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'Paredes vivientes': cómo podemos reducir la pérdida de calor un 30% durante el invierno
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Contra el derroche energético

'Paredes vivientes': cómo podemos reducir la pérdida de calor un 30% durante el invierno

Más allá de una función meramente ornamental, la instalación de jardines verticales en las fachadas de los edificios supone un aislamiento natural muy efectivo

Foto: Edificio en Covent Garden, Londres. Foto: Unsplash
Edificio en Covent Garden, Londres. Foto: Unsplash

Los seres humanos hemos encontrado desde nuestra aparición sobre este planeta, soluciones artificiales a problemas completamente naturales. Hace 10.000 años aprendimos a cultivar (a propósito) la tierra, con el objetivo de poder dejar de lado el nomadismo y poder alimentar a poblaciones cada día mayores. Aprendimos a hacer fuego para mantenernos calientes, 'espantar a las fieras' y eliminar posibles patógenos de la comida. Esta revolución se ha ido acentuando siglo a siglo, y ahora tenemos remedios artificiales para casi todo.

Pero en el momento en el que, por suerte, nos hemos dado cuenta de que nuestras acciones tienen un impacto en el medio natural (el más notable de los cuales es el actual cambio climático que estamos padeciendo), debemos echar la vista atrás y darnos cuenta de que la naturaleza, en toda su sabiduría, pude ofrecernos remedios para problemas muy comunes, como la pérdida de calor que sufren los edificios durante el invierno.

"En Inglaterra, aproximadamente el 57% de todos los edificios fueron construidos antes de 1964"

Ahora, con el aumento que estamos sufriendo este año del precio de la electricidad, y con un frío invierno todavía por delante, cada 'caloría' que se escapa de nuestros hogares es una pérdida económica, una importante además. Es por esto que un nuevo estudio publicado por investigadores de la Universidad de Plymouth en el Reino Unido se centra en el incalculable valor que pueden tener las 'paredes vivientes' a la hora de mantener una buena temperatura en nuestros hogares durante el invierno (y también cuando las temperaturas se acercan a sus máximos durante el verano).

Para llevar a cabo su trabajo científico los investigadores se centraron en un edificio construido en la década de los 70 del campus de la misma Universidad de Plymouth, parte del cual está totalmente cubierta por un jardín vertical, que había sido colocado el año anterior sobre una fina tela flexible con 'bolsillos' donde se plantaron diversos tipos de vegetación encima de la pared de ladrillo visto, mientras que otra sección no tenía añadido alguno. A pesar de que ambas partes tenían la misma orientación (hacia el oeste) y las mismas horas de sol directo al día.

placeholder Fachada de la Universidad de Plymouth cubierta de vegetación.  (University of Plymouth)
Fachada de la Universidad de Plymouth cubierta de vegetación. (University of Plymouth)

Tras cinco semanas de mediciones, los investigadores descubrieron que la parte cubierta por la densa vegetación perdía un 31,4% menos calor que la sección 'desnuda'. Además, explican, "descubrimos que durante el día, las temperaturas se mantenían más estables, lo que permitía encender menos a menudo la calefacción, y, por tanto, llevar a cabo un menor gasto energético".

Este estudio es uno de los primeros que explora la capacidad que tienen los sistemas de jardines verticales instalados en edificios ya construidos para reducir las variaciones de temperatura en su interior o, lo que es lo mismo, actuar como aislantes naturales.

placeholder Una hiedra en una fachada de un edificio. (Unsplash)
Una hiedra en una fachada de un edificio. (Unsplash)

Los investigadores, que han publicado su trabajo científico en la revista 'Building and Environment' explican que a pesar de que este concepto es relativamente nuevo, ya ha mostrado la amplia gama de beneficios que trae consigo, entre los que se encuentran, además del aislamiento térmico, un "beneficio para la biodiversidad urbana". De hecho, explican, los edificios en el Reino Unido son responsables directos del 17% de las emisiones de gases de efecto invernadero que produce el país, y la calefacción es, a su vez, responsable del 60% del total de esas emisiones. Este descubrimiento podría suponer un avance radical para ayudarnos a alcanzar nuestros compromisos de neutralidad climática.

Foto: El aislamiento de las viviendas reduce el gasto de energía (EFE)

Este nuevo enfoque permitiría, según explica el autor principal del estudio, el Doctor Matthew Fox, reducir el impacto climático que tienen los edificios menos eficientes que, a su vez, suelen ser los más antiguos: "En Inglaterra, aproximadamente el 57% de todos los edificios fueron construidos antes de 1964. A pesar de que las regulaciones han cambiado recientemente para mejorar la eficiencia energética de las nuevas construcciones, son los más antiguos los que necesitan más energía para calentarse y, por tanto, son los que más contribuyen a las emisiones de gases de efecto invernadero".

Este cambio, que además de climático, ayudaría a mejorar la estética de muchos edificios, así como de las ciudades en las que estos se encuentran, el gasto económico que soportan los propietarios e inquilinos y la atmósfera de las urbes. Un escenario en el que todo el mundo sale ganando.

Los seres humanos hemos encontrado desde nuestra aparición sobre este planeta, soluciones artificiales a problemas completamente naturales. Hace 10.000 años aprendimos a cultivar (a propósito) la tierra, con el objetivo de poder dejar de lado el nomadismo y poder alimentar a poblaciones cada día mayores. Aprendimos a hacer fuego para mantenernos calientes, 'espantar a las fieras' y eliminar posibles patógenos de la comida. Esta revolución se ha ido acentuando siglo a siglo, y ahora tenemos remedios artificiales para casi todo.

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