Radicales secesionistas, ante la cumbre Sánchez-Macron: "Hemos de provocar disturbios"

Los grupos más radicales del independentismo catalán se han conjurado para que la cumbre que celebrarán Pedro Sánchez y Emmanuel Macron el próximo 19 de enero sea movida. El secesionismo, encabezado por la Asamblea Nacional Catalana (ANC), Òmnium Cultural y el Consell de la República, ha convocado una gran manifestación unitaria en la capital catalana para protestar contra la cumbre y para dejar sentado que el procés no se ha acabado y que el conflicto catalán sigue abierto, diga lo que diga el presidente del Gobierno. Esas tres organizaciones se reunieron este sábado para lanzar la convocatoria conjunta. Luego, se sumaron la Asociación de Municipios por la Independencia (AMI), la Intersindical CSC, la Intersindical Anternativa de Catalunya (IOAC) y el Ciemen, todas organizaciones radicales del espectro ultraindependentista.

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La convocatoria también está respaldada por todos los partidos políticos independentistas, incluida ERC, que vuelven a recuperar la unidad de acción de antes de la pandemia, pero además, la manifestación tiene su lado oscuro. Al menos hay dos organizaciones que quieren algo más que una concentración de protesta: hacerse notar y aprovechar el altavoz internacional de la cita para impulsar las proclamas del secesionismo con consignas como la siguiente: "Que sean más importantes los alborotos que el encuentro entre los dos presidentes". Añoran la Cataluña del otoño del 19, cuando Barcelona ardía por los cuatro costados y vivía violentos enfrentamientos atizados por la plataforma Tsunami Democràtic.

Ahora ya no existe esa plataforma, pero sí el grupo Desobediència Civil y el Collectiu Primer d’Octubre, que consideran que la cumbre es “un insulto al pueblo de Cataluña”. Este último colectivo está formado por militantes de ERC, del ala más extremista del partido. “Es preciso aprovechar esta cumbre para recordar el expolio de nuestro territorio y reivindicar la devolución de los territorios de la Cataluña Norte, denunciando el Tratado de los Pirineos por su ilegalidad, al haberse hecho sin la intervención de la Generalitat de Cataluña”, asegura oficialmente el Collectiu.

Esta reivindicación coincide con la lectura que se hace desde los círculos más cercanos a Carles Puigdemont. “Esta enésima versión del Tratado de los Pirineos que España y Francia preparan para firmar el 19 de enero debería de tener una respuesta catalana contundente en la calle. Basta de humillaciones”, sentencia Josep Lluís Alay, alto cargo del Govern como jefe de la Oficina del Expresidente Carles Puigdemont.

El pasado mes de diciembre, cuando Sánchez se vanaglorió de que había acabado con la confrontación en Cataluña y de que con la reforma del Código Penal había evitado que España se rompiese, Alay le respondió públicamente: “Pronto te la romperemos. No te preocupes”. Desde comienzos de enero, Alay y su grupo de incondicionales llevaban intentando caldear el ambiente con incendiarios mensajes en las redes.

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Para Desobediencia Civil, la cumbre “es un intento de humillación más de aquellos que nos niegan la existencia como nación”. Critica, además, que esos enemigos “se pretenden presentar como vencedores del conflicto político catalán. Nada más lejos de la realidad, pues con más de 4.500 represaliados y sin haber materializado el Estado independiente en forma de República no podemos dar por finalizado nada”. Ante ello, el grupo radical llama a “acudir en masa a la movilización”, pero advierte a las organizaciones convocantes “que nadie se vea con el derecho de imponer una vía de movilización; los catalanes somos gente madura que no necesitamos el patronazgo de ninguna entidad para salir airosos. Así pues, instamos a no coartar ninguna de las vías escogidas por los ciudadanos que decidan acudir libremente a la movilización”.

Las propuestas

En un mensaje a sus activistas, el grupo sólo da una consigna: comunica a las organizaciones que convocan la manifestación a “no coartar ninguna vía de movilización”. ¿Qué significa eso? Según una de las dinamizadoras del asunto en las redes sociales es sólo que “si hay grupos con ánimo más beligerante y se producen enfrentamientos con los piolines [policía], que no salgan luego almas bienintencionadas a criticar a los muchachos que utilicen los contenedores de basura para protegerse”.

En el seno del grupo hay propuestas diversas: se ha puesto encima de la mesa la idea de realizar una acampada en la plaza de Sant Jaume, frente a la sede de la Generalitat, desde el 18 de enero. Otros proponen cortar las calles adyacentes a donde se celebre la reunión de los dos dirigentes políticos con contenedores ardiendo. “Lo importante es alterar su agenda. Que lleguen tarde y que les cueste salir”, alegan, rememorando algunas de las consignas de los años duros de las protestas callejeras. Para aprovechar el altavoz internacional, también se propone “quemar banderas de España” y acudir con pancartas “en inglés perjudicando la imagen de España”, con lemas como Spain is a fascist state.

No se descartan artificios pirotécnicos y silbatos para llamar la atención, “porque molestan mucho, incluso a los policías”. Lo importante, aseguran, es “alterar la normalidad. La cuestión es que la prensa hable más de nosotros, que sean más importantes los alborotos que el encuentro entre los dos presidentes. Habríamos de organizarnos por diferentes calles, no ir todos al mismo sitio donde convoque la ANC (…) Hemos de alterar las cosas, provocar disturbios, mostrar la rabia y dejarles claro que aquí no se ha acabado nada. Una vez acabe, podemos canalizar nuestra rabia yendo a la comisaría de Via Laietana [donde se encuentra la sede de la Jefatura Superior de Policía de Cataluña] a decirles que se vayan. Les podemos tirar de todo. Hagamos que se arrepientan de haber escogido Barcelona”.

Carta a Macron

Los CDR no desentonan de esa postura. “En 2018, el presidente español organizó un consejo de ministros en Barcelona queriendo demostrar que había vencido al independentismo y se encontró ante un pueblo combativo. Ahora también nos encontrarán luchando por nuestra libertad y contra los opresores”. También la CUP, el partido que da cobertura a los CDR, es contundente. “No habrá normalidad democrática mientras haya represión y se niegue el derecho a la autodeterminación. Los anhelos sociales y nacionales están vigentes, aquí no se ha acabado nada”, proclama el partido anticapitalista al tiempo que llama a que todos sus activistas salgan a la calle para protestar contra la cumbre hispanofrancesa.

Opinión

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Por su parte, colectivos catalanófilos del sur de Francia dirigieron este fin de semana una carta a Macron en la que denuncian que con la cumbre, Francia garantiza “un Estado español que, menospreciando todas las reglas democráticas internacionales, persigue sin descanso al movimiento independentista”. Aseguran en la misiva que la ONU ha acusado a España de violar los derechos fundamentales utilizando el programa Pegasus. La ONU no se ha pronunciado en tal sentido, simplemente fue una oficina ajena al organismo internacional la que hizo un informe a gusto de los independentistas.

Recuerdan al presidente Macron que, con la cumbre de Barcelona, Francia abandona la neutralidad que requiere “más que nunca el espinoso problema de la toma en consideración de las aspiraciones de las viejas naciones europeas a poder decidir libremente su futuro político". “En tanto que catalanes de Francia, nos sentimos rehenes y traicionados”, dice el texto, que acusa a continuación a España de denegar repetidamente la democracia y, por tanto, “que no ha sabido superar los estigmas del franquismo. Esta posición de colaboración, aunque esté adornada con los oropeles de la cooperación europea, en modo alguno podría representarnos como ciudadanos”.