Los mares representan la octava economía del planeta, y la más ignorada
El Deutsche Bank detalla en un riguiroso informe el elevado potencial económico que nos brindan los mares y alerta sobre
El mar nos une a todos. Ha sido y continúa siendo la mayor despensa del ser humano. Pero, al mismo tiempo también es el gran 'olvidado' para la mayor parte de la opinión pública. Dependemos de él, pero no nos preocupa conocer su estado de conservación, lo que es un grave error. Incluso por una cuestión de supervivencia, ya que nuestro estado de salud depende en gran medida de la del mar.
El sector pesquero es el primer interesado en que su actividad se lleve a cabo bajo parámetros de sostenibilidad, algo que no siempre sucede
Para que esos datos nos ayuden a abrir los ojos, la Chief Investment Office del Deutsche Bank ha elaborado el informe 'Empoweering the blue magic', sobre la 'economía azul' (más comúnmente conocida con su anglicismo 'blue economy').
En él, los autores detallan conceptos clave, pero mayoritariamente desconocidos como el de que los mares y océanos del mundo, suponen la octava economía del mundo, con 2,5 billones (de los españoles, no de los anglosajones) de dólares en bienes y servicios, con una estimación de 'activos' de 24 billones de dólares (19,94 billones de euros).
Los investigadores clasifican el valor de los océanos de dos formas diferentes: directo e indirecto. En la primera categoría se engloban las reservas pesqueras, los arrecifes de coral, la vegetación marina y los manglares, que, en total, tienen un valor estimado de 6,9 billones de dólares.
Por otro lado, en el valor indirecto se engloba las vías marítimas de comercio (5,2 billones de dólares), la producción costera -entre la que se encuentra el turismo- (7,8 billones de dólares) y la absorción del CO₂ atmosférico por parte del océano (que también tiene un valor económico, estimado en 4,3 billones de dólares).
Este último es un punto más importante, dado que los océanos son una de las principales vías por las que el dióxido de carbono producido por el hombre (el principal gas de efecto invernadero) es eliminado de la atmósfera. El océano lucha directamente contra la crisis climática.
No solo eso, sino que las masas de agua salada dan trabajo a nivel europeo a cerca de 5 millones de ciudadanos. Esto es de especial relevancia en España, donde, según datos proporcionados por el informe del banco alemán, hasta un 18,40% de la población activa depende directamente y está integrada en la economía azul. Este es el mayor porcentaje del continente, por delante de Grecia (11,9%), Alemania (10,9%), Italia (10,6%), el Reino Unido (10,4%) o Francia (7,4%).
Esto tiene, al menos para nuestro país, una explicación muy clara. Como apuntan los autores, "el turismo costero es el mayor sector, con 2,8 millones de empleados, que representan el 63,4% del total".
La gestión del riesgo
Pero, al igual que tantas áreas económicas están en peligro con la crisis climática y medioambiental, la 'blue economy' no es una excepción. Según apuntan los investigadores, determinadas áreas específicas de este sector están en directo peligro. Esto cobra especial relevancia teniendo en cuenta que el 10% de la población mundial vive en las franjas litorales, a apenas 10 metros de altura respecto el nivel del mar, por lo que se ve directamente expuesta a uno de los más temidos efectos del cambio climático: la subida de dicho nivel
Según el informe del Deutsche Bank, actualmente el aumento del nivel del mar amenaza a 8 de cada diez ciudades costeras, lo que obliga a sus habitantes a convivir con el riesgo y debería llevar a las autoridades a intentar minimizarlo.
Y no es solo su altura: la temperatura del mar también está aumentando. En 1880 se realizó la primera medición de la historia y, desde entonces, ha aumentado hasta 0,76 ºC, explican los investigadores. Esto se debe a que los océanos del planeta "absorben hasta el 93% del calor producido a causa del calentamiento global". Las consecuencias de esto son importantes, dado que, los eventos climáticos extremos empeorarán. De hecho, comentan, ocurrirán con más frecuencia, durarán más y serán más severos.
De hecho, para 2050, calculan que 300 millones de personas en el mundo se verán directamente afectadas por este fenómeno, y, para 2100, la cifra de desplazados por la subida de las aguas marinas podría alcanzar los 2.000 millones de personas.
Respecto a la actividad pesquera, se remarca la necesidad de que recupere su equilibrio con los ecosistemas marinos. Un equilibrio que, en algunas áreas, se ha perdido totalmente. De hecho, los pescadores son los más concienciados de este problema, dado que su actividad depende de la conservación de los recursos pesqueros. Pero la intensa actividad extractiva que están llevando a cabo de forma insostenible algunas flotas pesqueras, como la de China, unido a la pesca ilegal que se practica en caladeros de todo el mundo, está poniendo seriamente en riesgo la biodiversidad marina. Según datos del estudio, el gigante asiático es el país que más pesca del mundo, alcanzando el 37,5% del total de capturas realizadas por los 5 mayores países pesqueros del mundo.
De hecho, los autores del informe calculan que, como mínimo, el 55% de la extensión oceánica del planeta está cubierta por la pesca industrial. No solo eso, sino que, como también apuntan, el 33% de las reservas de pescado están sobreexplotadas. Además, se estima que para el año 2029 el consumo humano de pescado alcance los 180 millones de toneladas (lo que supone un incremento del 16,3% con respecto a los niveles actuales). Asia, explican los investigadores, "consumirá el 75% de ese incremento".
Pero estos no son los únicos datos preocupantes que aportan. El 50% de los arrecifes de coral mundiales han sido destruidos y más del 85% de los humedales se han perdido.
Las amenazas no acaban ahí
La contaminación por plástico también es uno de los mayores desafíos a los que nos enfrentamos, apuntan los autores del estudio. Cada año, explican, hasta 8 millones de toneladas de este material acaban en los océanos del planeta y, una vez están dentro, tardan hasta 480 años en descomponerse. Esto supone que nada de lo que estamos echando al mar desaparece, solo se acumula.
Además está el problema de los microplásticos. Este material, sin romper su estructura química, si se erosiona en el entorno marino, lo que lo 'despedaza'. Esos fragmentos son después ingeridos por los peces, y, por tanto, por nosotros. De hecho, se calcula que esto ocurre desde los años 50.
No todo son malas noticias
Como aclaran los autores del estudio, la 'blue economy' también supone grandes oportunidades sociales y económicas de cara al futuro. La creación de una industria de acuicultura sostenible permitiría proporcionar en áreas costeras, no solo más ingresos económicos, sino suplir la demanda alimentaria; la industria farmacéutica puede aprovechar los recursos que ofrece el mar a través de la biotecnología marina; las grandes extensiones marinas y sus continuos vientos son el lugar idóneo para la instalación de generadores eólicos (de hecho, la UE va a la cabeza en este sentido, siendo los mayores inversores mundiales. Tanto es así que gracias a las nuevas instalaciones, en 2025 se superarán los 20 GW instalados y en 2030 los 30 GW).
Del mismo modo, fomentar una industria turística costera sostenible, que conserve los entornos que pretende explotar, no solo supone una nueva vía de negocio, sino que mantiene su valor en el tiempo.
Pero para llevar a cabo todas estas transformaciones dedicadas a fomentar la 'blue economy', los investigadores apuntan que lo que hace falta es inversión. También aclaran que, aunque esta deba ser sustancial, seguiría siendo menos que las 'medidas de estímulo de la economía' que puso en marcha el Gobierno de EEUU a causa del covid-19 que supusieron un total de 1,9 billones de dólares.
Las áreas clave donde los investigadores creen que son necesarias inversiones son, en primer lugar, la creación de infraestructuras, seguido de una transición energética 'verde' de los océanos.
El mar nos une a todos. Ha sido y continúa siendo la mayor despensa del ser humano. Pero, al mismo tiempo también es el gran 'olvidado' para la mayor parte de la opinión pública. Dependemos de él, pero no nos preocupa conocer su estado de conservación, lo que es un grave error. Incluso por una cuestión de supervivencia, ya que nuestro estado de salud depende en gran medida de la del mar.