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Quim Torra tarda menos de dos meses en virar del independentismo al autonomismo
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Los CDR y la CUP marcan distancias

Quim Torra tarda menos de dos meses en virar del independentismo al autonomismo

El diputado de la CUP Vidal Aragonés compareció para criticar que el Gobierno español ni había reconocido los presos políticos, ni los exiliados ni el derecho a la autodeterminación

Foto: Imagen: E. Villarino.
Imagen: E. Villarino.

Doctor Jekill y Mr. Hyde. El Quim Torra gobernante y Quim Torra militante. Cómodo cuando se manifiesta frente a las cárceles o contra el Rey. Alicaído tras reunirse con Pedro Sánchez en La Moncloa. Una cosa es el activismo, de donde viene Torra, y otra gobernar. Le eligieron 'president' el pasado 14 de mayo. Y el 9 de julio ya salió de Moncloa comprando el discurso autonomista: la reactivación de las comisiones bilaterales y las retiradas de los recursos en el Tribunal Constitucional de leyes sociales que aprobó el Parlament. Del independentismo más radical al autonomismo que hubiera comprado el Jordi Pujol de los años noventa, el de 'peix al cove', cuya traducción sería 'pájaro en mano'.

Torra: "Cualquier solución pasa por el derecho a la autodeterminación"

Tras la reunión de ayer, Quim Torra tal vez tiene el pájaro en mano, pero sin duda el proyecto de independencia se fue volando. El soberanismo, tan fácil de reclamar en la calle y tan difícil de gestionar en los despachos sin acabar en la cárcel. Torra lo aprendió ayer. Eso sí, Pedro Sánchez le dijo que no a todo en educadísimos tuits en catalán.

Rápido, sus socios de la CUP dispararon todas las alarmas. Así, el diputado Vidal Aragonés compareció en el Parlament para criticar que el Gobierno español ni había reconocido los presos políticos, ni los exiliados ni el derecho a la autodeterminación. Todo muy obvio. Pero así es la política catalana: las obviedades solo las dice la CUP. Aragonés acusó a Torra de sumarse a “un pacto de élites como el del 78”. Así, para la CUP, en menos de dos meses, Torra ha pasado de ser un líder soberanista a engrosar la larga lista de los traidores a Cataluña. Lo peor es que el presidente de la Generalitat no puede quejarse: fue él mismo quien otorgó a la CUP el papel de guardián entre el centeno del 'procés'.

La cuenta oficial de Twitter de los CDR fue más radical y mucho más lejos: “No hemos llegado hasta aquí para tirar la toalla. No aceptamos pactos ni cambios de rumbo. Sacad adelante el dispositivo que se prometió en campaña electoral o dimitid”. La palabra dimisión se utiliza varias veces.

Torra, en la rueda de prensa posterior, no pronunció ni la palabra 'referéndum'. Quim Torra ni siquiera planteó a Pedro Sánchez la necesidad de celebrar un referéndum pactado. Al volver a las comisiones bilaterales, se regresa de manera literal al procesismo.

Viaje en el tiempo… hacia atrás

Torra y los soberanistas están viajando en el tiempo. Pero en lugar de pasar de pantalla, como se presumía hace un año, ahora se vuelve a situaciones ya vividas. Cambio de película, de 'Matrix' a 'Origen'. Ahora se vive un 'déjà vu' político que se puede convertir en la constante de una legislatura marcada por un Torra que se define como el “custodio” de Carles Puigdemont.

Así, la semana pasada se reafirmó en el Parlament una moción idéntica a la que sirvió de trampolín al 9-N. La que luego tuvo que recurrir el Gobierno en el TC. Parece que fue ayer, pero pasó en 2012. Hoy se fue todavía más atrás, al pujolismo que viajaba a Madrid para obtener ventajas políticas. Lo que ahora hace el PNV, vamos. Política. La vieja política de toda la vida, la que no se gana o se pierde en manifestaciones coreografiadas, por muy multitudinarias que sean.

Llegar a las vacaciones

Torra necesita llegar a las vacaciones cumpliendo estrictamente la ley. Son solo tres semanas. Pero se le van a hacer muy largas. Después del verano habrá otra gran manifestación el 11 de septiembre. Aquí, la ANC organizará otra movilización gigantesca, esta vez con el objetivo de llenar la Diagonal. Esto le encantará a la Generalitat. En la agitación en las calles, Mr. Hyde puede volver a ser él mismo.

Torra necesita llegar al verano y que el activismo en el que se siente cómodo vuelva a tener una inyección de autoestima el 11 de septiembre

Tras la manifestación de septiembre, habrá otra reunión con Pedro Sánchez. Torra quiere muchas reuniones y protagonizar pocos acuerdos. Sobre todo cuando Moncloa ha dejado fuera de la agenda de diálogo cuestiones como el referéndum o una reforma constitucional. De la libertad de los presos, ni hablar tampoco, porque no se va a cuestionar la independencia judicial.

En justicia, la responsabilidad no es de Torra. Torra no era diputado el 5 y 6 de septiembre cuando se aprobó la Ley de Transitoriedad en el Parlament pasando como un rodillo por encima de la oposición. Él no convocó el 1-O. Torra no declaró la independencia de Cataluña y luego se fue de fin de semana. Quim Torra tampoco estaba en el cargo cuando Puigdemont se proclamó presidente legítimo para luego, acto seguido, presentarse como candidato a unas elecciones autonómicas que los propios independentistas habían declarado como ilegítimas. Torra inició su rueda de prensa de ayer asegurando que quien tenía que haber estado ante los medios tenía que haber sido Puigdemont: “Quien hoy debería estar aquí es el 'president' Puigdemont, que ganó las elecciones y contaba con el apoyo del Parlament. Solo este hecho ya demuestra la no normalidad de la situación política que vivimos en Cataluña”, aseguró. Y efectivamente, en esto Torra no podía tener más razón.

Doctor Jekill y Mr. Hyde. El Quim Torra gobernante y Quim Torra militante. Cómodo cuando se manifiesta frente a las cárceles o contra el Rey. Alicaído tras reunirse con Pedro Sánchez en La Moncloa. Una cosa es el activismo, de donde viene Torra, y otra gobernar. Le eligieron 'president' el pasado 14 de mayo. Y el 9 de julio ya salió de Moncloa comprando el discurso autonomista: la reactivación de las comisiones bilaterales y las retiradas de los recursos en el Tribunal Constitucional de leyes sociales que aprobó el Parlament. Del independentismo más radical al autonomismo que hubiera comprado el Jordi Pujol de los años noventa, el de 'peix al cove', cuya traducción sería 'pájaro en mano'.

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