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Vídeo: el fin del invierno llega al Pirineo leridano
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Vídeo: el fin del invierno llega al Pirineo leridano

En pleno equinoccio de primavera, la estación más fría toca hoy a su fin. Aunque la nieve vuelve a cubrir las cumbres, la fauna se prepara para la temporada más cómoda del año

Foto: Foto: Carlos de Hita
Foto: Carlos de Hita

Final del invierno, tiempo de indicios en el Pirineo de Lleida, alrededor de las aguas heladas del Estany de San Maurici. La primavera ya asoma en estos bosques de montaña, cuando el invierno aún no se ha retirado por completo. Fuera del rumor de alguna cascada lejana –la de Ratera u otras más pequeñas y sin nombre–, el agua suena poco, aún retenida en forma de hielo. Y contra el silencio del bosque –el negro de los sonogramas contra el blanco de la nieve– resuenan las llamadas de las aves más madrugadoras.

Por encima, los graznidos y chasquidos de las chovas piquirrojas y las cornejas, con el eco de la roca en su voz. Y entre los árboles, lejos, cerca, los gritos y el tamborileo lento, pausado, del picamaderos negro, como un motor a bajas revoluciones en el que casi se pueden contar, uno a uno, los golpes del pico contra los troncos de los abetos. Por las copas suena el fraseo musical de los zorzales charlos. La base rítmica la ponen los carboneros garrapinos. Y, casi inaudible para los duros de oído, por dentro del bosque corre el siseo agudo de un reyezuelo sencillo, el más pequeño de nuestros pájaros forestales que, con sus siete gramos de peso, es un auténtico resistente contra el mal tiempo.

Dentro de unas semanas el hielo se romperá y el estruendo del agua rellenará la atmósfera sonora de las montañas pirenaicas. Por el momento, disfrutemos de estas voces escritas contra el silencio blanco.

Final del invierno, tiempo de indicios en el Pirineo de Lleida, alrededor de las aguas heladas del Estany de San Maurici. La primavera ya asoma en estos bosques de montaña, cuando el invierno aún no se ha retirado por completo. Fuera del rumor de alguna cascada lejana –la de Ratera u otras más pequeñas y sin nombre–, el agua suena poco, aún retenida en forma de hielo. Y contra el silencio del bosque –el negro de los sonogramas contra el blanco de la nieve– resuenan las llamadas de las aves más madrugadoras.

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