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La doble guerra de ERC: cómo combatir a España y neutralizar a Carles Puigdemont
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La doble guerra de ERC: cómo combatir a España y neutralizar a Carles Puigdemont

La estrategia del partido es muy clara: necesita la movilización popular. De ahí el llamamiento realizado por Aragonès: "Necesitamos un país movilizado"

Foto: Congreso nacional de ERC en Barcelona. (EFE)
Congreso nacional de ERC en Barcelona. (EFE)

No habrá cambios bruscos en la estrategia de ERC para los próximos meses. Desvelada la duda sobre la continuidad de las negociaciones con el PSOE respecto a la investidura de Pedro Sánchez, los republicanos ponen el foco en el futuro a medio y largo plazo. Su estrategia no es para el futuro inmediato. Y, en este sentido, no ha habido giro ni nada parecido tras el 28 congreso que el partido celebró este sábado en Barcelona. De hecho, los republicanos han echado mano de un pragmatismo del que otras formaciones independentistas carecen. Y tienen ante sí un arduo trabajo con dos vertientes: por un lado, encarar un diálogo con las instituciones del Estado (en estos momentos, ERC es la única capaz de tender puentes de entendimiento con Madrid) que no suponga una claudicación del independentismo; por otro lado, combatir el ‘independentismo’ de Junts per Catalunya (JxCAT) y del núcleo duro de Carles Puigdemont.

Las estrategias del fugado son muy diferentes a las de ERC. El peculiar universo diseñado por el equipo de asesores de Puigdemont ha previsto una república catalana excluyente e imaginaria donde no tienen cabida los no independentistas. En otras palabras: de un plumazo elimina a más de la mitad de la población y no la incorpora a sus “herramientas de representación” que quieren conformar una realidad paralela: la Mesa de Cargos Electos y el Consell per la República.

ERC, en cambio, abraza el pragmatismo y ha diseñado una estrategia para que las legítimas instituciones de Cataluña sean las protagonistas. Y no solo ha de ser la referencia del independentismo en sustitución de Puigdemont, sino que también ha de saber dirigir unas negociaciones con el PSOE y luego con el Gobierno de España que visualicen una relación “bilateral”. Es decir, ha de transmitir la idea de que no dejará que Cataluña negocie en situación desventajosa con España. La bilatelaridad se convierte, así, en una de las condiciones exigidas para las negociaciones con el PSOE. Y en una justificación republicana ante su electorado.

En esa tesitura, a pesar de no renunciar a ninguna estrategia en particular, apuesta en principio por el diálogo. “Es que no se puede hacer otra cosa. Se ha de abrir una nueva etapa en la que la política sea la que mande y en la que la unilateralidad sea solo el último recurso”, admite a El Confidencial un dirigente de Esquerra.

La unilateralidad, un as en la manga

Su as en la manga será liarse la manta a la cabeza y abordar la desobediencia institucional, es decir, la unilateralidad, pero eso no parece una solución a corto plazo. “Si hay diálogo político, esa posibilidad queda muy relegada, ya que podrán abordarse todas las cuestiones por la vía de la negociación y la unilateralidad quedaría fuera del escenario”.

Por si fuera poco, se aleja la opción de exigir unas elecciones autonómicas inmediatas. “En estos momentos, ERC necesita tiempo: primero, para que sus bases digieran un posible acuerdo con el PSOE. Y luego, un tiempo para poder visualizar los beneficios de haber permitido el Gobierno de Sánchez. Por eso, no se vislumbra en el horizonte que haya unas elecciones en Cataluña forzadas por Esquerra”, explican a este diario fuentes independentistas.

En esta coyuntura, la parábola del 'rompehielos' citada por el vicepresidente del Govern en el Congreso es la clave del futuro republicano

La batalla por el control del universo independentista convierte, eso sí, a Puigdemont en el principal rival de ERC. De hecho, a pesar de que las últimas encuestas dan a los republicanos una considerable distancia del líder de JxCAT (de 38 a 40 diputados frente a 29-31), no se acaban de fiar. Lo mismo ocurría en las últimas autonómicas, en las que se daba a Esquerra práctica ganadora de los comicios y acabó tercera, superada incluso (aunque solo por un puñado de votos) por Puigdemont. De ahí que ahora prefieran ser cautos y continuar trabajando por ser la referencia de la independencia y la cara de la “auténtica república, como ha sido tradicionalmente”. Y esta cautela tiene también su razón de ser en el hecho de que encuestas de hace pocos meses daban a JxCAT como tercera o cuarta fuerza política (dependiendo de la encuesta) y ahora ha recuperado puestos y se sitúa como segunda fuerza. Optimismo, por tanto, poco y muy medido.

En esta coyuntura, la parábola del ‘rompehielos’ citada por el vicepresidente del Govern, Pere Aragonès, en el congreso es la clave del futuro republicano: ERC quiere ser el partido independentista que haga de ‘rompehielos’, abriendo camino en la estrategia soberanista. Quiere ser, en definitiva, la referencia del independentismo, desbancando a Puigdemont (los más críticos dicen ‘desenmascarando’ a Puigdemont) y a su núcleo duro (cuestionado incluso desde algunos sectores del PDeCAT). Y hacer de ‘rompehielos’, abriendo camino, es la manera de marcar la diferencia y de demostrar que hay vida más allá del extremismo que fomenta Waterloo.

placeholder El coordinador general de ERC y vicepresidente de la Generalitat, Pere Aragonés. (EFE)
El coordinador general de ERC y vicepresidente de la Generalitat, Pere Aragonés. (EFE)

Ante sí, tal y como han aprobado en su documento estratégico, los republicanos tienen una sola meta: realizar un referéndum. Y eso solo puede ser de tres maneras: “La primera es conseguir un referéndum por la vía pactada y negociada con el Estado. Somos conscientes de que este escenario, hoy por hoy, es imposible, dadas las reiteradas iniciativas del Estado español. Pero no podemos ni queremos renunciar a tener esta vía abierta, apelando al diálogo y a la negociación y señalar que es el Estado español, independientemente del color de su Gobierno, quien ha dejado la silla vacía durante muchos años y no tiene oferta política para Cataluña”, dice la ponencia política aprobada este sábado.

Otras dos vías para lograr el referéndum

En caso de que Madrid mantenga ese muro, Esquerra explorará otras dos maneras de llegar a la consulta: la primera será “forzar la convocatoria de un referéndum. Eso no es otra cosa que combinar nuestra fuerza y acción para conseguir que el Estado español no tenga otra alternativa que avenirse a pactar una solución democrática basada en la autodeterminación”. En esta posible vía es la que quiere hacer moverse al Estado mediante “acciones de desobediencia civil y de lucha no violenta, el fortalecimiento de las instituciones catalanas y el avance reiterado de las urnas, la generación de grandes consensos y las complicidades y avales internacionales”.

La última opción es la vía unilateral. “Si trabajamos para generar las condiciones para hacer un referéndum, en la lógica de fortalecernos y prepararnos para hacerlo inevitable, pero pese a todo el Estado es incapaz de moverse ni un milímetro, es posible que consigamos unos apoyos, unas mayorías y una fuerza interna y externa que nos permitan convocar un nuevo referéndum”.

placeholder Oriol Junqueras. (EFE)
Oriol Junqueras. (EFE)

Así pues, como este sábado dijo Oriol Junqueras en un mensaje a los asistentes al congreso de ERC, el referéndum es inevitable. Puede tardar más o menos, pero aún así hay dos condiciones para celebrarlo, según fuentes republicanas: primero, alcanzar una ‘mayoría social’. Es lo que tradicionalmente los republicanos han calificado como “ensanchar la base social” y es, precisamente, la principal idea que le echan en cara sus rivales de JxCAT y de la CUP. De hecho, dirigentes ‘puigdemontistas’ y ‘cuperos’ han denunciado públicamente en más de una ocasión que el ‘ensanchamiento de la base’ es un eufemismo para prolongar en el tiempo el ‘procés’. Críticas vanas para justificar posicionamientos extremistas o simplemente para desgastar a Esquerra ante la ciudadanía.

La otra condición es que el referéndum pueda tener legitimidad. Y eso se consigue solo con el beneplácito del Estado español y de la comunidad internacional. El camino para conquistar esas dos condiciones forma parte de la alta política y habrá que ver la cintura política y la habilidad que pueda haber en la política catalana y española para encontrar una salida a ese laberinto. Aún así, si fallan todos los caminos y aún no dándose las dos condiciones antes expuestas, ERC se guarda como munición de reserva el referéndum por las bravas.

En todo caso, la estrategia es muy clara: primero, ERC trabajará por “la construcción de un consenso estratégico”, la “articulación de amplias mayorías”, la defensa del diálogo, el impulso de “espacios de soberanía” y la internacionalización “de nuestra causa”. Pero, sobre todo, necesita la movilización popular. De ahí el llamamiento realizado por Pere Aragonès este sábado: “Al lado de hacer de ‘rompehielos’, necesitamos un país movilizado”, reclamó el dirigente republicano. Y en su documento estratégico se prevé no solo “nuevas formas de movilización”, sino también el impulso de “movilizaciones en la calle contra la represión” y plantea que “no hay duda de que la línea de lucha no violenta, movilización masiva, autoorganizada y las acciones de desobediencia civil irán tomando todavía más cuerpo con la vista puesta en el futuro”.

No habrá cambios bruscos en la estrategia de ERC para los próximos meses. Desvelada la duda sobre la continuidad de las negociaciones con el PSOE respecto a la investidura de Pedro Sánchez, los republicanos ponen el foco en el futuro a medio y largo plazo. Su estrategia no es para el futuro inmediato. Y, en este sentido, no ha habido giro ni nada parecido tras el 28 congreso que el partido celebró este sábado en Barcelona. De hecho, los republicanos han echado mano de un pragmatismo del que otras formaciones independentistas carecen. Y tienen ante sí un arduo trabajo con dos vertientes: por un lado, encarar un diálogo con las instituciones del Estado (en estos momentos, ERC es la única capaz de tender puentes de entendimiento con Madrid) que no suponga una claudicación del independentismo; por otro lado, combatir el ‘independentismo’ de Junts per Catalunya (JxCAT) y del núcleo duro de Carles Puigdemont.

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