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La victoria de Junqueras ante el TJUE, cortina de humo para los problemas del soberanismo
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El fallo esconde otras cuestiones

La victoria de Junqueras ante el TJUE, cortina de humo para los problemas del soberanismo

El independentismo estaba afrontando múltiples problemas: como el fracaso de Tsunami Democràtic en el clásico Barça-Madrid y la falta de sucesor Torra. Pero todo quedó tapado

Foto: Oriol Junqueras, durante el juicio del 'procés'. (EFE)
Oriol Junqueras, durante el juicio del 'procés'. (EFE)

La victoria de Oriol Junqueras ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) en Luxemburgo ha sido tan espectacular y ha dejado tan tocadas a dos figuras clave de un constitucionalismo en la judicialización del conflicto catalán –Pablo Llarena y Manuel Marchena– que ha servido para tapar muchos de los problemas del independentismo que se estaban haciendo muy obvios hasta que se hizo público el fallo del tribunal europeo. Entre ellos, el fracaso de la convocatoria de Tsunami Democràtic para el clásico Barça-Madrid, la falta de sucesor para Quim Torra o la caída de asistentes a las manifestaciones por algo tan prosaico como la llegada de la Navidad.

El Gobierno asegura que no dará instrucciones a la Abogacía sobre Junqueras.

Tsunami pincha

Y no es que lo diga El Confidencial. Es que lo dicen ellos mismos en un hilo de tuits en los que valoraban su acción en el Camp Nou. Llegan a calificar de 'epic fail' –fallo épico– la acción que tenían que llevar a cabo fuera y que según ellos no se pudo hacer por culpa de la acción policial. Lo cierto es que eran muchos menos de los que dijeron y que los que se habían trasladado desde comarcas empezaron a llenar las redes de protestas ante lo poco que había servido la acción de Tsunami, que ni había impedido que se celebrase el partido, ni habían tenido la repercusión que esperaban durante la transmisión del encuentro. De nuevo, Tsunami había prometido mucho y como en otras ocasiones –con las elecciones– se echó atrás. Primaron los intereses políticos de Quim Torra y Carles Puigdemont. Desde el principio había quedado claro que no estaba dispuesto a forzar tanto la situación como para el Barça hubiese tenido que jugar a puerta cerrada. En esta situación el FC Barcelona hubiera perdido más de 13 millones de euros. Nadie estaba dispuesto a algo así. Tsunami había planteado una acción que estaba muy por encima de lo que en realidad estaba dispuesto a asumir.

placeholder Aficionados en las gradas con pancartas de 'Tsunami Democràtic' durante el Clásico. (EFE)
Aficionados en las gradas con pancartas de 'Tsunami Democràtic' durante el Clásico. (EFE)

Torra sin sucesor

Quim Torra carece de un sucesor claro. El recurso al Tribunal Supremo puede durar meses, pero está clarísimo que habrá que convocar elecciones. El candidato será Puigdemont, siempre que pueda renovar el DNI, que le caduca en febrero. Pero una cosa es que pueda ser eurodiputado, algo que todavía está por ver, y otra que llegue a tomar posesión como presidente de la Generalitat. Para empezar no puede tener las dos actas a la vez, la de europarlamentario y la de diputado del Parlament. De manera que ahora que a Torra ya no le vale, precisa de otro custodio. Pero Laura Borràs acabará encausada ante el Tribunal Supremo. Y JxCAT ni sabe cómo definir ese espacio político y que encaje el PDeCAT. Puigdemont sigue sin rematar.

Cataluña entra en modo Navidad

Pasa cada año. Incluso fue así en 2017, cuando se aplicó el 155. Es llegar las fiestas y los dos millones de personas que secundan las movilizaciones se ponen a otras cosas. El día que se conoce la gran victoria de Oriol Junqueras apenas acuden un centenar de personas. No fue solo el Tsunami. Es todo. Es verdad que gracias a la vista gorda de los Mossos todavía una veintena de personas siguen cortando la Meridiana cada noche pero con eso Madrid no va a temblar. Lo mismo sucede en verano. Los catalanes independentistas pueden sentirse un pueblo oprimido pero son inflexibles a la hora de santificar las fiestas. Por tanto, que no se esperen grandes protestas hasta después de Reyes. Navidad siempre quiere decir lo mismo para el independentismo: desmovilización.

El desmarque de los presos

Los presos se han ido desmarcando de las políticas que hay fuera. Lo han hecho con las negociaciones para la investidura. También con el Tsunami o la violencia callejera. Excepto Junqueras y Jordi Turull cada uno a su manera, todo el mundo parece más preocupado por una solución para su caso en concreto, en contra de lo que les preguntan una y otra vez los periodistas, que les piden una solución para Cataluña. Turull se ha alineado con Torra en pedir un nuevo referéndum. Pero la idea no seduce a sus compañeros. El frente de la cárcel se muestra más frágil que nunca.

placeholder Fotografía de archivo de los líderes independentistas durante la primera jornada del juicio del 'procés' en el Tribunal Supremo. (EFE)
Fotografía de archivo de los líderes independentistas durante la primera jornada del juicio del 'procés' en el Tribunal Supremo. (EFE)

Las sutilezas de la propia sentencia

A primera vista no parece que el fallo del Tribunal de Luxemburgo tenga que implicar la nulidad de la sentencia sobre Oriol Junqueras y el resto de procesados. Pero el independentismo lo repite una y otra vez como si después de tantos meses malos ahora que han ganado les hubiera sabido a poco. Hasta después de Navidad no se podrá calibrar el verdadero alcance de la misma pero a lo mejor resulta más limitado de lo que está planteando ahora JxCAT y sus voceros mediáticos. El cuestión estriba en que el Gobierno español ha judicializado el problema, cierto. Pero también es verdad que la respuesta de Puigdemont y los suyos ha sido sobre todo judicial. Y ahora resulta complicado convertir esas victorias jurídicas en victorias políticas.

La victoria de Oriol Junqueras ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) en Luxemburgo ha sido tan espectacular y ha dejado tan tocadas a dos figuras clave de un constitucionalismo en la judicialización del conflicto catalán –Pablo Llarena y Manuel Marchena– que ha servido para tapar muchos de los problemas del independentismo que se estaban haciendo muy obvios hasta que se hizo público el fallo del tribunal europeo. Entre ellos, el fracaso de la convocatoria de Tsunami Democràtic para el clásico Barça-Madrid, la falta de sucesor para Quim Torra o la caída de asistentes a las manifestaciones por algo tan prosaico como la llegada de la Navidad.

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