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La montaña rusa de la subida de la luz y el gas a través de las lavanderías de Madrid
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"Es una carrera de obstáculos"

La montaña rusa de la subida de la luz y el gas a través de las lavanderías de Madrid

Los clientes vuelven a frecuentar unos negocios muy golpeados por la pandemia. Y si algunos lo hacen por el coste de lavar en casa, la carestía de la electricidad también golpea a los establecimientos

Foto: Vista de una lavandería. (EFE/Ángel Medina G.)
Vista de una lavandería. (EFE/Ángel Medina G.)

Mi Preciosa Lavandería lleva 8 años en Chamberí y en los últimos tiempos se ha tenido que enfrentar a dos grandes crisis: la pandemia, que les hundió, y la subida de precios del gas cuando comenzaban a remontar. La dueña, Mariluz Rampérez, reconoce que les ha afectado “de lleno”: “El aumento del gas se ha notado casi en un 400%”. Y si hay vecinos que han empezado a frecuentar estos establecimientos para ahorrarse el coste de lavar la ropa en casa, la escalada de precios también ha puesto contra las cuerdas a estos negocios.

”Nosotros usamos también electricidad, que ha doblado su precio”, lamenta. De hecho, en febrero se disparó un 80% respecto al mismo mes del año anterior, el mayor aumento anual desde 1981. Desde junio del año pasado esta empresaria ha visto cómo sus facturas han aumentado y ellos aguantaban. No obstante, la próxima semana tendrán que dar el paso de elevar las tarifas. “Nos obligan porque todo ha subido: los detergentes, desinfectantes, el teléfono, todo”, sentencia.

Foto: El puerto de Bilbao registra una escasa actividad por el paro del transporte. (EFE/Miguel Toña)

Rampérez ha buscado compañías más baratas “hasta debajo de las piedras”. En diciembre cambiaron la electricidad y en enero el gas. “Antes a lo mejor no llegábamos a los 200 euros en las facturas y ahora invertimos unos 700”, concreta. En esa larga búsqueda se han decantado por una gran firma. “Al final, ante todos los cierres de distribuidoras, tienes que trabajar con las grandes, que son las que no te van a dejar en el camino. Tendrán sus cosas buenas y malas, pero hay que valorarlo todo”, sostiene la empresaria.

Dentro de su local espera una señora que ha venido de viaje desde Valencia. Junto a ella está Miquel Bixquert, quien abre uno de los aparatos y dobla su ropa. Ha elegido este sobre otros porque puede pagar con tarjeta. “Y eso que tengo uno más cerca de donde vivo”, cuenta. “En mi casa no tengo lavadora, no cabe porque es un piso pequeño. Estoy obligado a pagar esto”, explica.

placeholder Una lavandería de Madrid. (EFE/Fran del Olmo)
Una lavandería de Madrid. (EFE/Fran del Olmo)

Este joven de 30 años también ha notado la subida de precios, hasta tal punto que ha cambiado de compañía: “Yo vivo en un piso de 15 metros cuadrados que tiene tres bombillas, un termo pequeñito, poco más, y he pagado 200 euros de luz. Y de normal pago 30 o 40”, asegura.

Durante los confinamientos de la pandemia, Bixquert “lavaba como podía”: “En la bañera, básicamente”. Y la dueña de Mi Preciosa Lavandería sufrió esos estragos: “Hubo una bajada de ingresos espectacular. La gente no se movía”. Ahora el negocio ha recuperado su clientela, pero duda de si la mejora es a largo plazo o si solo es fruto del encarecimiento de la luz. Cree que parte de quienes visitan su local lo hacen porque les es incluso más caro poner una lavadora en su casa. “También por el coste de tiempo que supone”.

Encontrar la mejor compañía

En la Lavandería Autoservicio Vicálvaro, el dueño ha tenido que subir los precios en febrero. “Si no, no cubrimos los costes. Además, influye la competencia. No puedes subir más que el de al lado; tiene que ser lo mínimo”, apuntala Ignacio Morales, quien asegura que paga casi el doble que el año pasado en facturas.

“Llevamos 12 años y estamos casi peor que cuando estaba el coronavirus en auge. Influye todo, no solo la subida de la luz, también de la alimentación. La gente tiene miedo”, reflexiona. Tiene a sus clientes identificados como dos tipos: los que no tienen lavadora y los que no pueden limpiar las prendas grandes en su casa.

Jorge Ortega, de La Wash, añade otro perfil: los que van a un Airbnb, los turistas. “Yo estoy a un 10% de mis cifras prepandemia”, cuenta. También está ubicado en Chamberí. “Me faltan también los trabajadores que iban presencialmente a sus puestos y ahora se quedan en casa”.

Foto: La ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera. (EFE/Emilio Naranjo)

El empresario no nota apenas cambios. “En casa lo he sentido más que en el negocio”, resume. “Hay algunos establecimientos que funcionan con gas y otros de electricidad, el mío es del primer tipo y no me ha afectado tanto”. Él tenía un contrato cerrado, por lo que no se tiene que preocupar hasta final de año. “Estoy con Iberdrola porque me dieron un buen precio y un descuento en Carrefour de cuarenta y pico euros para canjear, aunque por lo que he visto Endesa tiene mejores condiciones”, puntualiza.

Ese recorrido lo siguieron los dueños de la Lavandería Autoservicio VERDE, que lleva abierta 5 años. “Tuvimos un aumento del 35% desde final de verano y un gestor energético nos animó a cambiar de compañía”, cuentan por teléfono. Todavía es pronto para ver los resultados. “Tenemos algunos costes fijos y el precio de kilovatio consumido es el que baja”. En este negocio ya han visto un aumento de los clientes, “aunque no es muy considerable”.

“Nosotros no hemos cerrado en los meses más duros de la crisis sanitaria”, recuerda Ramperéz, de Mi Preciosa Lavandería. “Cuando parece que todo se mueve, llega otra cosa. La vida es una carrera de obstáculos”.

Mi Preciosa Lavandería lleva 8 años en Chamberí y en los últimos tiempos se ha tenido que enfrentar a dos grandes crisis: la pandemia, que les hundió, y la subida de precios del gas cuando comenzaban a remontar. La dueña, Mariluz Rampérez, reconoce que les ha afectado “de lleno”: “El aumento del gas se ha notado casi en un 400%”. Y si hay vecinos que han empezado a frecuentar estos establecimientos para ahorrarse el coste de lavar la ropa en casa, la escalada de precios también ha puesto contra las cuerdas a estos negocios.

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