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La misteriosa y solitaria vida del gato montés
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Crónicas de la vida salvaje

La misteriosa y solitaria vida del gato montés

Esquivo y crepuscular, las posibilidades de observar al gato salvaje en plena naturaleza son muy escasas. Se trata de uno de los animales más bellos y desconocidos de la fauna ibérica

Foto: Gato montés. (Andoni Canela)
Gato montés. (Andoni Canela)

Viajo durante los últimos días del verano en busca de fauna salvaje al sur del Parque Nacional de los Picos de Europa. Hacia el norte observo un telón de imponentes montañas calizas, pero mi atención se centra en los prados del fondo del valle, que ya están cambiando del verde al marrón amarillento. Allí, no muy lejos de un pequeño pueblo, espero observar al gato montés.

A primera hora de la tarde, la niebla que estaba estancada en los valles se desvanece y deja a la vista verdes prados alpinos y espesos bosques. Contemplo el camino que va haciendo el sol hasta dejar de tocar los prados. Falta poco más de una hora para que anochezca. Los momentos en que este felino está más activo son los cercanos al amanecer y al atardecer. Aunque también es posible observarlo durante la noche y las horas centrales del día.

Aunque menos amenazada que el lince, se trata de una especie protegida catalogada como de "interés especial"

Su aspecto, similar al gato doméstico, y el hecho de que en España el felino estrella sea el lince ibérico, seguramente han provocado que esta especie no tenga el reconocimiento y el protagonismo que merece. El gato montés ('Felis silvestris') es un mamífero muy difícil de ver en libertad. Se encuentra presente en varias zonas de la España peninsular: desde el norte, incluyendo Galicia y Cordillera Cantábrica, el Pirineo, toda la zona centro hasta amplias zonas del sur.

Foto: Un lince ibérico en la Sierra de Cardeña. (Carlos de Hita)
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Uno de los rasgos más significativos de este gato salvaje, su espesa y larga cola, tiene dibujados varios anillos negros y acaba en una punta redondeada, también de color negro. Otro rasgo determinante son los bigotes fuertes y largos, perfectamente distinguibles en los individuos viejos. El montés es más compacto y de mayor tamaño que el gato doméstico (los machos más grandes se acercan a los cinco kilos de peso) y siempre presenta un pelaje atigrado.

placeholder Ejemplar de gato montés en libertad. (Andoni Canela)
Ejemplar de gato montés en libertad. (Andoni Canela)

Aparece el primer gato. Camina sigiloso con las orejas quietas en una dirección. De repente, se para y pega la barriga a la hierba. Ha detectado alguna de las ratas toperas que habitan en estos prados. Se lanza en picado, pero falla en el intento y el roedor escapa. Con toda probabilidad el gato insistirá y conseguirá su presa. Como buen felino, está especializado en la caza al acecho.

Su tamaño hace que sus presas sean más bien pequeñas, pudiendo ser tan variadas como roedores, conejos, topos, aves medianas, reptiles, anfibios e incluso insectos. Su táctica de caza depende del lugar, del tipo de presa y el momento.

placeholder Esquivo y sigiloso, el gato montés es muy difícil de observar. (Andoni Canela)
Esquivo y sigiloso, el gato montés es muy difícil de observar. (Andoni Canela)

En ocasiones, se va acercando poco a poco hasta llegar a la distancia justa para saltar sobre ella; en otras, se queda durante largo tiempo oculto e inmóvil esperándola para sorprenderla. Muchas veces, caza en espacios cercanos al ser humano, especialmente en campos de cultivo y pastizales. Los gatos monteses se comunican entre sí mediante los olores que dejan en zonas concretas de su territorio (árboles, rocas, caminos, etc.) y también con los excrementos que sirven para delimitar las zonas y enviar diferente tipo de información a otros ejemplares.

placeholder Picos de Europa. (Andoni Canela)
Picos de Europa. (Andoni Canela)

Como casi todos los felinos, el gato montés es un animal solitario. Los gatos monteses adultos solo suelen juntarse en la época de celo. A veces, hay peleas entre los machos por las hembras. Después del celo, en primavera, la gata da a luz a los cachorros, normalmente entre dos y cuatro. A los pocos meses, los pequeños ya podrán acompañar a su madre en sus salidas.

Foto: Foto: Andoni Canela
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Los espesos bosques de robles y hayas con sotobosque de helechos son el refugio ideal para el gato salvaje, aunque pueden vivir en hábitats muy diversos. Sus necesidades básicas son parecidas a la mayoría de los depredadores: comida, refugio y un lugar para criar. Prefiere los bosques caducifolios con una buena variedad de matorral. De hecho, los límites entre el bosque, el matorral y las zonas abiertas son su lugar preferido.

placeholder Gato montés en prospección de caza. (Andoni Canela)
Gato montés en prospección de caza. (Andoni Canela)

En esta zona montañosa de la cordillera Cantábrica, los gatos monteses conviven con el oso pardo y el lobo ibérico. Se trata de una especie protegida y está considerada de "interés especial". Las amenazas son similares a las que sufren especies como el zorro cuando hay un control de depredadores a causa de la caza: trampas, veneno... En algunas zonas, la hibridación con el gato doméstico también es un problema.

Viajo durante los últimos días del verano en busca de fauna salvaje al sur del Parque Nacional de los Picos de Europa. Hacia el norte observo un telón de imponentes montañas calizas, pero mi atención se centra en los prados del fondo del valle, que ya están cambiando del verde al marrón amarillento. Allí, no muy lejos de un pequeño pueblo, espero observar al gato montés.

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