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Siguiendo el vuelo del buitre que come huesos
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Crónicas de la vida salvaje

Siguiendo el vuelo del buitre que come huesos

Los encuentros con las aves rapaces deparan siempre emociones al amante de la naturaleza. En esta ocasión se trata de una de las especies más espectaculares de la fauna ibérica

Foto: Quebrantahuesos en vuelo. (Andoni Canela)
Quebrantahuesos en vuelo. (Andoni Canela)

Mañana de paseo en el monte. Camino a dos mil metros de altura por un rincón del Pirineo. Me siento en unas rocas para descansar frente a una pared rocosa y un bosque de pino negro. El pronóstico de los hombres del tiempo ha sido certero: alzo la vista al cielo y siento los primeros copos de nieve en el rostro. En apenas media hora el paisaje cobra un carácter cada vez más blanquecino. Mientras observo en la distancia a una veintena de sarrios con sus espesos y oscuros pelajes invernales, veo volar de repente algo sobre mi cabeza, casi a mi misma altura.

placeholder Pirineos. (Andoni Canela)
Pirineos. (Andoni Canela)

Encuentro pocas cosas en el mundo tan maravillosas como ver volar a las aves. A simple vista la identifico: es un quebrantahuesos adulto. Sigo su vuelo habilidoso, elegante y rápido. Recorre en pocos minutos la distancia que a nosotros a pie nos costaría un par de días. Cierro los ojos y escucho el viento. Imagino el roce de sus plumas contra el aire.

El pecho naranja intenso visto desde abajo y sus alas negras con un plumaje de tonos muy contrastados lo hacen inconfundible. Mide tres metros de envergadura y tiene silueta de halcón. A través de los prismáticos puedo apreciar su característica barba bajo el pico. Vuela como un águila. Los quebrantahuesos son mucho más hábiles en vuelo que los buitres, sus primos más cercanos. Las grandes rapaces, cuando prevén un tiempo adverso, se activan para buscar alimento y un lugar donde refugiarse durante las siguientes jornadas. Si las condiciones empeoran mucho, pueden llegar a pasar varios días sin volar ni comer.

placeholder Pareja de quebrantahuesos en vuelo. (Andoni Canela)
Pareja de quebrantahuesos en vuelo. (Andoni Canela)

El quebrantahuesos es un ave carroñera que habita zonas de alta montaña en Asia, África y Europa. Además del Pirineo, he tenido la ocasión de verlos volar junto a leopardos de las nieves en el Himalaya y sobrevolando a las jirafas en las montañas Drakensberg, en el sur de África. Es una de las cuatro especies de buitres que habitan en España y una de sus características singulares es la de alimentarse con huesos.

En castellano recibe el nombre de quebrantahuesos por su costumbre de romper los huesos para comérselos. Una manera de hacerlo consiste en lanzarlos en vuelo desde las alturas. A veces se traga huesos tan largos como un fémur humano, algo verdaderamente asombroso. En otros lugares lo llaman rompehuesos, buitre barbudo, buitre-águila o buitre de las ovejas. Su nombre científico 'Gypaetus barbatus' proviene del griego: buitre ('gyp') y águila ('aetus').

En riesgo extremo por el veneno

A final del siglo pasado se calculaba que había menos de cien parejas en la península ibérica, lo que situaba a la especie en serio peligro de extinción. El trabajo de muchas personas y organismos en las últimas décadas ha logrado su recuperación. Una de las principales amenazas es el uso ilegal de veneno en el campo; otras son las molestias en sus áreas de cría, los impactos en tendidos eléctricos y la contaminación con productos como el diclofenaco: un fármaco de uso veterinario que mata a los buitres al pasar a su organismo a través de la cadena trófica. Actualmente el quebrantahuesos está incluido en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas en la categoría de "En peligro de extinción".

A comienzos de los años 90 hice mis primeras fotografías de quebrantahuesos. Fue en el Pirineo de Huesca, concretamente en el Parque Nacional de Ordesa, donde estas carroñeras encontraron su último refugio. Entonces, algunos quebrantahuesos eran incluso abatidos a tiros.

placeholder Joven de quebrantahuesos en la nieve. (Andoni Canela)
Joven de quebrantahuesos en la nieve. (Andoni Canela)

Durante esos años, recuerdo con nitidez una mañana en Ordesa. Nevaba con fuerza desde el amanecer y tuve la fortuna de que apareciera un quebrantahuesos. No sé cómo pudo atreverse a volar con lo poco que se veía. Era un ejemplar joven, con un pelaje casi negro (en sus primeros años los quebrantahuesos son muy oscuros). Cuando se posó, el paisaje nevado y el buitre barbudo formaron una imagen extraordinaria. La ausencia de colores convirtió la foto en un cuadro casi impresionista: con los copos de nieve sin parar de caer mientras sostenía un hueso atrapado en el pico. La única nota de color la ponía, sutilmente, el anillo de color rojo que rodea los ojos amarillos de estas majestuosas y amenazadas aves, que constituyen uno de los tesoros más valiosos de nuestra biodiversidad.

Mañana de paseo en el monte. Camino a dos mil metros de altura por un rincón del Pirineo. Me siento en unas rocas para descansar frente a una pared rocosa y un bosque de pino negro. El pronóstico de los hombres del tiempo ha sido certero: alzo la vista al cielo y siento los primeros copos de nieve en el rostro. En apenas media hora el paisaje cobra un carácter cada vez más blanquecino. Mientras observo en la distancia a una veintena de sarrios con sus espesos y oscuros pelajes invernales, veo volar de repente algo sobre mi cabeza, casi a mi misma altura.

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