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Armas del soberanismo contra el fallo: un 'ejército' de 116.000 activistas radicalizados
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El debate de la violencia "no nos interesa"

Armas del soberanismo contra el fallo: un 'ejército' de 116.000 activistas radicalizados

Los independentistas se preparan para reaccionar a la sentencia: quieren movilizar a los ciudadanos y tensar el ambiente con una fuerte campaña en redes sociales y desde algunas instituciones

Foto: Marcha en conmemoración del segundo aniversario del 1-O. (EFE)
Marcha en conmemoración del segundo aniversario del 1-O. (EFE)

El independentismo se prepara para recibir la sentencia del 1-O con dos armas fundamentales: un 'ejército' de más de 116.000 radicales preparados para salir a la calle y una intensísima campaña de agitación desde las redes sociales y desde algunas instituciones para tensionar el ambiente. Son los más hipersensibilizados con el tema, tras una fuerte campaña de agitación por tierra, mar y aire. Paralelamente, los Comités de Defensa de la República o CDR utilizan un lenguaje ambiguo para definir su respuesta, negándose a concretar si se utilizará la violencia en las calles: solo admiten que su ideología es "la desobediencia civil no violenta" y que el debate de la violencia "no nos interesa".

La plataforma mayoritaria que concentra la organización de la respuesta 'unitaria' es Tsunami Democràtic, el último invento de los partidos independentistas para movilizar la calle. A sabiendas de que tanto las convocatorias de las formaciones políticas como las de la propia Asamblea Nacional Catalana (ANC) y de Òmnium Cultural van de capa caída, Tsunami se ha erigido ahora como el instrumento válido para volver a ilusionar a los más radicales y concitarlos a obedecer las consignas.

Foto: Manifestación de los CDR para echar a las fuerzas de seguridad españolas en Barcelona. (EFE)

La propaganda en torno a Tsunami ha sido tal que este viernes ya superaba los 116.000 inscritos en su canal de Telegram, a través del cual se darán las consignas necesarias para responder a la sentencia. Este número es de una magnitud extraordinaria para lo que significa el universo independentista. Las plataformas soberanistas raramente superan los 10.000 afiliados. L’Alerta, uno de los canales más utilizados y a través del cual se difunden consignas y noticias de última hora, apenas supera los 27.000 afiliados. Y el canal oficial de los CDR tiene poco más de 17.000.

La movilización de esa masa de ciudadanos es la última baza en la que confía el independentismo para mantener vivo el pulso a España. No hay que olvidar que, a pesar de la enérgica campaña del último año (realizada desde partidos, entidades cívicas, plataformas e incluso desde el Govern) para que los ciudadanos se apuntasen al Consell per la República (que preside Carles Puigdemont), la afiliación a este órgano apenas supera los 78.000 ciudadanos, de ellos 13.000 en los últimos tres meses y la gran mayoría desde primeros de septiembre, aprovechando el tirón de la proximidad de la sentencia. La última incorporación a la cúpula del Consell (como miembro del consejo de gobierno) ha sido la del cantautor Lluís Llach, y se materializó el pasado 1 de octubre. Su canal de Telegram, no obstante, solo cuenta con poco más de 1.200 suscriptores.

A pesar de la enérgica campaña, el Consell a penas tiene 78.000 ciudadanos afiliados. Su última incorporación ha sido el cantautor Lluís Llach

Este aumento de la afiliación a las plataformas 'oficialistas' es fruto de un intenso trabajo realizado desde los partidos políticos y desde el Govern. Paralelamente a este posicionamiento político, el independentismo cuenta también con el núcleo duro del activismo para agitar la calle. Y ahí se sitúan los CDR, siete de cuyos miembros fueron detenidos hace dos semanas acusados de preparar acciones violentas.

Argumentario de los CDR

Este viernes, el canal oficial de los CDR distribuyó un pequeño argumentario entre sus activistas para hacer frente a las acusaciones contra este colectivo. Son solo ocho preguntas, pero van directas al grano. "¿Qué vínculo hay entre los CDR y las siete personas encarceladas preventivamente y acusadas de terrorismo? ¿Alguna de estas personas preparaba acciones violentas?", es el lema de una de las preguntas. La respuesta es que "cualquier persona puede participar en las asambleas de los CDR. Estas siete personas, como muchas otras, pueden haber participado en sus asambleas locales". Y detalla luego que "desde ninguna asamblea de CDR se ha propuesto nunca ninguna acción que sea susceptible de ser considerada como terrorismo. Por el contrario, los que insisten en relacionar independentismo con terrorismo impiden que se investigue un atentado terrorista real que causó víctimas mortales el 17-A (los atentados de Barcelona) y no tienen ningún escrúpulo en justificar la brutalidad policial del 1-O o de filtrar información sobre secretos de sumario ni tampoco ninguna medida a la hora de linchar públicamente a estas siete personas (…) Desde los CDR pensamos que se trata de un montaje policial, judicial y periodístico, por lo que pedimos la inmediata puesta en libertad de los siete detenidos el pasado 23 de septiembre". En otras palabras, de su argumentario se desprende, poco menos, que existe un complot mundial contra los siete detenidos.

placeholder Concentración independentista en Barcelona en apoyo a los detenidos el pasado 26 de septiembre. (EFE)
Concentración independentista en Barcelona en apoyo a los detenidos el pasado 26 de septiembre. (EFE)

Sobre el tema de si se contempla utilizar la violencia, los CDR utilizan un lenguaje un tanto ambiguo: "El movimiento de las CDR siempre se ha basado en la desobediencia civil no violenta. El debate sobre la violencia es interesado, proviene de las mismas instituciones del Estado que quieren condenar por rebelión a Jordi Sánchez y Jordi Cuixart (…). Lo único que pretenden es manipular la agenda política catalana y desviar el foco de atención hacia cuestiones donde el Estado quiere enfangar la legítima aspiración de la sociedad catalana de constituirse como República. Por tanto, es un debate que no nos interesa".

En otro apartado, sobre sus contactos con Carles Puigdemont o Quim Torra, los CDR afirman que hablan con cualquier actor “ya sea político o social desde el respeto a nuestra independencia y autoorganización. El Movimiento considera positivo que exista fluidez con todo el espectro cultural, social y político del país, pero las interlocuciones que haya podido haber o las que haya en un futuro con cualquier actor no implica que haya ninguna supeditación de los CDR a ninguno de estos actores: los CDR no recibimos órdenes de nadie más que de las asambleas locales".

Hay preparadas acciones sorpresa

Tras la sentencia, su objetivo es forzar la independencia de Cataluña. "Las asambleas locales tienen preparadas diversas acciones sorpresa que se llevarán a cabo de manera coordinada". En ese sentido, apoya las marchas convocadas por la ANC, que pretenden colapsar las vías de comunicación durante tres días, pero recuerda que esas marchas fueron impulsadas, en sus inicios, por los propios CDR. Sobre su relación con Tsunami Democràtic, la organización radical explica que "es bienvenido cualquier colectivo, entidad o agente movilizador que trabaje por la independencia de Cataluña". Reconoce que el Tsunami generó muchas expectativas, "pero realmente no sabemos qué propuestas harán o qué movilizaciones tienen previstas. Hemos de pensar que la sociedad catalana está exhausta de ir a movilizaciones que no tienen practicidad a la hora de lograr algo políticamente a favor de la independencia de Cataluña". Por tanto, si Tsunami lanza propuestas de desobediencia civil, los CDR se sumarán a ellas.

Tras la sentencia, se pretende forzar la independencia de Cataluña y las asambleas locales han preparado acciones sorpresa coordinadas

Los nervios, no obstante, están a flor de piel y una parte importante de la respuesta tendrá un fuerte componente internacional. El delirio llega a tal extremo que Anna Arqué, una de las activistas más conocidas, llegó a reproducir un vídeo de este viernes grabado por un ciudadano en la AP-7, donde se ven pasar algunos coches de la Guardia Civil. "Fuerzas paramilitares españolas entrando en Cataluña para contener la reacción catalana a la sentencia contra los presos políticos que pronto se emitirá". El estudiado lenguaje con expresiones ambiguas que a menudo utiliza el independentismo en foros internacionales tiene una razón lógica: cualquier ciudadano del mundo entendería que una fuerza policial se movilizase ante la previsión de disturbios en una zona. Si lo que se movilizan son "fuerzas paramilitares", el contexto cambia y se genera un escenario prebélico y de opresión.

El mensaje, lanzado a las redes en inglés, va dirigido a una comunidad internacional en la que Arqué se mueve como pez en el agua, no en vano creó una plataforma denominada International Commission of European Citizens (ICEC), que en muchas ocasiones ha sido la invitada de lujo a actos del Govern a pesar de su falta de representatividad. Arqué había sido portavoz de muchas de las marchas 'preprocés' y de la Coordinadora Nacional de las Consultas (que durante dos años organizó los pseudo-referéndums en los Ayuntamientos catalanes). Incluso llegó a presentarse a las elecciones en las listas de Solidaritat Catalana per la Independència (SI), formación que llegó a tener tres diputados en el Parlament, aunque ahora es portavoz de la asociación Primàries Catalunya, las candidaturas amparadas por la ANC.

El independentismo se prepara para recibir la sentencia del 1-O con dos armas fundamentales: un 'ejército' de más de 116.000 radicales preparados para salir a la calle y una intensísima campaña de agitación desde las redes sociales y desde algunas instituciones para tensionar el ambiente. Son los más hipersensibilizados con el tema, tras una fuerte campaña de agitación por tierra, mar y aire. Paralelamente, los Comités de Defensa de la República o CDR utilizan un lenguaje ambiguo para definir su respuesta, negándose a concretar si se utilizará la violencia en las calles: solo admiten que su ideología es "la desobediencia civil no violenta" y que el debate de la violencia "no nos interesa".

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