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Hay vida más allá de los grandes bufetes: cuatro 'spin-offs' de éxito desvelan su secreto
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Su experiencia es un activo imprescindible

Hay vida más allá de los grandes bufetes: cuatro 'spin-offs' de éxito desvelan su secreto

FinReg, Ayuela Jiménez, Fils y Lesayra son despachos creados por exabogados de firmas de élite. Sus fundadores relatan las claves para lograr que sus proyectos compitan en primera división

Foto: Foto: Pixabay.
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Este 2023, la boutique finReg360 cumple seis años de vida. Una juventud que contrasta con el prestigio y el reconocimiento que el mercado reconoce ya a este despacho especializado en regulación financiera, fundado entre finales de 2016 y principios de 2017 por cuatro exsocios de Deloitte y KPMG. En un sector tan tradicional y con tanta aversión al riesgo como es el legal, sin embargo, finReg360 puede presumir de, en tiempo récord, contar en su cartera de clientes con las principales entidades financieras del país y ser una de las dos únicas firmas reconocidas por el directorio británico Chambers & Partners como banda 1 (la máxima distinción) en su especialidad.

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El de finReg no es el único spin-off de gran despacho que demuestra que hay vida —y éxito— fuera de sus robustas estructuras y reputadas marcas. En 2015 nació Ayuela Jiménez, conocido como el despacho de los ex Uría Menéndez, firma que en muy pocos años ha logrado convertirse en referencia en el ámbito de la resolución de conflictos complejos. Hoy la organización cuenta con más de 20 profesionales y seis socios —recientemente incorporó a Ion Mendizábal para su departamento de laboral—, y se conjura para facturar cinco millones de euros al cierre de 2025.

Más allá de contar entre sus fundadores con varios ex de gran despacho, los casos de finReg360 y Ayuela Jiménez tienen otros elementos en común. El primero de ellos es que sus socios no reniegan de su experiencia en firmas de élite. Al contrario. Su paso por ellas, aseveran, les ha proporcionado un conocimiento, un prestigio y un bagaje fundamental para poder desarrollar sus actuales bufetes. Un punto de partida favorable que, a la vez y en segundo término, no les impide reconocer sus propios proyectos nunca hubieran podido germinar en estructuras con el tamaño, las rigideces y las jerarquías de sus anteriores casas. Salir y enfrentarse al temido "fuera hace mucho frío" era el único camino posible para hacer realidad sus aspiraciones profesionales.

placeholder De izquierda a derecha: Úrsula García, Gloria Hernández, Sara Gutiérrez y Jorge Ferrer, socios fundadores de finReg360.
De izquierda a derecha: Úrsula García, Gloria Hernández, Sara Gutiérrez y Jorge Ferrer, socios fundadores de finReg360.

"La clave de un despacho como el nuestro es contar con un talento hiperespecializado y eso, en un modelo como el de las Big Four, basado en trabajar a volumen, es muy difícil de conseguir", explica Jorge Ferrer, socio de finReg360 y ex KPMG. A principios de 2017, Ferrer se unió a la organización que, unos meses antes, habían inaugurado dos ex Deloitte: Gloria Hernández y Sara Gutiérrez. Con él se incorporó, también desde Deloitte, Úrsula García. Los cuatro son los socios fundadores de una boutique que, seis años más tarde, cuenta ya con medio centenar de profesionales y un partnership compuesto por 12 miembros.

Hace unos años, la regulación financiera se veía como una práctica de poco valor. "Cuando por un proyecto te van a pagar 40.000 euros en vez de un millón de euros, nadie en una gran firma le presta mucha atención. Eso nos permitió a los pocos que nos dedicábamos a esto aprender e ir tejiendo una relación directa con los clientes aunque todavía no fuéramos socios", continúa Ferrer. Sin embargo, conforme la práctica fue resultando más relevante, encontraron que la estructura de las Big Four, no les ofrecía el mejor marco para contar con los equipos adecuados y desarrollar el trabajo con el nivel de precisión que exigía la materia. "No teníamos la libertad necesaria para contraofertar al profesional que nos decía que se marchaba y, con una alta rotación, no podíamos asegurar el nivel de calidad que requerían los clientes", completa Sara Gutiérrez.

Sara Gutiérrez (finReg360): "En las Big Four no teníamos la libertad necesaria para contraofertar a quien nos decía que se marchaba"

La solución fue emprender su propio camino. "Como éramos cuatro los que nos dedicábamos a esto, siempre que nos encontrábamos en algún sarao bromeábamos con la idea de montar algo por nuestra cuenta", relata Gutiérrez. Y así fue. El empujón definitivo se lo dio la Ley de Auditoría de 2015, que situaba el asesoramiento en regulación financiera en una zona gris que podría estar plagado de incompatibilidades si se ejercía desde una Big Four. ¿Sintieron vértigo? "Como éramos jóvenes y hasta la fecha nos había ido bien, éramos muy optimistas. Estábamos impregnados de la inconsciencia del emprendedor", bromea Jorge Ferrer.

Tampoco tuvieron muchas dudas Eduardo Ayuela, ex Uría, y Joaquín Jiménez, opositor a la judicatura —a pesar de que, según confiesa, muchos colegas piensan que él también ejerció en Uría Menéndez—. En 2016, un año después de su fundación, se enroló en Ayuela Jiménez, esta vez sí, otro ex Uría, Pablo Torán. "Desde la realismo y la prudencia, pero siempre hemos confiado mucho en nosotros", subraya Torán, quien, junto con Jiménez, explica que el gran motor del despacho es la amistad que les une. "Somos socios en el sentido más puro del término".

placeholder Pablo Torán, Eduardo Ayuela y Joaquín Jiménez, socios de Ayuela Jiménez.
Pablo Torán, Eduardo Ayuela y Joaquín Jiménez, socios de Ayuela Jiménez.

"Puede sonar demasiado romántico, pero lo cierto es que teníamos ganas de crear algo que fuera propio, a nuestra imagen y semejanza", continúa Joaquín Jiménez; "un proyecto que partiera de cero y que fuera creciendo y evolucionando hasta ganarse la confianza del mercado". Y así parece que ha sido. En 2022, el directorio Chambers les reconoció en su guía europea como banda 1 entre las boutiques especializadas en resolución de conflictos.

Cuatro ex Garrigues, tras Fils

En 2017, cuatro ex Garrigues fundan en Barcelona Fils Legal. Son Javier Prieto, Gerard Solé, Alejandro de Müller y Carlos Gerpe, todos con más de diez años de experiencia. "Teníamos ganas de hacer cosas que no eran compatibles con la manera de trabajar de un gran bufete, como entrar en sectores que quizás a la firma podían no resultarles atractivos o probar a ofrecer determinados servicios mixtos que en una estructura más compleja hubiera sido imposible", relata Prieto a este diario, quien subraya que su comentario "ni mucho menos" es una crítica. "Es que, realmente, resulta muy difícil estructurar de otro modo un despacho de esas dimensiones", asevera.

Como en el caso de Ayuela Jiménez, Prieto destaca como clave de bóveda de la organización la relación personal que unía a los primeros socios de Fils Legal. "Éramos cuatro amigos a los que apetecía trabajar juntos y construir un proyecto en el que las personas estuvieran por encima de la firma, y no al revés". A partir de ahí, decidieron dar el salto. Él, sin embargo, sí admite cierto vértigo, quizás porque cuando se emprendieron en esta aventura, todos se encontraban en una edad más avanzada que otros colegas que inician su propio camino. "Era el momento preciso para hacerlo. Si hubiésemos dejado pasar tres o cuatro años más, no nos habríamos decidido porque a partir de un punto, te ves atrapado en una jaula de oro y ya no sales de ella", reflexiona.

¿Cómo saber cuál es ese momento justo? En su opinión, cuando el letrado ha acumulado la experiencia suficiente como para ser conocido por los clientes y desenvolverse con soltura en el mercado, pero aún es lo suficientemente joven como para poderse permitir cierto riesgo en su toma de decisiones. "Mi miedo no era tanto el no poder ganarme la vida, que eso sabes que lo acabarás consiguiendo, sino el dejar de estar en contacto con grandes asuntos y conflictos, esos que te hacen sentir protagonista", detalla Prieto. Un temor que el tiempo ha mostrado infundado —"quizás porque hemos tenido suerte", precisa el letrado—, a la vista del trabajo que el bufete tiene sobre la mesa. Fils Legal, firma full service, da hoy trabajo a unos 40 abogados.

placeholder De izquierda a derecha, Carlos Gerpe, Javier Prieto, Alejandro de Müller y Gerard Solé, socios fundadores de Fils Legal.
De izquierda a derecha, Carlos Gerpe, Javier Prieto, Alejandro de Müller y Gerard Solé, socios fundadores de Fils Legal.

Algo más joven es el proyecto de Lesayra, fundado en 2020 por tres ex socios de CMS Albiñana & Suárez de Lezo: Abraham Nájera, Rafael Sánchez y Javier Leyva. A la firma, especializada en el ámbito Mercantil y Bancario, se ha unido recientemente otro ex CMS, Rafael Sáez, para desarrollar el área de Seguros. En su caso, creen que el haber sido socios en una gran firma les ha allanado el camino, pues al cliente le transmite una seguridad extra que no todos los pequeños despachos logran trasladar. "Es una credencial que presentas, porque te permite acreditar que, aunque ahora ejerzas en un bufete con un nombre desconocido para muchos, vienes de haber hecho un trabajo de primer nivel", describe Rafael Sánchez.

Con una estructura mucho menos pesada y exprimiendo en su manera de funcionar todas las ventajas que aporta la flexibilidad a Lesayra, Abraham Nájera describe las grandes firmas como "una escuela estupenda", pues enseñan a los profesionales a interactuar con otras disciplinas del Derecho, les forman en los estándares de calidad necesarios para relacionarse con clientes de primer nivel y también les muestran cómo estructurar y organizar el trabajo. "En un despacho más pequeño es muy difícil que aprendas todos estos elementos", remata Sánchez.

Los integrantes de los cuatro spin-offs coinciden en que la calidad y la disciplina en el trabajo son los grandes aprendizajes que uno se lleva de un gran despacho, seguido de la adopción de un sistema de organización que permita maximizar la eficiencia de los recursos disponibles. "En Uría aprendí a tratar cualquier asunto con el máximo rigor; cada uno de ellos hay que estudiárselo como si fuera el último, y da igual las horas que haya que echarle o el día de la semana que sea", expone Torán, de Ayuela Jiménez. "Sin nuestro paso por Garrigues, no tendríamos la capacidad de asesorar adecuadamente en un asunto de máxima sofisticación. Esa formación ha sido fundamental", agrega, en la misma línea, Javier Prieto, de Fils.

placeholder De izquierda a derecha: Javier Leyva, Rafael Sánchez, Abraham Nájera y Rafael Sáez, socios de Lesayra.
De izquierda a derecha: Javier Leyva, Rafael Sánchez, Abraham Nájera y Rafael Sáez, socios de Lesayra.

A partir de ahí, lo que ofrece un despacho más pequeño es la flexibilidad, tanto interna, con los abogados, como externa, con los clientes —lo que, a su vez, en unos honorarios mucho más competitivos—. También ofrecer una cercanía en el asesoramiento que refuerza los lazos de confianza. En finReg360, por ejemplo, presumen de un índice de rotación "tendente a cero", entre otras cuestiones, porque ofrecen a sus profesionales, además de una retribución muy competitiva, un alto grado de implicación en las decisiones que tienen que ver con el despacho y un plan de carrera claro y transparente. "Queremos que, desde que son asociados sénior, sientan que la firma también es suya", indica Jorge Ferrer. El teletrabajo es el mejor ejemplo, en el caso de Lesayra, de esa flexibilidad interna. Pero no es la única, expone Abraham Nájera. "Siendo pocos, realmente podemos tomar las decisiones que queramos. Los despachos, que tienen muchos intereses en conflicto, tardan mucho en implementar una medida interna. Aquí basta con plantearla y, ¿por qué no?".

El gran riesgo, coinciden de nuevo todos los entrevistados, es morir de éxito. O, dicho de otro modo, que la buena marcha de la firma les tiente a embarcarse en un crecimiento poco saludable y que les haga perder los valores fundacionales o el buen ambiente sobre los que se asientan firmas tan jóvenes. "Nuestro foco siempre ha sido ofrece la máxima calidad al cliente y, cuando vas incorporando nuevos profesionales, dejas de poder controlar lo que hace cada uno de tus abogados. No queremos crecer tanto que pongamos en peligro esa esencia", indica en este sentido Joaquín Jiménez. Para mantener esa cultura compartida, Javier Prieto subraya que es fundamental mantener un sistema de selección muy cuidado, "que incorpore personas que enriquezcan el ecosistema creado".

Sin descuidar la parte humana, desde finReg360 también se preocupan por dotar a la organización de los recursos y la planificación adecuadas para acompañar el crecimiento. En este sentido, Sara Gutiérrez explica que han conformado distintas comisiones y equipos (de gestión de personas, de tecnología, de marketing, etc.) para que estudien qué medidas son necesarias para que la firme adecúe su estructura y funcionamiento a su mayor tamaño. "El mayor tamaño crea tensiones internas que hay que ir abordando, si no, el crecimiento te ahoga", concluye la socia de finReg360.

Este 2023, la boutique finReg360 cumple seis años de vida. Una juventud que contrasta con el prestigio y el reconocimiento que el mercado reconoce ya a este despacho especializado en regulación financiera, fundado entre finales de 2016 y principios de 2017 por cuatro exsocios de Deloitte y KPMG. En un sector tan tradicional y con tanta aversión al riesgo como es el legal, sin embargo, finReg360 puede presumir de, en tiempo récord, contar en su cartera de clientes con las principales entidades financieras del país y ser una de las dos únicas firmas reconocidas por el directorio británico Chambers & Partners como banda 1 (la máxima distinción) en su especialidad.

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