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Como cada verano, vuelven las noticias sensacionalistas sobre ataques de tiburón
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Como cada verano, vuelven las noticias sensacionalistas sobre ataques de tiburón

No existe ningún caso documentado de ataque mortal en nuestras costas, donde tan solo se han registrado tres incidentes en el último siglo: uno de ellos, a bordo de un pesquero

Foto: Tiburón blanco. (iStock)
Tiburón blanco. (iStock)

Una de las especies de pez que provoca cada verano más accidentes en nuestras playas, con lesiones graves que pueden llegar a ser mortales, es el aparentemente inofensivo pez araña (Trachinus araneus). Abundante y cada vez más distribuido por nuestro litoral, este pez litoral, alargado y de color blanco atigrado, tiene la costumbre de permanecer semienterrado en el fondo arenoso de las playas, a menudo muy cerca de la orilla, pasando totalmente desapercibido.

Lo malo es que mientras permanece inmóvil en la arena, mantiene las espinas de su aleta dorsal desplegadas en abanico. Unos desafiantes aguijones listos para segregar una toxina altamente venenosa al clavarse accidentalmente en el pie de un bañista o la mano de un pescador de caña. La picadura del pez araña se produce de forma accidental, al pisar el pez mientras nos bañamos con el pie descalzo o al intentar sacarlo del anzuelo, y es tan dolorosa que puede provocar mareos y pérdida de conocimiento, llegando a causar un shock anafiláctico en la víctima.

Foto: Un pez araña

A pesar de ello, son pocas las veces en las que se informa del ingreso hospitalario o incluso el fallecimiento de un bañista tras ser picado por un pez araña. Algo muy diferente a lo que ocurre con las noticias sobre el mero avistamiento de un tiburón. Sorprende que exista un protocolo que obligue a izar la bandera roja en la playa o incluso a desalojarla en cuanto un tiburón, por pequeño que sea, asoma su aleta dorsal fuera del agua. Y aún sorprende más la forma en que a menudo se informa de ello, recurriendo a titulares tan sensacionalistas como el que publicaba la semana pasada el tabloide británico The Sun, y muchas otras que están apareciendo estos días en la prensa nacional.

Unos peces comunes y abundantes

En el Mediterráneo existen alrededor de medio centenar de especies de tiburón. La tintorera o tiburón azul (Prionace glauca) es una de las más abundantes, por lo que no resulta raro observar algún ejemplar nadando cerca de la superficie: tanto en aguas próximas a la costa como en alta mar. En el litoral español es un escualo muy conocido, pues se viene capturando desde antiguo, en su mayor parte con la ayuda de palangres. De hecho, en algunas comunidades como Murcia o Andalucía, existe una gran tradición en la pesca de esta y otras especies de tiburón, como el marrajo (Isurus oxyrinchus), el cazón (Galeorhinus galeus) o la pequeña pintarroja (Scyliorhinus canicula).

placeholder Tintorera, en una playa de San Roque, Cádiz. (EFE/Ayto. San Roque)
Tintorera, en una playa de San Roque, Cádiz. (EFE/Ayto. San Roque)

El avistamiento de tintoreras o de otras especies de tiburón, como la cabañota (Hexanchus griseus), resulta muy común a lo largo del año en nuestras costas. Incluso el tristemente famoso tiburón blanco (Carcharodon carcharias), uno de los animales más fascinantes del planeta, al que Steven Spielberg dotó con su famosa película de 1975 de una mala fama de asesino que lo marcaría para siempre, ha sido divisado en varias ocasiones en distintos puntos del litoral español. La última cita se produjo en el archipiélago de Cabrera hace cinco años, un gran ejemplar de casi cinco metros.

Uno de los ejemplares más grandes de tiburón blanco de los que se tiene noticia, con más de cinco metros de largo y una tonelada de peso, fue el que apareció en noviembre de 1992 en una playa de la localidad de Tossa de Mar (Girona). Un grupo de pescadores lo avistó nadando en superficie, con síntomas de estar agonizando, y tras dar el aviso apareció muerto en la orilla.

placeholder El tiburón blanco: una especie en peligro de extinción. (iStock)
El tiburón blanco: una especie en peligro de extinción. (iStock)

Mucho más pequeña que el gran blanco, la tintorera suele rondar los dos metros y medio de longitud. Su cuerpo es plano y alargado, de color azul en el dorso (de ahí su sobrenombre), gris plateado en los flancos y blanco puro en el vientre. Posee una cabeza estirada con el hocico muy puntiagudo y la boca bastante trasera. Sus ojos son grandes y redondos, protegidos por una membrana nictitante que baja durante los ataques para evitar los daños durante la captura de presas. Las aletas pectorales son muy largas y aplanadas, mientras que la aleta dorsal (la famosa aleta que sale del agua) es corta y redondeada. La aleta caudal (que es como los científicos llaman a la cola del pez) es muy característica, ya que está dividida en dos y su parte superior es desmesuradamente larga.

Un prodigio de la evolución

Posee un sofisticado sistema sensorial que le permite mantenerse al acecho en todo momento y en el que destaca una exclusiva herramienta biológica de los tiburones: las ampollas de Lorenzini, unos electrorreceptores situados en la cabeza que registran los campos bioeléctricos que emiten sus presas y le permiten localizar su posición exacta incluso de noche. Otra curiosidad del tiburón es que es un pez vivíparo, es decir, que da a luz crías vivas, ya que han ido creciendo en el saco vitelino de la madre, como lo hace un mamífero en el interior de la placenta. La gestación dura menos de un año.

Foto: Una ballena yubarta saltando del agua (EFE/C.J.Gunther)

Respecto a su comportamiento, la tintorera patrulla los mares a nivel superficial, planeando las aguas con leves ondulaciones del cuerpo y la cola en busca de alimento: desde pequeños crustáceos hasta tortugas marinas y peces de tamaño mediano e incluso focas y aves marinas. En aguas españolas capturan fundamentalmente sardinas, anchoas y calamares. Nunca ataca premeditadamente a personas: no formamos parte de su menú ni somos su competencia, por lo que su actitud general hacia nosotros es de desinterés, optando en la mayoría de los casos por desviar su ruta y eludir la presencia del buceador.

Casos contados y ninguno mortal

¿Por qué entonces resultan tan frecuentes las noticias que alertan sobre la temible presencia de una tintorera en una playa? Un animal que, si está tan próximo, muy posiblemente se encuentre desorientado o enfermo. ¿Qué tiene eso de noticiable? Y lo que resulta más sorprendente, ¿por qué se decide izar la bandera roja y cerrar una playa al avistar uno de estos peces? Sobre todo, cuando apenas existen casos documentados de ataque premeditado en nuestras costas: tan solo tres en el último siglo y medio y ninguno de ellos mortal.

Estamos hablando de un mordisco en el pie a un windsurfista en Tarifa en 1987, otro a un nadador que se había alejado de la costa en Valencia en 1993 y un incidente fuera del agua en 2012 en el golfo de Vizcaya, que tuvo como protagonistas a un pescador de marrajos y un ejemplar de esta especie al que había capturado y que le dio un bocado cuando intentaba subirlo a bordo del barco.

placeholder Tiburón martillo, atrapado en una red fantasma. (EFE/Sea Shepherd)
Tiburón martillo, atrapado en una red fantasma. (EFE/Sea Shepherd)

La ignorancia del público en general sobre la vida de los escualos permiten que cada verano se publiquen noticias sensacionalistas aprovechando el gancho de la palabra tiburón, aunque se produzcan en lugares con presencia de especies conflictivas (como el tiburón tigre) y tan alejados como Australia, Sudáfrica o el Mar Rojo. Unas noticias que no hacen, sino alentar el pánico y contribuir a la desinformación y la propagación de bulos respecto a los hábitos y costumbres de estos fascinantes animales.

Mientras tanto, la pesca ilegal, las temibles redes fantasma abandonadas en el océano y otras causas provocadas por el ser humano hacen que sus poblaciones estén descendiendo en todo el mundo. Debido a ello, tanto las organizaciones conservacionistas como los científicos que estudian a los tiburones, alertan que algunas especies, como el propio tiburón blanco, se encuentran en peligro de extinción, por lo que más que una amenaza para nosotros se trata de exactamente lo contrario. Es necesario promover medidas de conservación y educar a la población en el respeto y la coexistencia con estos seres vivos que llevan millones de años poblando los océanos.

Una de las especies de pez que provoca cada verano más accidentes en nuestras playas, con lesiones graves que pueden llegar a ser mortales, es el aparentemente inofensivo pez araña (Trachinus araneus). Abundante y cada vez más distribuido por nuestro litoral, este pez litoral, alargado y de color blanco atigrado, tiene la costumbre de permanecer semienterrado en el fondo arenoso de las playas, a menudo muy cerca de la orilla, pasando totalmente desapercibido.

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