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Días de gloria para Repsol: cuáles son las claves de su éxito bursátil
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Días de gloria para Repsol: cuáles son las claves de su éxito bursátil

Apoyada en una situación de mercado excepcional, la petrolera española podría apuntalar sus éxitos futuros si maneja adecuadamente los elementos más críticos de su estrategia

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A finales de octubre de 2020, mientras el petróleo trataba de recuperarse del ‘shock’ que supuso la caída de algunos contratos de futuros en niveles negativos, Repsol se veía arrastrada sobre el parqué por una ola de desafección que llevó el valor de sus títulos a sus niveles más bajos en casi dos décadas.

Entre los avisos sobre el inminente fin de la era del petróleo, e informes de analistas que la tachaban como una “trampa de valor” y hablaban de un modelo de negocio “roto”, la compañía dirigida por Josu Jon Imaz se vio forzada a perfilar un nuevo plan estratégico —que presentaría un mes después— en el que las energías limpias parecían llamadas a liderar su futuro.

19 meses después de aquello, la imagen que proyecta el grupo petrolero español no podría ser más diferente. Tras escalar más de un 200% desde entonces, Repsol se mueve en los niveles más altos de su historia (en gráficos ajustados por dividendos), con una valoración que ronda los 23.000 millones de euros, en contraste con los apenas 8.500 millones que llegó a capitalizar en aquel momento.

En solo cuatro semanas, el ebitda esperado para 2022 se ha elevado más de un 10%

Con una ganancia en torno al 45%, Repsol no solo puede presumir de ser el mejor valor del Ibex 35 desde el inicio del año, sino de mantenerse como una de las opciones favoritas de los analistas (con más de un 70% de recomendaciones de compra, según el consenso de Bloomberg, y un único consejo de venta): firmas como Goldman Sachs, Société Générale, JP Morgan o Bank of America le otorgan potenciales de revalorización que se sitúan entre el 15 y el 27%.

La última presentación de resultados, que tuvo lugar hace un mes, ha servido para apuntalar las expectativas de la compañía, de modo que en las últimas cuatro semanas el consenso del mercado ha elevado en más de un 10% el ebitda previsto para 2022, que apunta a rebasar la cifra récord de 10.000 millones de euros.

En un informe fechado la semana pasada, los analistas de Bank of America señalaban tres puntos esenciales que estarían justificando una visión más constructiva hacia Repsol, llamada no solo a beneficiarse de un entorno general favorable para la industria petrolera, sino a destacarse como uno de los mejores entre sus competidores. “Esperamos que Repsol entregue el crecimiento más fuerte tanto en beneficio por acción como en flujo de caja libre operativo. El grupo debe beneficiarse por su alta exposición particular a un entorno de elevados márgenes de refino, un fuerte entorno de márgenes químicos y elevada exposición a los altos grados del gas en Estados Unidos”, indican.

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En el mercado, se ha extendido la idea de que los extraordinarios márgenes de refino que se vienen registrando en los últimos meses, en medio de las convulsiones propiciadas por la guerra de Ucrania y las sanciones a Rusia, se extenderán en un plazo que podría ir de 12 a 24 meses. “Los márgenes del diésel han aumentado con ‘cracks’ que alcanzan puntos máximos históricos, y es probable que la estrechez persista con las operaciones de refinería restringidas y las sanciones a Rusia apenas comenzando a sentirse”, observaban los analistas de Barclays en un informe reciente titulado 'El refino está teniendo su momento de gloria'.

Para Repsol, que cuenta con un modelo de negocio mucho más sensible a estas cuestiones que la mayoría de sus competidores, esta situación no solo le favorece ‘per se’, sino porque representa una ayuda crítica para resolver de forma satisfactoria dos cuestiones clave en su futuro más inmediato.

Por un lado, le ofrece un margen para reducir aceleradamente su apalancamiento (Bank of America prevé que la deuda neta decrezca este año más de 2.800 millones de euros, hasta situarse por debajo de 4.000), lo que debería contribuir a afianzar la confianza en su capacidad de seguir abonando un dividendo atractivo y sostenible, uno de los puntos que más dudas han generado en los últimos años.

Los expertos prevén una rápida reducción de la deuda, por debajo de 4.000 millones

Y al mismo tiempo, le otorga tiempo para avanzar sin urgencias en el proceso de transición hacia las energías limpias, que, pese a las circunstancias actuales, siguen siendo fundamentales para las perspectivas del negocio a más largo plazo. En este sentido, de concretarse, las informaciones publicadas recientemente por ‘Expansión’, en que se indicaba que varios fondos pujan por hacerse con el 20% del negocio de renovables de Repsol, en una operación que podría alcanzar valoraciones de hasta 3.500 millones de euros, representa una señal esperanzadora.

“De confirmarse este precio y la venta de una participación minoritaria de alrededor del 20%, el ingreso supondría cerca de un 9% menos de deuda financiera neta e implicaría un incremento del 3,8% en nuestro precio objetivo. Esta opción permitiría cristalizar el valor de sus activos renovables (previo paso para una salida a bolsa) y destinar los fondos a financiar el 'capex' previsto (4.300 millones de euros para incrementar 4,3 GW, con el objetivo de alcanzar 6 GW)”, observaban al respecto en Banco Sabadell.

No cabe duda de que lo que Repsol está viviendo actualmente es una situación excepcional. Y no hace falta mirar muy atrás para observar configuraciones del mercado mucho menos propicias para la empresa que preside Antonio Brufau. Pero si el grupo sabe aprovechar el viento a favor actual, podría apuntalar futuros éxitos, incluso para cuando los días de gloria del refino hayan quedado en el pasado.

A finales de octubre de 2020, mientras el petróleo trataba de recuperarse del ‘shock’ que supuso la caída de algunos contratos de futuros en niveles negativos, Repsol se veía arrastrada sobre el parqué por una ola de desafección que llevó el valor de sus títulos a sus niveles más bajos en casi dos décadas.

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