Estas son las mayores amenazas ambientales que deberemos afrontar

Las plantas y los animales de los ecosistemas terrestres, acuáticos y marinos utilizan la temperatura, la duración del día o las precipitaciones como señales para saber cuándo deben migrar o cuándo deben dar frutos. Sin embargo, el cambio climático interrumpe estos ritmos naturales, ya que las plantas y los animales sufren una desincronización respecto a sus ciclos habituales y esto conduce a desajustes, como cuando las plantas cambian las etapas de sus periodos o fases de vida más rápido que los herbívoros o las aves no son capaces de dilucidar con precisión los lugares de descanso a lo largo de su ruta de migración.

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El Informe Frontiers elaborado por los expertos del Programa de la Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) evalúa el impacto creciente de estos desajustes, que no paran de agravarse, junto al de otros dos problemas ambientales que en su opinión también van a ir a más: la contaminación acústica y los megaincendios forestales asociados a la criris climática.

Un mundo más ruidoso

Se estima que la contaminación acústica provoca actualmente 12.000 muertes humanas prematuras cada año solo en la Unión Europea (afecta a uno de cada cinco ciudadanos de la UE). En el informe se hace hincapié no solo sobre la contaminación acústica como tal, sino también acerca de los efectos a largo plazo en la salud física y mental, junto con las medidas que se pueden implementar para crear paisajes sonoros positivos y restauradores en las zonas urbanas. Hay muchas ciudades que superan niveles de ruido aceptables: Argel, Bangkok, Damasco, Dhaka, Ciudad Ho Chi Minh, Ibadan, Islamabad o Nueva York. Y el ruido no solo nos afecta a los humanos, también puede perturbar a otros animales, interrumpiendo las comunicaciones entre insectos, anfibios, pájaros...

Los incendios forestales son cada vez más frecuentes y graves como consecuencia del cambio climático. Se quemaron un promedio de 423 millones de hectáreas de tierra entre 2002 y 2016 (y más de la mitad de esas zonas víctimas de incendios estaban en África). El informe expone la influencia del ser humano a este respecto y los efectos colaterales tanto en el medio ambiente como en la salud humana. Y es que el humo y las partículas de los incendios forestales tienen consecuencias significativas para la salud, sobre todo entre aquellos con enfermedades crónicas, pero también en mujeres, niños, ancianos y los más desfavorecidos. También muestra qué medidas pueden ayudar a prevenir, responder y desarrollar resiliencia ante los incendios forestales.

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“El informe pide una mayor inversión para reducir los riesgos de incendios forestales; desarrollo de enfoques de gestión de prevención y respuesta que incluyan comunidades vulnerables, rurales, tradicionales e indígenas; y más mejoras en las capacidades de teledetección, como satélites, radares y detección de rayos”, aduce el PNUMA.

Cambios en el calendario

Los desajustes fenológicos representan otro punto clave. Hacen referencia a la interrupción del tiempo en los sistemas naturales y los ciclos de vida. Esto es, todo lo que altere las funciones de desplegar hojas, florecer, dar frutos, reproducirse, anidar, polinizar o migrar, tiene un profundo eco en los ecosistemas terrestres, acuáticos y marinos. También nos afecta a nosotros, respecto a la producción de alimentos frente al cambio climático. Los cambios en la fenología de las especies marinas que tienen mercados de comercio masivos, así como en sus presas, y esto tiene consecuencias significativas para la productividad de las poblaciones y las pesquerías.

“El Informe Frontiers identifica y ofrece soluciones a tres problemas ambientales que merecen atención y acción por parte de los gobiernos y el público en general”, aclara Inger Andersen, Directora Ejecutiva del PNUMA. “La contaminación acústica urbana, los incendios forestales y los cambios fenológicos, los tres temas de este informe Frontiers, son cuestiones que destacan la necesidad urgente de abordar la triple crisis planetaria del cambio climático, la contaminación y la pérdida de biodiversidad”.

El documento señala que "los cierres por el covid-19 trajeron una nueva apreciación de los espacios verdes y la reducción del ruido del tráfico urbano", y añadió que los programas destinados a "reconstruir" representan una "oportunidad infrautilizada para los creadores de políticas, los planificadores urbanos y las comunidades para crear espacios verdes adicionales para todos”. Con todo, las consecuencias concretas de cada uno de estos desajustes necesitan más investigación y coordinación internacional para limitar la tasa de calentamiento mediante la reducción de las emisiones de CO2.