmas energéticas y del 14,78% para las mineras, lo que contrastaba de forma marcada con las caídas generales del 9,11% del Stoxx 600. Poco más de tres semanas después, esa ventaja se ha reducido de forma considerable y ya el sector minero arroja pérdidas en el año.

Este movimiento ha ido en paralelo a cierta pérdida de pujanza en las materias primas. Incluso, a pesar de la persistencia de las tensiones geopolíticas en torno a la invasión de Ucrania, los barriles de petróleo Brent y West Texas se cotizan hoy más de un 10% por debajo de sus máximos anuales. Y más marcadas han sido las caídas de otros productos, como el cobre o el aluminio, que arrojan ya pérdidas de más de doble dígito en 2022, pese a haber registrado un inicio de año fulgurante. El índice de materias primas Bloomberg Commodity Index ha perdido más de un 10% de su valor en las últimas semanas, regresando a niveles de inicios del pasado marzo.

Estas caídas son reflejo, en gran medida, de la preocupación de los inversores a que un brusco debilitamiento de la economía signifique una menor demanda de materias primas. En este aspecto, resultan especialmente significativas las dificultades que atraviesa la economía china, principal importador de energía, metales y granos. "Si las preocupaciones por la demanda se intensifican, podrían avecinarse más caídas en los precios de las materias primas", apuntan los analistas de Capital Economics en una nota emitida este viernes.

Foto: EC.

Todo esto ha golpeado con rotundidad a las compañías más ligadas al negocio de las materias primas, que habían disfrutado hasta ahora de un entorno relativamente propicio. En el Ibex, tanto Arcelor como Acerinox lideran las caídas desde el arranque de junio, con pérdidas que rondan el 25 y el 20%, respectivamente. Y tampoco ha salido indemne Repsol, que tras alcanzar un máximo histórico el pasado 8 de junio ha encadenado una serie de caídas que le han restado más del 14% de su valor.

La posibilidad de que estos movimientos tengan continuidad o no dependen mucho de la probabilidad que se conceda a los riesgos de recesión, que tienen la capacidad de alterar por completo el escenario de los mercados. No en vano, en paralelo al incremento de estos temores se han ido aliviando los miedos a un fuerte endurecimiento de la política monetaria, ya que, la menor actividad económica también debería conllevar una reducción de las presiones inflacionarias. No es casualidad que el sector tecnológico, uno de los más penalizados por la perspectiva de tipos de interés más altos, haya firmado esta semana una de sus mayores subidas del año tanto en Europa como, especialmente, en Estados Unidos.

En cualquier caso, en lo referente a los sectores de materias primas y energía, son varias las firmas que sugieren que el mercado está regido actualmente por una serie de estrecheces en el lado de la oferta que difícilmente pueden corregirse con un descenso cíclico de la demanda y recuerdan, además, que la economía de China debería recuperar algo de tracción en el segundo semestre, una vez superados los recientes brotes del coronavirus. Estas condiciones deberían suponer un soporte para los precios de las materias primas y, con ello, devolver cierto vigor a unas compañías que han visto socavada en apenas unas semanas la imagen de fortaleza que se habían labrado desde el inicio del año.

La hoja de ruta trazada por los inversores desde el inicio de año para lidiar con las elevadas tasas de inflación y el consiguiente endurecimiento de la política monetaria a escala global ha recibido una profunda sacudida en las últimas semanas. Las crecientes probabilidades de que la economía mundial se dirija hacia un periodo de recesión han comenzado a alterar algunas de las convicciones más firmemente arraigadas entre los inversores y han conllevado el desmoronamiento de algunas apuestas que habían sido planteadas de forma repetida como las más seguras en el entorno actual.

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