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Audio: el invierno que no es en los pinares de montaña
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Audio: el invierno que no es en los pinares de montaña

En el puerto de Cotos el tiempo otoñal se estira y las primaveras se adelantan. Las nevadas aguantan poco tiempo en las cumbres y las lluvias caen a destiempo

Foto: Puerto de Cotos en el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama. (Carlos de Hita)
Puerto de Cotos en el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama. (Carlos de Hita)

La misma situación se viene dando desde hace años, aunque cada vez de forma más acusada. El invierno no acaba de instalarse, el tiempo otoñal se estira y las primaveras se adelantan. Las nevadas, si llegan, aguantan poco tiempo en las cumbres. Las lluvias caen a destiempo, los anticiclones de invierno, esos que traen cielos altos y despejados y heladas nocturnas inapelables, permanecen anclados durante semanas. Sin las referencias habituales, el calendario de la naturaleza se descabala.

En las montañas del centro peninsular las praderas alpinas se están secando. La falta de agua y las heladas nocturnas hacen amarillear la hierba. Y en el aire tibio de los pinares de montaña se escuchan ya conciertos primaverales. Contra el silencio de fondo -aún no hay insectos que rellenen la atmósfera con zumbidos y estridencias- destacan, nítidas, las canciones rítmicas de los carboneros garrapinos, los fraseos de los zorzales charlos, las sílabas ascendentes de los escribanos hortelanos, los graznidos fúnebres de las cornejas. El tamborileo de los pájaros carpinteros, cada uno según el tipo de madera elegida, resuenan por las cuatro esquinas de los bosques.

Pero ni siquiera la belleza de este paisaje sonoro esconde el triste mensaje que subyace bajo sus armonías. El invierno que no es anticipa la sequedad de un verano que nadie desea.

La misma situación se viene dando desde hace años, aunque cada vez de forma más acusada. El invierno no acaba de instalarse, el tiempo otoñal se estira y las primaveras se adelantan. Las nevadas, si llegan, aguantan poco tiempo en las cumbres. Las lluvias caen a destiempo, los anticiclones de invierno, esos que traen cielos altos y despejados y heladas nocturnas inapelables, permanecen anclados durante semanas. Sin las referencias habituales, el calendario de la naturaleza se descabala.

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