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La regresión de las playas llega ya 30 km al sur de Valencia por el 'efecto sombra' del puerto
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ALERTA DE LOS EXPERTOS

La regresión de las playas llega ya 30 km al sur de Valencia por el 'efecto sombra' del puerto

El comité científico del parque natural de la Albufera advierte del impacto hasta en la playa del Dossel en Cullera y reclama una intervención para frenar la erosión y los riesgos sobre la laguna

Foto: El agua roza la duna de protección en la playa del Dosel de Cullera, a 30 kilómetros de Valencia. (Cedida)
El agua roza la duna de protección en la playa del Dosel de Cullera, a 30 kilómetros de Valencia. (Cedida)

Miles de flamencos han pintado de rosa el tramo del final del invierno en el parque natural de la Albufera de Valencia. Las fotos de las aves han circulado por los medios de comunicación y los aficionados a la ornitología. Desde hace años se dejan ver, pero estos meses de febrero y marzo han sido singulares por su número (se calcula que unos 12.000 ejemplares) y por haber anidado en los arrozales inundados. Los especialistas, sin embargo, han encendido una luz roja: la masiva afluencia de las aves puede estar relacionada con una mayor salinidad en algunos tramos de este humedal de agua dulce, situado apenas a 10 minutos en coche de la ciudad de Valencia y separado del mar por una restinga, una lengua de tierra y arena, que ha ido perdiendo grosor en las últimas décadas en paralelo al crecimiento del puerto de Valencia.

El último informe sobre la regresión de la costa sur de la capital valenciana y la erosión de sus playas es reciente. Está fechado el pasado 23 de febrero y firmado por la comisión científica de la junta rectora del parque de la Albufera. Las conclusiones (pinche para leerlo) son preocupantes. La desaparición de la arena y la pérdida de grosor de la costa, con el consiguiente riesgo sobre el conjunto del lago y el entorno natural de la Albufera, ya no son exclusivas de las playas más cercanas al puerto, como El Saler y la Garrofera, sino que están afectando a los arenales más al sur, que hasta ahora estaban protegidos por el promontorio del cabo de Cullera. Playas como la del Dossel, a 30 kilómetros de distancia de Valencia, ya sufren la regresión, un hecho fácilmente contrastable con un mero paseo por esa zona del litoral. En algunos tramos, las olas del mar arañan las dunas que sirven de barrera de separación con las marjales, las zonas cultivadas y, también, habitadas.

Foto: Franja costera de Valencia afectada por la regresión

"La tendencia negativa en el extremo meridional [playa del Dossel] ha sido resaltada como uno de los hechos más sorprendentes al afectar a un tramo históricamente acumulativo sustentado en la actuación del promontorio rocoso del cabo de Cullera como trampa sedimentaria natural", señala el informe del comité científico, firmado por los catedráticos de la Universidad Politécnica de Valencia Josep E. Pardo y José Serra; los profesores Eulàlia Sanjaume, Francesc La Roca y Ernest García, de la Universitat de València, y el doctor Pablo Vera, todos ellos ingenieros, geógrafos, expertos en costas y biodiversidad o economistas.

Tres son las razones que explican un fenómeno que tiene en alerta a estas poblaciones costeras meridionales de Valencia. La desaparición de los aportes históricos de sedimentos del río Turia, por la sucesiva construcción de embalses y pantanos. Las ampliaciones del puerto de Valencia, cuyos diques, especialmente los de la segunda ampliación (1992-93), han bloqueado el transporte sedimentario de norte a sur derivado de las corrientes de esta zona del Mediterráneo. Y, por último, el aumento de los temporales de olas de más de cuatro metros. "Los efectos erosivos en las playas —exacerbados por los sucesivos temporales de gran magnitud— han proseguido su migración hacia el sur y, después del temporal Gloria (enero de 2020) habían llegado a afectar gravemente toda la restinga, mostrándose exagerados en playas potencialmente acumulativas, como es la playa del Dossel, al norte del cabo de Cullera", alertan.

placeholder Al norte, el puerto de Valencia, al sur, la línea de costa que separa el mar del parque de la Albufera.
Al norte, el puerto de Valencia, al sur, la línea de costa que separa el mar del parque de la Albufera.

"De todo lo expuesto, se deduce que la sostenibilidad de estas playas puede estar comprometida a medio plazo, con las importantes consecuencias negativas que esto puede causar desde una perspectiva tanto ecológica como también social y económica. Las causas fundamentales de este riesgo son de origen antrópico y se relacionan directamente con el menor suministro de sedimentos y su inmovilización", afirman los expertos. Y advierten: "La inacción es una alternativa que conducirá al retroceso de las playas o a su desaparición".

Los vecinos y alcaldes de la zona piden arrecifes artificiales frente a la costa para frenar el oleaje

El mismo estudio señala la ausencia de soluciones estables que hasta ahora han ofrecido tanto el Departamento de Costas como el propio puerto de Valencia, que tiene pendiente terminar de ejecutar su ampliación norte. El enclave valenciano aspira a ser líder del Mediterráneo occidental, pero cada vez son más las voces que advierten sobre sus impactos. Asociaciones vecinales y formaciones políticas como Compromís y Unidas Podemos se oponen frontalmente a la ampliación, si bien los diques que distorsionan la corriente norte-sur están ejecutados desde hace años y su impacto se considera por los expertos inferior al de la segunda ampliación.

placeholder La playa del Dossel (Cullera), con el agua que llega hasta los lavapiés, justo antes de la duna.
La playa del Dossel (Cullera), con el agua que llega hasta los lavapiés, justo antes de la duna.

Costas prevé iniciar en breve un proyecto de regeneración para recuperar 70 metros de ancho de las playas de la Garrofera y El Saler mediante aportes de arena extraída frente a la costa. El presupuesto es de casi 30 millones de euros, que financiará parcialmente la Autoridad Portuaria de Valencia. La iniciativa, sin embargo, no contempla una intervención a largo plazo en las playas más hacia el sur. Vecinos de la zona temen incluso mayores impactos por la prolongación de un espigón a la altura de la llamada Gola de Pujol, que servirá para contener la arena en la Garrofera y El Saler, pero podría frenar la continuidad sedimentaria de los aportes hacia la costa más meridional.

Los expertos advierten de graves impactos en la restinga que separa el mar de la Albufera

"Lo que tienen que hacer es poner arrecifes artificiales para romper la fuerza del mar y que no se lleve la arena que reponen", afirma Jordi Sanjaime, alcalde pedáneo de Mareny de Barraquetes, una entidad menor del municipio de Sueca, a medio camino entre Cullera y El Saler. El pequeño Ayuntamiento de Mareny, de cuya fachada cuelgan pancartas reclamando la recuperación y protección de las playas, no dudó en participar hace algunas semanas en una manifestación convocada por la plataforma Somos Mediterránea frente al Ministerio de Transición Ecológica para reclamar a Costas medidas de regeneración.

Esta organización reúne a afectados de diversos municipios costeros que, por motivos diversos, han visto cómo sus playas están perdiendo anchura. Hay casos atribuibles al cambio climático y al efecto de los temporales. Pero otros están muy vinculados a los efectos de la acción humana a través de la urbanización de la costa. La consecuencia es, en algunos casos, la pérdida de la propiedad sobre viviendas. Los deslindes periódicos que tramita el ministerio y la Ley de Costas modifican el dominio marítimo terrestre, con expropiaciones forzosas de las edificaciones que quedan dentro.

Foto: Oleaje contra edificios en Xàbia (Jávea) por el temporal Gloria tras 'devorar' la playa. (EFE)

"Pago mi cuota [del PSPV-PSOE] y lo que no gusta también lo digo. Lo digo en muchas reuniones. Esto no va bien. Hay que cambiar y ser capaces de ver la realidad que tenemos", dice Sanjaime sobre la regresión de unas playas de la que hace responsables tanto al puerto de Valencia, cuyo presidente, Aurelio Martínez, fue nombrado por la Generalitat que encabeza el socialista Ximo Puig, como a la inacción de Costas.

"Yo no sé si es cuestión del puerto o de Costas. Pero Costas debería decirle algo al puerto. Hay que hacer planes para regenerar la costa. Estamos hablando con gente especializada y nos dice que hemos llegado a un punto de no retorno, que la arena ya no vuelve. La solución de los arrecifes está avalada por expertos", insiste para reclamar la combinación de aportes de arena y barreras artificiales submarinas desde el puerto hasta el faro de Cullera para ralentizar el impacto del oleaje. "Si repones solo arena, con el primer temporal se va. Es lo que pasó en Palmeres [al sur de El Perelló]. En septiembre la pusieron y en octubre desapareció".

Sanjaime no solamente apela a la conciencia medioambiental, en clara colisión con los intereses económicos del influyente universo portuario. También alerta de que están en riesgo las economías locales, muy vinculadas al turismo y las segundas residencias. "La economía de estos pueblos depende de estas playas", afirma. "Si esto sigue así, todo se devaluará y la gente se irá", asesta. El fantasma de un nuevo Mar Menor ha aparecido en Valencia.

Miles de flamencos han pintado de rosa el tramo del final del invierno en el parque natural de la Albufera de Valencia. Las fotos de las aves han circulado por los medios de comunicación y los aficionados a la ornitología. Desde hace años se dejan ver, pero estos meses de febrero y marzo han sido singulares por su número (se calcula que unos 12.000 ejemplares) y por haber anidado en los arrozales inundados. Los especialistas, sin embargo, han encendido una luz roja: la masiva afluencia de las aves puede estar relacionada con una mayor salinidad en algunos tramos de este humedal de agua dulce, situado apenas a 10 minutos en coche de la ciudad de Valencia y separado del mar por una restinga, una lengua de tierra y arena, que ha ido perdiendo grosor en las últimas décadas en paralelo al crecimiento del puerto de Valencia.

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