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La explosión del arte en Carabanchel: "Ni somos el Soho ni Manhattan"
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La explosión del arte en Carabanchel: "Ni somos el Soho ni Manhattan"

Artistas, galeristas y gestores temen que un distrito que se ha llenado de cultura los últimos seis años acabe ocupado por inversores que rompan con el ecosistema que han creado

Foto: Mural de Salvador Dalí a base de latas recicladas. (PhotoAlquimia)
Mural de Salvador Dalí a base de latas recicladas. (PhotoAlquimia)
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En una fachada de Carabanchel hay un enorme mural que reproduce la intensa mirada de Salvador Dalí. Está formado por las latas que han reciclado los vecinos, bajo las directrices de los artistas del estudio photoAlquimia. Reluce aquello que ocurre dentro de muchos de esos espacios, tan poco estéticos por fuera y cargados de creatividad en su interior: la explosión artística del barrio.

Pilar Balsalobre y Carlos Jiménez son los creadores de la obra e idean sus proyectos en su taller de la avenida de Pedro Díez. Desde que llegaron supieron el impacto que tendría el poder crear una comunidad, el producir un pensamiento colectivo. En su caso, apostaron por las herramientas de divulgación medioambiental. “Pensamos en fotografías o diseños de producto y los trabajamos con artesanos, medios naturales y con un mensaje de sostenibilidad”, resalta la madrileña de 54 años mientras coloca una pieza de ‘Natura Imitatis’. Es una organizadora de cocina con forma de ajo, y cada diente está ideado para que contenga aderezos, especias y condimentos.

placeholder Pilar y Carlos en su estudio. (C.V.)
Pilar y Carlos en su estudio. (C.V.)

“Llegamos más o menos en 2007. Entonces había más salas de ensayo y muchos músicos”, cuentan. Hace unos seis años empezaron a notar que el barrio se popularizaba entre otros de su gremio, y por ende, para los inversores. “Uno de ellos ha comprado tres edificios enteros. Nosotros no somos ni el Soho ni Manhattan”, explica Jiménez (Madrid, 53 años). Su compañera lo secunda: “El que se crea que este es el barrio chic de moda es porque no lo ha visto”.

Pedro Gallego de Lerma, fundador de La Gran, se trasladó desde Valladolid en 2019 y está buscando otro espacio más grande dentro de Carabanchel: “Si no me decanto inmediatamente por uno, en 48 horas vienen los promotores con un fajo de billetes y se lo quedan”. A él le sedujo ver el ambiente que encontró en Art Banchel, una iniciativa de estudios del distrito; y el precio, que era mucho más bajo que en el centro. “Me gusta trabajar cerca de otros artistas que tengan aquí sus estudios”.

La galería de arte contemporáneo cuenta con 15 artistas de los cuales 11 son mujeres

Ubicado en la primera planta de un edificio, la galería de arte contemporáneo cuenta con 15 artistas de los cuales 11 son mujeres. “Tenemos a Marina Núñez y Enrique Marty, que tienen presencia internacional y han hecho individuales en el Museo Reina Sofía”, explica el madrileño, de 57 años. “Eso nos permite posicionarnos mejor como galería joven, ya que el resto tienen entre 30 y 45 años”.

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Cada vez que entra alguien interesado, una de sus compañeras le acompaña y se esmera en explicarle lo que ven. “Hacemos un trabajo didáctico. Queremos que la gente sienta la cercanía de la obra, como si estuviera en su casa”. Por ese motivo, la sala es un todo sin puertas, donde la oficina está nada más entrar y se une a una cocina. “Queremos mostrar la calidez de un hogar y eso implica que a veces haya un enchufe feo”, describe Gallego.

El galerista, que es también arquitecto, ve que poco se puede hacer ante el avance de compradores. “Ya se está poniendo de moda porque está bien comunicado y tiene muy buenas condiciones. Esto está muy estudiado, ha pasado muchas veces”, define. Aun así, asegura que ellos no están provocando la gentrificación; que lo hacen los que se pueden permitir comprar solares enteros.

El Polígono ISO: donde el trabajo se hace arte

Las sinergias artísticas del barrio se concentran en torno a una nave que ocupa unos 12.000 metros cuadrados: el Polígono Iso. Fundado en los años 50, era una zona en la que se creaba el isocarro, un vehículo de tres ruedas, y también contenía imprentas. María Tolmos, gestora cultural, cuenta que aquello se desinfló por la crisis, el traslado a la periferia y la inserción de lo digital. “La mayoría de actividades eran de artes gráficas. Se fueron abandonando estos espacios y se reocuparon por artistas”.

En 2013, creadores que habían compartido residencia en la Real Academia de España en Roma, fundaron de una manera muy natural la Nave Oporto. Tolmo, la coordinadora, explica que allí se desarrollan Miki Leal, Irma Álvarez-Laviada —a quien le acaban de dar un premio en ARCO— y Sonia Navarro, entre otros. En total, coinciden más de 20 artistas. “El 80% lleva sus proyectos a ARCO”, incide.

placeholder María en la nave Oporto. (C.V.)
María en la nave Oporto. (C.V.)

Para la madrileña de 41 años se trata de una rehabilitación que ha nutrido a todos. La nave es una sala enorme, llena de pinturas, esculturas y esbozos. “Para que alguien nuevo entre tiene que haber una visión de comunidad, queremos que siga funcionando”, destaca. Por ello, hace contratos con una prueba de 6 meses; quieren proyectos a largo plazo.

Por fuera es feo, pero abres la puerta y entras en un nuevo mundo”, bromea sobre el edificio. Esa conexión entre compañeros desembocó en su proyecto Art Banchel, donde participan más de 150 artistas; también en propuestas con el Ayuntamiento y otras instituciones.

Su objetivo es férreo: quieren preservar su esencia y la riqueza del punto de encuentro. En la segunda planta del local, el artista Carlos Aires montó Mala Fama hace 6 años. “Llegué a Madrid tras 14 años en Holanda y Bélgica. Yo soy de Ronda, fui a Granada a estudiar Bellas Artes y pensé que en la capital me iba a encontrar con lo más desarrollado. Me sorprendió ver que había muy pocos estudios colectivos”.

En Mala Fama cada uno tiene su cuarto propio y coinciden en las zonas comunes para comer

El elevado precio de los alquileres le horrorizó. “En Bélgica la gente gana tres veces más y los estudios son tres veces más baratos”, señala. Tuvo que alquilar un “hoyo sin luz natural” y cuatro años después se lanzó a reformar esa instalación. “Llegué aquí por una exposición de Benveniste, un taller de grabado”, explica sobre otro de los espacios míticos del barrio; hay más como la recién estrenada galería Veta o la de Sabrina Amrani.

placeholder Pedro en su galería. (C.V)
Pedro en su galería. (C.V)

Lo que diferencia Mala Fama es que cada persona tiene su cuarto propio y coinciden en las zonas comunes para comer. “Hay que terminar con la idea romántica de que ser artista no es un trabajo. Lo es, uno con el que te acuestas y te levantas. No hay que dramatizar ni romantizarlo”, critica en su sala, rodeado de sus obras. Unas son billetes de enormes dimensiones que, al acercarse, muestran la letra de una canción. “Este es de México y elegí ‘La llorona’, de Chavela Vargas”.

Otra de sus apuestas es retomar la propia identidad. “Ser moderno no es rechazar el folclore. Hay un material muy bello. Todo el mundo puede leer a Federico García Lorca pero nosotros podemos sentir como nuestra la historia de ‘La casa de Bernarda Alba”, resume el andaluz de 47 años.

Ese amor por la tradición lo traslada a una vajilla del puro estilo de La Cartuja que no es lo que parece. “Si te fijas en los bordes hay intestinos, trompas de Falopio y también retrató armas. Esta pieza se llama ‘Telediario”, menciona sobre una inspiración que no deja de sorprenderle: el comer en casa con las noticias puestas. “Está todo el mundo reunido y te metes un cucharón de sopa en la boca mientras ves la guerra de Irak”.

Una casa de acogida

María Tolmo cuenta que hay dos casas fundamentales en el barrio: el EKO, ​​un espacio abierto, multidisciplinar, autogestionado; y Casabanchel, que cubre lo contemporáneo. “Era una antigua fábrica y tiene una programación cultural que va desde la presentación de fanzines hasta el Madrid Design Festival”.

La luz inunda ese hogar, pensado por Marco Zednnik, un croata de 44 años que llegó a España hace 27. Licenciado en Historia del Arte, pero dedicado al análisis de datos, se unió a un grupo de amigos en 2016 para reformar el interior. “Queríamos poder reunirnos y no teníamos ni idea de arte, fue el territorio lo que definió Casabanchel”.

placeholder Creación de Pilar y Carlos. (C.V.)
Creación de Pilar y Carlos. (C.V.)

En la primera planta están las habitaciones, formadas por una cama y un pequeño armario. “Son para dormir, la vida se hace fuera”. También hay una mesa amplia de trabajo y unas atochas a modo de jardín íntimo.

Los inquilinos están en movimiento, actualmente habitan el espacio tres personas, pero en diciembre se fueron los que concluyeron una residencia artística. “Fue gracias al apoyo del Ayuntamiento, estuvieron seis personas unas tres semanas. Nos gustaría volver a repetirlo y estamos buscando maneras de financiarles para que puedan trabajar de manera remunerada”.

En unos años descubrirán si son “víctimas de su propio éxito”

Albergan una variada programación cultural, sin perder su hilo: “No somos La Casa Encendida. Después de cuatro años tenemos un criterio propio”. Y en unos años descubrirán si son “víctimas de su propio éxito”. “Es importante proteger estos lugares. Son un patrimonio: lo que ocurre aquí es único”.

En una fachada de Carabanchel hay un enorme mural que reproduce la intensa mirada de Salvador Dalí. Está formado por las latas que han reciclado los vecinos, bajo las directrices de los artistas del estudio photoAlquimia. Reluce aquello que ocurre dentro de muchos de esos espacios, tan poco estéticos por fuera y cargados de creatividad en su interior: la explosión artística del barrio.

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