Xavier Trias se topa con el plan de Puigdemont de volver a tomar las calles de Barcelona

Xavier Trias ha empezado con mal pie su candidatura a la alcaldía de Barcelona. Cuando Carles Puigdemont convocó la manifestación contra la cumbre hispano-francesa, el pasado día de Reyes, puso al aspirante de JxCAT el primer palo en las ruedas. Trias pretende vender una imagen de moderado y la mejor manera no es manifestarse contra una cumbre internacional en la capital catalana. Así que el ex regidor se encuentra atrapado entre el independentismo irredento de su partido, que ha apoyado la protesta, y su propia idea de lo que ha de ser Barcelona, según explican fuentes cercanas a la candidatura.

La posición de Trias se fue complicando con el paso de los días. Primero, los líderes de su partido se sumaron de manera entusiasta a la convocatoria de protesta hecha desde Waterloo. Fue el caso de la presidenta de la formación, Laura Borràs, y de su secretario general, Jordi Turull. Luego Òmnium y ANC se sumaron y lo convirtieron en una protesta unitaria de las entidades independentistas, incluyendo al Consell de la República de Carles Puigdemont. Por último, ERC optó por sumarse.

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Portavoces de la candidatura de Trias han confirmado que él no podrá acudir a la convocatoria del 19 de enero contra la cumbre que reunirá en Barcelona a Pedro Sánchez con el presidente francés, Emmanuel Macron. También advierten de que para esas fechas el candidato de JxCAT a la alcaldía tiene previsto un viaje.

A Xavier Trias no le interesa empezar su campaña manifestándose contra una cumbre de cooperación internacional hispano-francesa. Tampoco centrando el debate en el independentismo, algo que ya dijo que no haría y que era una de sus bazas para la victoria. Así que el mismo Puigdemont, que celebró que Trias se presentase, está siendo también la primera piedra en el camino de su candidatura.

Desde la campaña de JxCAT a la alcaldía de la capital catalana insisten en que había un viaje familiar de Trias programado desde hacía tiempo y que por eso el candidato esquivará la foto de la protesta del próximo 19 de enero. El propio Pere Aragonès tampoco acudirá a la manifestación unitaria del independentismo. Ni ninguno de sus consellers. El Ejecutivo catalán evitará la protesta porque el president prefiere participar en la cumbre, mientras su partido se manifiesta en la calle.

Reto para el independentismo

La protesta se plantea como un gran reto de movilización. En un jueves laborable, necesita convocar unas 100.000 personas para intentar llenar la avenida María Cristina, que será lo más cerca que podrán acercarse al Museo Nacional d’Art de Catalunya, donde se verán Macron y Pedro Sánchez. Y eso si se consigue mantener el clima unitario hasta que llegue el 19 de enero.

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El independentismo se puede haber metido él solo en una trampa. El reto es demostrar que el procés está vivo y no como han asegurado Pedro Sánchez y su ministro de Presidencia, Félix Bolaños, calificándolo de artefacto del pasado que ha quedado ampliamente superado por la política de desinflamación aplicada por el PSOE.

Críticas a la cumbre

El independentismo acusa a Pedro Sánchez de “politizar la cumbre”, de falsear la realidad y de “provocar” a los separatistas por atreverse a convocar a las dos naciones “invasoras” en la capital catalana. Los sectores más radicales, encabezados por Quim Torra y sus seguidores, están encantados de poder volver a agitar la calle, el terreno en el que se encuentran cómodos.

Este nuevo pulso se llevará por delante la alianza que se estaba trabajando entre el PSC y ERC. Las negociaciones para conseguir unos presupuestos de la Generalitat para 2023 con el apoyo del socialismo catalán han saltado literalmente por los aires, aunque el plan del Govern es alargar las negociaciones hasta el mismo día 19 de enero. Después, ya se verá. Desde el Palau de la Generalitat han repetido tantas veces que era clave tener cuentas que ahora se les hace muy cuesta arriba reconocer que tendrán que funcionar con presupuestos prorrogados.