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Desgobierno en Gernika: el cordón sanitario contra Bildu que le ha salido mal al PNV
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Viejas rencillas nacionalistas

Desgobierno en Gernika: el cordón sanitario contra Bildu que le ha salido mal al PNV

El PNV aupó a la alcaldía a José María Gorroño para evitar que la coalición abertzale radical gobernarse el municipio. El primer edil se comprometió a dimitir transcurrido un mes, pero todavía no lo ha hecho

Foto: El ministro Bolaños saluda a Gorroño en los actos de conmemoración del 86 aniversario del bombardeo de Gernika. (EFE/Miguel Toña)
El ministro Bolaños saluda a Gorroño en los actos de conmemoración del 86 aniversario del bombardeo de Gernika. (EFE/Miguel Toña)

En la histórica villa de Gernika (16.847 habitantes), allí donde se hunden las raíces de los fueros vascos y el viejo roble, no hay todavía gobierno local, no hay concejales designados y el alcalde, José María Gorroño, no cobra. Han pasado cinco meses desde las elecciones, y el ayuntamiento está paralizado fruto de la carambola que en el último minuto suscribieron la plataforma independiente del primer edil y el PNV para evitar que EH Bildu, la fuerza más votada el 28-M, se hiciese con la alcaldía. Fue un pacto verbal que incluía el compromiso de Gorroño de dimitir en un plazo de un mes para ceder el bastón de mando a su hermano (así lo exigieron los nacionalistas, enfrentados con el primer edil tras dos legislaturas gobernando en coalición), pero el alcalde sigue en el sillón y encara su quinto mandato sin ningún apoyo, más allá del de su grupo e insuficiente.

"Lo dábamos por amortizado. Nosotros teníamos un concejal más y fuimos a la investidura a ciegas", explican fuentes de EH Bildu en el municipio. Aunque la posibilidad de un nuevo pacto entre Gorroño y el PNV estaba ahí, en la coalición abertzale creían imposible un acuerdo después de que el histórico alcalde y los nacionalistas decidiesen ir cada uno por su lado las pasadas elecciones. En la última legislatura, las desavenencias entre las dos partes estallaron y tras una campaña bronca, "no pensamos ni por asomo que iban a pactar otra vez con Gorroño". Pero así fue. Bildu, que en 2011 se hizo con el Ayuntamiento con Gorroño como cabeza de lista, se quedó sin la alcaldía y el PNV retuvo un municipio tras unas elecciones en las que se dejó más de 80.000 votos y perdió importantes consistorios frente a la coalición abertzale. Gernika no es una localidad cualquiera, es el corazón de Bizkaia, el gran feudo de los jeltzales.

En ese pacto está el origen de la situación de parálisis en la que vive la localidad. El alcalde no ha iniciado todavía los trámites para el nombramiento de los concejales y la sensación en el municipio es de estupor. El último pleno, celebrado este jueves, fue el escenario de un duro cruce de reproches, pero ninguna novedad en la localidad. Gorroño y el PNV, cada uno por su lado, han dado por roto el acuerdo, pero más allá de las críticas cruzadas no hay visos de que el municipio salga de la situación de bloqueo en la que está inmerso. El PNV y Guztiontzako Herria (Un pueblo para todos), la plataforma independiente del alcalde, han declinado contestar las preguntas de El Confidencial.

"La situación es límite", critican desde EH Bildu. La coalición se ha ofrecido a "mediar" entre las dos partes y cerrar un pacto a tres ―el pasado 28-M, la izquierda radical fue la primera fuerza con 2.844 votos y seis concejales, Guztiontzako Herria, segunda con 2.628 votos y otros seis ediles, y el PNV, tercera con 2.500 papeletas y cinco representantes―, pero no ha obtenido respuesta. En la formación reconocen que en este tiempo han recibido muchas ofertas de uno y otro lado, pero se niegan a desvelar el contenido. "Hemos tenido muchas cosas encima de la mesa, pero no queremos participar en mandar a uno de los dos partidos a la esquina", defienden.

El papel del PNV

El PNV rompió el acuerdo con Gorroño el pasado 11 de octubre tras constatar que el alcalde no estaba dispuesto a ceder el bastón de mando. La formación acusó en un comunicado a Guztiontzako Herria de mentir y de incumplir el pacto suscrito. El acuerdo pasaba por reeditar un tercer Gobierno de coalición, pero liderado por otra persona. El nombre que se había barajado era el de Iñaki Gorroño, hermano del primer edil y número tres en la lista de la plataforma independiente que concurrió a las elecciones.

placeholder José María Gorroño, en el centro, en la conmemoración del bombardeo de Gernika en 2014. (EFE/Luis Tejido)
José María Gorroño, en el centro, en la conmemoración del bombardeo de Gernika en 2014. (EFE/Luis Tejido)

Por su parte, el equipo del alcalde justificó que no abandonase el cargo en el hecho de que los nacionalistas no habían garantizado que apoyarían a su hermano. Los gorroñistas deslizaron que el PNV lo que quería era un tercer nombre al frente del Consistorio. Y ahí saltaron los puentes. "José María Gorroño es un alcalde legalmente elegido, pero que no cuenta con el respaldo ciudadano suficiente. Logró los votos necesarios gracias a un pacto que ha incumplido simplemente por aferrarse al cargo. Para un vasco o una vasca, la palabra dada es tan importante como cualquier acuerdo escrito y, a día de hoy, la de Gorroño no vale nada", censuró el PNV, que desmintió las acusaciones del equipo del primer edil.

El alcalde del pueblo

La trayectoria de Gorroño es un tanto peculiar. Es uno de esos alcaldes a los que acompaña el sobrenombre de "histórico". Gobierna Gernika desde 2007. Entonces se presentó por EA, escisión del PNV. Ganó aquellas elecciones y gobernó en coalición con Acción Nacionalista Vasca, que fue ilegalizada por el Tribunal Supremo como marca heredera de Batasuna. EA fue una de las fuerzas que se integraron en Bildu y de ahí que Gorroño fuese el cabeza de lista de la coalición en 2011. Consiguió su primera mayoría absoluta, pero cuatro años después, cuando el partido optó por presentar a un candidato más joven, el edil saltó del barco.

En 2015, Gorroño alumbró Eusko Abertzaleak y firmó su primer acuerdo con el PNV, con el que gobernó los siguientes cuatro años. El pacto se replicó en 2019 y obtuvo 10 concejales, uno por encima de los nueve que marcan la mayoría en el pleno, pero la legislatura terminó en divorcio. Sin embargo, eso no impidió que el PNV volviese a auparle a la alcaldía este pasado junio tras un 28-M amargo para los nacionalistas por la caída en votos y el empuje de Bildu.

"Es muy personalista. Es de esos que siempre está con el discurso del alcalde del pueblo, de primero el pueblo", ilustran fuentes de Bildu. Lo cierto es que la popularidad de Gorroño, aunque todavía pujante, ha caído si se atiende a los resultados obtenidos en las sucesivas elecciones. De los 5.901 votos que sacó en 2011, en su primera mayoría absoluta con la coalición abertzale, a los 2.628 de este 2023, pero de momento sus rivales lo que no han podido es arrebatarle la alcaldía.

En la histórica villa de Gernika (16.847 habitantes), allí donde se hunden las raíces de los fueros vascos y el viejo roble, no hay todavía gobierno local, no hay concejales designados y el alcalde, José María Gorroño, no cobra. Han pasado cinco meses desde las elecciones, y el ayuntamiento está paralizado fruto de la carambola que en el último minuto suscribieron la plataforma independiente del primer edil y el PNV para evitar que EH Bildu, la fuerza más votada el 28-M, se hiciese con la alcaldía. Fue un pacto verbal que incluía el compromiso de Gorroño de dimitir en un plazo de un mes para ceder el bastón de mando a su hermano (así lo exigieron los nacionalistas, enfrentados con el primer edil tras dos legislaturas gobernando en coalición), pero el alcalde sigue en el sillón y encara su quinto mandato sin ningún apoyo, más allá del de su grupo e insuficiente.

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