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Guerra de ANC y Òmnium contra los CDR: el pulso por dominar las calles catalanas
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Guerra de ANC y Òmnium contra los CDR: el pulso por dominar las calles catalanas

El conflicto está dividido: será entre el independentismo y España, pero también entre dos bandos del soberanismo

Foto: Vista aérea de la manifestación de la Diada el pasado 11 de septiembre en Barcelona. (Reuters)
Vista aérea de la manifestación de la Diada el pasado 11 de septiembre en Barcelona. (Reuters)

La Asamblea Nacional Catalana (ANC) y Òmnium Cultural, las dos entidades cívicas que mueven el mundo independentista, han abierto la veda para controlar las calles de Cataluña. Enfrente, tienen a los comités de defensa de la república (CDR), que manejados por la CUP quieren volver a recuperar el protagonismo perdido en las movilizaciones masivas de activistas. La esperada sentencia del juicio del 1-O es la oportunidad que todos están esperado para aumentar la tensión en las calles de Cataluña y que el mundo soberanista vuelva a hervir. La guerra está servida: será entre el independentismo y España, pero también entre dos bandos del soberanismo.

Este viernes, para conmemorar el segundo aniversario del 20-S, es decir, del bloqueo de la Consejería de Economía en donde se retuvo durante una noche a la comitiva judicial (acción por la que fueron detenidos Jordi Sànchez y Jordi Cuixart, presidentes de la ANC y de Òmnium respectivamente), las dos entidades mayoritarias convocaron una concentración ante la sede de la misma consejería. Pero la CUP ensayó ya sus tácticas de guerrilla urbana llamando a concentrarse ante el cuartel de la Guardia Civil para pedir la expulsión de la Benemérita de Cataluña.

Foto: Foto de archivo de cientos de cruces eamarillas por los presos soberanistas en la plaza de Vic.

Son dos maneras diferentes de enfocar la estrategia soberanista: mientras ANC y Òmnium enfatizan la necesidad de aplicar técnicas de no violencia para no dañar la imagen del independentismo, los CDR propugnan la desobediencia activa a las leyes españolas desde las instituciones y la revuelta callejera. Son los que propugnan que si hay que levantar barricadas, se levantan, porque “sin tensión no existe liberación”.

El escoramiento hacia las posturas radicales de la CUP ha provocado de nuevo movimientos en las otras fuerzas. De hecho, desde la propia ANC se prevé una radicalización de sus posicionamientos para ganar la batalla a los CDR, que quieren volver a ser los reyes de la revuelta. Elisenda Paluzie, presidenta de la ANC, advertía desde Bruselas esta semana de que “posiblemente será preciso aumentar el nivel de conflicto en Cataluña”. Y ello, porque “el actual nivel de conflicto no es suficiente para que las instituciones europeas actúen”. Toda una declaración de principios que vaticina el aumento de la temperatura política este otoño.

placeholder Foto: EFE.
Foto: EFE.

Lo cierto es que las posturas maximalistas de un sector del independentismo están arrastrando a la ANC y Òmnium a una feroz competencia por dominar la calle, a pesar de que los propios dirigentes ‘indepes’ admiten que ya hay un cierto cansancio de la población. El bajón en el número de asistentes a la última Diada ha sido un toque de alerta que daba la razón a los partidarios de no realizar más convocatorias multitudinarias para no hacer tan evidente que el suflé independentista se desinfla.

Nueva forma de hacer política

Un alto dirigente independentista con mando en plaza, que pide guardar el anonimato, explica a El Confidencial que en el soberanismo existe “desconcierto” en estos momentos. Pero lo justifica por “la falta de liderazgo. Los códigos de funcionamiento de la política han cambiado. Ahora se piensa a corto plazo, mucho Twitter, mucho mensaje y mucho qué dirán los míos. No se piensa más allá del trimestre”.

Se acabó, pues, la estrategia de marcar hitos: realizar diagnóstico, plantear un análisis, realizar un dibujo del escenario de futuro y plantear propuestas. Ahora, el activismo político se guía por otros parámetros más superficiales y efectistas, con mucha movilización a través de las redes sociales y política de ordenador. “Antes había una parte de escenificación y una parte de contenido. Se realizaban conferencias como actos litúrgicos. Ahora, los políticos se contentan con los tuits. Y solo hay escenificación, no contenido de la política”, añade la fuente citada.

Foto: El presidente de la Generalitat de Cataluña, Quim Torra. (EFE)

Por eso, el aumento de la tensión en la calle es la clave para volver a revitalizar la galaxia independentista. En este sentido, las palabras de Paluzie en Bruselas son un aperitivo de lo que se avecina. El propio ‘president’ de la Generalitat, Quim Torra, ya advirtió de que vienen curvas y que está dispuesto a cultivar la desobediencia institucional. Fuentes soberanistas explican que el calendario está fijado ya en la pared del Palau de la Generalitat: aunque sea condenado a inhabilitación por el TSJC, interpondrá recurso y con eso se irá el procedimiento al año 2021, por lo que las elecciones ya estarán a la vuelta de la esquina, si no se adelantan al año próximo.

Todo eso en un clima de tensión interna del soberanismo. No es solo que las relaciones entre JxCAT y ERC son más tensas cada día que pasa, sino que también dentro del bloque de los 'posconvergentes' comienzan a aparecer los sables y las luchas cainitas. Y la CUP aprieta al Govern por su parte: exige desobediencia institucional, mientras que círculos radicales, a los que Waterloo y Carles Puigdemont dan legitimidad, amenazan con exigir un endurecimiento institucional con una nueva investidura de Puigdemont y la activación de la declaración de independencia del Parlamento catalán de octubre de 2017.

La ponencia política de los cuperos, aprobada este mes de julio, alerta de que no es posible un pacto con el Estado español y descarta que ni siquiera un nuevo referéndum dé solución al ‘problema catalán’, apostando por la internacionalización del conflicto y por “tensar y explorar los límites de las instituciones” y “fomentar la autotutela de derechos y acompañar al movimiento popular”, priorizando “el ejercicio de la desobediencia institucional combinada con la desobediencia civil, la movilización sostenida en el tiempo por todo el territorio y la autoorganización popular autónoma fuera de lógicas partidistas y partidarias”.

Los CDR ya han advertido al propio Torra de que si no desobedece al Estado, los tendrá enfrente. Y en algunos círculos radicales se comienza a plantear una huelga que aproveche la sentencia del 1-O para intentar dañar económicamente España. Las distintas plataformas de ultraindependentistas ya han creado la plataforma Aturem el País (Paremos el País) para organizarse en ese cometido. Y Juristes por la República han lanzado una consigna: “Abogados y procuradores que actúan en defensa de todo el que sea represaliado en actos de reivindicación y defensa del ‘procés’ y derechos civiles". "Nos ofrecen sus servicios de forma gratuita. Nos esperan, seguramente, días convulsos”, alertan desde Aturem el País.

Todos estos elementos también están presentes en el discurso de la ANC y de Òmnium, que por su parte impulsan campañas de boicot a empresas y productos españoles y que tratan de liberarse del corsé de los partidos mayoritarios para marcar ellos el ritmo del nuevo ‘procés’. Pero estas dos organizaciones lo quieren hacer a su manera, sin las escenificaciones guerrilleras de los CDR.

La Asamblea Nacional Catalana (ANC) y Òmnium Cultural, las dos entidades cívicas que mueven el mundo independentista, han abierto la veda para controlar las calles de Cataluña. Enfrente, tienen a los comités de defensa de la república (CDR), que manejados por la CUP quieren volver a recuperar el protagonismo perdido en las movilizaciones masivas de activistas. La esperada sentencia del juicio del 1-O es la oportunidad que todos están esperado para aumentar la tensión en las calles de Cataluña y que el mundo soberanista vuelva a hervir. La guerra está servida: será entre el independentismo y España, pero también entre dos bandos del soberanismo.

Jordi Sànchez Jordi Cuixart
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