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Viaje al paisaje desolado del incendio de Bejís: ¿qué hacer con las 20.000 hectáreas arrasadas?
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DE PARAÍSO NATURAL A LA CENIZA

Viaje al paisaje desolado del incendio de Bejís: ¿qué hacer con las 20.000 hectáreas arrasadas?

Las familias intentan cerrar el verano con cierta normalidad tras regresar a sus casas en Bejís o Teresa. Pero muchas cosas no serán igual. Los expertos aconsejan recuperar parcelas agrícolas y no tocar el bosque tras el incendio

Foto: Un cartel de reacondicionamiento rural de la Generalitat calcinado por el fuego. (V. R.)
Un cartel de reacondicionamiento rural de la Generalitat calcinado por el fuego. (V. R.)

Un grupo de personas, adultos y niños, almuerza al borde del cauce del Palancia a las afueras de Bejís. Un tramo del río ha conservado la vegetación, mientras la ceniza, el humo y el polvo cubren los bancales arrasados por las llamas a pocos metros. La imagen sorprende por su contraste. Tras la estabilización del fuego, los pobladores, muchos de ellos estivales, de los municipios del Alto Palancia afectados por el incendio han podido regresar a sus casas y tratan de recuperar la rutina habitual apurando el final del descanso veraniego. Igualmente, en Teresa, las familias disfrutan del agua en el área recreativa del Montán, cuyo cauce y ladera de la montaña han quedado a salvo de la devastación.

Las dos poblaciones tuvieron que ser evacuadas. En Bejís, son visibles algunas viviendas quemadas. En Teresa, la ladera contraria, la que queda de espaldas a las casas construidas con vistas al río, se incendió peligrosamente y a punto estuvo de adentrarse en el casco urbano. "Tuvimos que salir rápidamente, casi con lo puesto, cuando nos evacuaron. Los coches hacían cola en la carretera. Hemos regresado este fin de semana a terminar el mes de agosto", comenta una de las vecinas, residente en Valencia durante el resto del año.

placeholder Una explotación porcina en Teresa de Bejís, abandonada antes del incendio y calcinada por las llamas. (V. R.)
Una explotación porcina en Teresa de Bejís, abandonada antes del incendio y calcinada por las llamas. (V. R.)

Pero esas imágenes bucólicas de recuperación de la normalidad son engañosas. Nada será igual durante mucho tiempo en una comarca conocida por su riqueza natural, que ha visto arder más de 20.000 hectáreas y que ahora arroja un paisaje desolador, marcado por los pinares calcinados, antes verdes y frondosos. El fuego ha bajado en algunos tramos casi al fondo de los barrancos más húmedos, arrasando con lo que encontraba a su paso. No ha habido rehenes. Bosques, bancales agrícolas, granjas… Mucho terreno ha ardido. Es posible ver viejos coches quemados, señales de carreteras indescifrables por el fuego, animales muertos.

"Hemos perdido tractores y aperos. Tenemos una granja con 2.000 cerdos y de milagro no se quemaron. El fuego arrasó todo lo de alrededor. Estamos subiendo el agua con camiones cuba porque las llamas quemaron las conducciones. Estamos muy afectados y no sabemos qué vamos a hacer", comenta Ángeles, vecina de Teresa, que duda sobre si los seguros cubrirán los daños, al tratarse de una catástrofe natural.

Foto: Edificaciones destrozadas por la llamas en Bejís. Opinión
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La compensación de la pérdida de bienes como pueden ser viviendas o explotaciones agrícolas o ganaderas será el primer objetivo del paquete de ayudas públicas que ya preparan las administraciones. El Consejo de Ministros declarará este martes zona catastrófica los territorios más afectados por los incendios en España, incluida toda el área de Bejís y el Alto Palancia de Castellón y también la Vall d'Ebo en Alicante. También el pleno del Consell de la Generalitat valenciana aprobará el próximo lunes un decreto de ayudas con cargo al fondo autonómico de contingencias. Será un primer auxilio cuya celeridad administrativa está por determinar y no suele ser rápida. Para el medio plazo, el Ejecutivo autonómico que preside el socialista Ximo Puig trabaja en un plan específico de recuperación de las comarcas afectadas, similar al que ya desplegó para la comarca alicantina de la Vega Baja para paliar los efectos de las inundaciones y que aún está en fase de ejecución.

Las zonas más castigadas por el fuego fueron las que más humedad recogieron en primavera

La pregunta que ahora se pone encima de la mesa es qué hacer con un territorio en el que se han quemado 20.000 hectáreas de parajes naturales y agrícolas y cuya economía, escasa como consecuencia de la despoblación, se basa en el turismo rural, el sector primario y los servicios, que requiere una población flotante que aparece en verano y los fines de semana a partir de la primavera y suele desaparecer en otoño e invierno.

En materia de gestión del territorio, Jorge Olcina, catedrático de Análisis Geográfico Regional en la Universidad de Alicante, señala que, en contra de la percepción de sequía a la que han apuntado algunas voces, las zonas más castigadas por las llamas, el Alto Palancia y el área interior y montañosa de la Marina Alta, fueron precisamente las que más humedad acumularon durante la pasada primavera por las fuertes tormentas y aguaceros que hubo en la Comunidad Valenciana, hasta 900 litros por metro cuadrado en algunos episodios. Esto ha contribuido a multiplicar los arbustos y herbáceas que se han secado con el elevado calor del verano. Pero a la vez esta humedad puede propiciar una regeneración más rápida de lo previsto de esas especies. "Pasarán un par de meses o tres en los que el paisaje va a ser bastante desolador. Pero irán surgiendo los primeros brotes de herbáceas y matorral. Y puede que en dos o tres años los primeros ejemplares de pequeño arbolado: enconas, pinares", vaticina Olcina.

Foto: mensajes-adif-incendio-bejis-via-tren

"Yo sería partidario de quitar la madera quemada que pudiera resultar peligrosa. Es obstáculo para la propina regeneración. Pero el resto, en mi opinión, dejarlo sin tocar y que la propia naturaleza se regenere. La vegetación mediterránea es muy activa y en poco tiempo veremos de nuevo esos montes cubiertos de verde. Aunque para poder recuperar un bosque como estos tendrán que pasar como mínimo 15 años", sostiene este especialista en climatología y riesgos naturales. Olcina cree que solo habría que repoblar zonas muy concretas y puntuales, con mucha pendiente. Lo peor que podría ocurrir, dice, es que se dieran episodios de fuertes lluvias este otoño (las famosas DANA) que arrastren el suelo desnudo agravando la erosión. "Esto no lo podemos saber ni determinar nosotros, pero estaría bien que en este otoño no hubiera situación de lluvias fuerte para evitar problemas de arrastre".

placeholder Bosque calcinado en Bejís. (EFE)
Bosque calcinado en Bejís. (EFE)

Es una visión compartida por Enrique Moltó, profesor del Departamento de Análisis Geográfico Regional de la Universidad de Alicante. Moltó pone mucho énfasis en la necesidad de recuperar actividad agrícola humana en unas áreas caracterizadas por pequeñas explotaciones que antes servían como cortafuegos y ahora, abandonadas en muchos casos y repletas de baja vegetación seca, han servido de aceleradores y conectores de las llamas entre unos bosques y otros. "Hay zonas de cultivos abandonados que se han convertido en polvorines. Cuando se abandonan por falta de rentabilidad económica u éxodo rural, son espacios que se convierten en zonas de ignición fácil porque desarrollan mejor las herbáceas", señala. Moltó apuesta, a la hora de tomar medidas, por intentar recuperar "esa parte del mosaico agroforestal y espacio de discontinuidad".

Moltó: "Hay zonas de cultivos abandonados que se han convertido en polvorines"

Este profesor advierte de que hay que tener cuidado con posicionamientos categóricos, como el de que los incendios se apagan en invierno y hay que tener los bosques impolutos y no "sucios". Es partidario de retirar madera cuando hay temporales y se quiebran árboles. Pero hay materia orgánica y sotobosque que cumple una función positiva. "Los incendios se apagan actuando todo el año y creando esos mosaicos. Incluso el hecho de que estemos reduciendo la intervención humana actúa de forma contraproducente, porque hay una vegetación desmedida", dice sobre el exceso de combustible en los campos en unas zonas caracterizadas por la combinación de masa forestal y pequeños bancales de olivos, almendros o cerezos. Estas parcelas, cuando están trabajadas, evitan la transmisión de llamas, algo visible en el área afectada de Bejís, por ejemplo. Eso sí, si el fuego está ya descontrolado y con focos gigantes, no se salvan ni los olivos, que contagian las llamas de uno al otro. Hay bancales devastados.

Por esta razón, este especialista cree que hay que 'desestigmatizar' la concesión de subvenciones a estas explotaciones pequeñas y semiprofesionales, muy típicas en las zonas del interior mediterráneo y poco o nada rentables económicamente, pero que cumplen una función ambiental. "A veces, desde las administraciones esto no es muy entendido. Pero no hay que despreciar esa forma de agricultura", advierte.

Un grupo de personas, adultos y niños, almuerza al borde del cauce del Palancia a las afueras de Bejís. Un tramo del río ha conservado la vegetación, mientras la ceniza, el humo y el polvo cubren los bancales arrasados por las llamas a pocos metros. La imagen sorprende por su contraste. Tras la estabilización del fuego, los pobladores, muchos de ellos estivales, de los municipios del Alto Palancia afectados por el incendio han podido regresar a sus casas y tratan de recuperar la rutina habitual apurando el final del descanso veraniego. Igualmente, en Teresa, las familias disfrutan del agua en el área recreativa del Montán, cuyo cauce y ladera de la montaña han quedado a salvo de la devastación.

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