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Nueva bronca política entre Puigdemont y el PDeCAT por sumar la Crida a JxCAT
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El de Waterloo incumple sus compromisos

Nueva bronca política entre Puigdemont y el PDeCAT por sumar la Crida a JxCAT

La Crida cuenta con unos 11.900 militantes y el PDeCAT, con algo más de 11.000. Para Puigdemont, activar la inclusión de la Crida en JxCAT es un modo de equilibrar la balanza

Foto: Los expresidentes catalanes Artur Mas (i) y Carles Puigdemont, tras una reunión en Waterloo (Bélgica). (EFE)
Los expresidentes catalanes Artur Mas (i) y Carles Puigdemont, tras una reunión en Waterloo (Bélgica). (EFE)

La paz dura poco en el espacio político posconvergente. Tras el último encuentro en Ginebra, el pasado 27 de junio, entre Artur Mas y Carles Puigdemont, este último ha empezado a incumplir sus compromisos para refundar el PDeCAT bajo la marca electoral JxCAT, tal y como ya adelantó en su día El Confidencial. Ahora, Puigdemont quiere sumar a la operación a la Crida, y que JxCAT sirva de paraguas electoral no solo al PDeCAT sino también al movimiento que el propio Puigdemont fundó en Manresa en octubre de 2018. Esta fórmula serviría para que los de Puigdemont no se quedasen en minoría en la nueva formación y para reducir a la marginalidad lo que quede de CDC.

La Crida cuenta con unos 11.900 militantes y el PDeCAT, con algo más de 11.000. Para Puigdemont, la inclusión de la Crida en JxCAT es una manera de equilibrar la balanza, aunque muchos son socios de ambas formaciones. En cambio, para Mas y la vieja guardia, esta integración de la Crida con calzador supondría el golpe de mano definitivo para que pierdan el control de la formación política que fundó Jordi Pujol y que ahora pasaría a la tutela del grupúsculo de Waterloo si estos planes salen adelante.

Foto: El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont hace declaraciones a los medios a las puertas de su casa de Waterloo (Bélgica). (EFE) Opinión

Por ahora, se está en pleno pulso. Puigdemont ha disparado primero, convocando una asamblea para constituir las sectoriales de la Crida que tendrá lugar el próximo 17 de septiembre en Barcelona, una manera de reactivar una formación que parecía muerta tras haber hecho mutis por el foro en las elecciones catalanas y en las españolas.

El presidente del PDeCAT ha replicado con dureza desde una entrevista con Europa Press. En opinión de David Bonvehí, “Si la Crida quiere ser el relevo del PDeCAT o quiere representar lo que representaba el PDeCAT, que se diga, pero creo que el espíritu fundacional de la Crida era otra cosa".

Foto: El 'expresident' Carles Puigdemont, durante una rueda de prensa en Berlín. (Reuters) Opinión

Bonvehí ha añadido que “no es coherente que la Crida, impulsada por el expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont, pida la disolución del PDeCAT y no del resto de partidos independentistas”, y recuerda que nació como un movimiento que quería agrupar a todo el independentismo. Vamos, que en la práctica ha pedido a la Crida que se disuelva también.

Muchos convergentes tienen el recuerdo de las interferencias que supuso la ANC en CDC y no quieren que JxCAT acabe igual, esta vez cambiando los papeles con la Crida.

Dos meses sin hablar

Fuentes del PDeCAT han explicado que Artur Mas y Puigdemont llevan dos meses sin hablar, lo que muestra el distanciamiento de los dos líderes y lo alejado de sus posiciones. En esencia, Artur Mas le concedió a Puigdemont la presidencia futura de JxCAT, a cambio de que renunciase a la unilateralidad, la confrontación directa con el Estado y limitase su liderazgo al entorno internacional. Ahora, Puigdemont no está interesado en cumplir su parte. Para empezar, quiere volver a presentarse a la presidencia de la Generalitat, en contra de lo pactado de manera inicial. Y da pleno apoyo a la estrategia de choque que ha planteado Quim Torra para cuando el Tribunal Supremo dicte sentencia.

La frialdad entre las partes es tal que Puigdemont y Artur Mas llevan unos dos meses sin hablar, solo se envían mensajes por la prensa


Puigdemont afronta este embate en posición de ventaja. El PDeCAT se desangra por la derecha, con muchos independentistas que ahora reconocen los 'hechos de octubre' como un error. Son los asistentes al acto de Poblet, a los que Bonvehí quiere convencer de que no dejen el partido. Bonvehí percibe la reunión de Poblet como peligrosa, no porque sea el principio de una escisión sino porque supone un foro de reconstrucción del catalanismo, entre los soberanistas que asumen la DUI de 2017 como una equivocación y los catalanistas que nunca se hubiesen apuntado a algo por el estilo.

La última carta

Además, Puigdemont tiene una carta de la que carece el PDeCAT. En última instancia, si no le dan todo lo que pide, romperá el carné del partido y se presentará a las elecciones por la Crida. Con esa amenaza latente, Bonvehí, Artur Mas y el resto solo tendrán una opción: entregar las llaves de JxCAT a Puigdemont con armas, bagajes y las subvenciones debidas. De modo que solo es cuestión de cuánto aguantará la vieja guardia del partido y cómo asumirá el coste del nuevo clima de confrontación por el que aboga Quim Torra.

La paz dura poco en el espacio político posconvergente. Tras el último encuentro en Ginebra, el pasado 27 de junio, entre Artur Mas y Carles Puigdemont, este último ha empezado a incumplir sus compromisos para refundar el PDeCAT bajo la marca electoral JxCAT, tal y como ya adelantó en su día El Confidencial. Ahora, Puigdemont quiere sumar a la operación a la Crida, y que JxCAT sirva de paraguas electoral no solo al PDeCAT sino también al movimiento que el propio Puigdemont fundó en Manresa en octubre de 2018. Esta fórmula serviría para que los de Puigdemont no se quedasen en minoría en la nueva formación y para reducir a la marginalidad lo que quede de CDC.

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